Mariola Quirland Medina vive en La Reina. Ha egresado recientemente de
la carrera de Licenciatura en Artes Plásticas en la Universidad de Chile y
desde hace tres años es modelo, tanto en dicha casa de estudios como en otros
talleres y espacios particulares. Nos reunimos con ella para saber de su
experiencia como artista y modelo, aprovechando además de consultarle por su
concepción de cuerpo desde su doble oficio.
CUERPO DE MUJER (2014), Mariola Quirland
Serigrafía al agua sobre cartón forrado. 35 x 27,5 cm
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¿Cómo ha sido tu experiencia de vida con el cuerpo, de forma previa al ingreso a la academia o por fuera de la producción artística?
Mira, el cuerpo es un tema muy amplio, desde lo súper concreto que es lo
que significa el cuerpo desnudo, tanto en la niñez como en la adolescencia, en
la adultez, hasta lo que significa el cuerpo como soma, como somatismo de la
psique. Las experiencias que vivimos, si nos caímos… Es difícil saber dónde
empezar con el cuerpo. Por lo menos yo, cuando era niña, era súper pudorosa. En
la pre-adolescencia, cuando me empecé a desarrollar, me produjo mucho pudor mi
cuerpo. De hecho, hubo una época, entre los 12 y 14 años debe haber sido, que
me cambiaba la ropa con toalla puesta.
El cuerpo es algo que tiene connotación sexual o negativa. De ahí a
trabajar como modelo de figura hay un proceso bien largo, deconstructivo
finalmente. Yo considero que el cuerpo es una herramienta para transparentar lo
que no vemos: emociones, ideas, psique. El canal para hacer cualquier cosa es
el cuerpo. Desde el habla al cómo uno se mueve, sí tartamudeas… ahí está el
cuerpo.
Coméntanos: ¿En qué medio o medios te especializaste o te dedicas más comúnmente? ¿Cómo abordas el cuerpo ahí?
Tanto en grabado como he dibujo he tratado mucho el cuerpo. Mi tesis
tiene que ver con dos ideas importantes, mi cuerpo de niña versus mi cuerpo de
mujer. Cuando yo estaba en grabado, abordaba el taller de manera súper técnica.
A través de eso fueron apareciendo temas recurrentes. Yo era una niña que tenía
muchas pesadillas. Cuando tenía una, me movía, me contorsionaba, vomitaba, era
una experiencia muy atada al cuerpo. Entonces, en varias ocasiones, tanto en
serigrafía, xilografía, aguafuerte y otras, hablé de cuál era mi propia
experiencia con las pesadillas y cómo el cuerpo las somatizaba. La conexión con
el cuerpo iba acorde con el trabajo en la matriz de cada una de las técnicas.
Otro de los temas con los que trabajé mucho, pasando del imaginario la
niñez a la adultez, fueron los ritos sociales, culturales, en torno al cuerpo
de la mujer. En eso hablé de Eva, las vestimentas de las mujeres musulmanas, el
suicidio ritual de las mujeres samurái o jigai, las mujeres cuello de jirafa de
Birmania, los pies de loto de las aristócratas chinas, etcétera. En definitiva
investigué sobre una serie de ritos. Allí hablaba del cuerpo femenino en
distintas culturas, cómo éste se modifica frente a los ojos de otros.
Según tu experiencia en el medio de arte contemporáneo, ¿de qué modo consideras que el cuerpo es desarrollado en el arte? Del mismo modo, ¿cómo es concebido en tu familia, tus cercanos y colegas de trabajo? En definitiva, ¿cómo crees que se abarca en nuestra sociedad actual?
En el arte contemporáneo el cuerpo se trata de miles de formas a
diferencia de otros momentos del arte. El cuerpo está en todas las formas de
arte. El cuerpo de la mujer sigue siendo un tema único y constante: es musa, es
conflicto, seducción, maldad, bondad, deidad, cuestiones todas que se retratan
hasta el día de hoy. Cuando vas conociendo nuevas formas de cultura, sabes que
existen nichos donde se produce arte y se cuestiona a la mujer.
Por otra parte, al instalarse tan fuerte el concepto de mujer, ya no
sólo hablas desde el cisgénero, sino que tomas en cuenta el transgénero, que
siempre ha existido, o del género fluido. Tengo un amigo que está en proceso de
transición a ser mujer, que me ha estado enviando información de distintas culturas
donde está instalada la figura de mujer trans. Por ejemplo, en México,
encontramos al pueblo zapoteca, donde existe un tercer género, el de las
personas “muxes”.
Respecto a mi familia, mis papás son católicos, pero no de modo
tradicional. Ellos nos enseñaron todos los métodos anticonceptivos, nunca han
tenido miedo de hablar de sexo, son sumamente críticos. Yo y mis hermanos
también somos críticos, simpatizamos con la izquierda, aunque no de forma
partidista. Nuestros padres vivieron procesos políticos distintos y los
problemas que les aquejan son otros. Entonces, cuando hablo con ellos sobre
aborto o feminismo se vuelve complejo, pero no porque no quieran escuchar, sino
porque tienen otra experiencia de lo que significa el mundo. En ningún caso los
verías en marchas pro vida. Ellos han cambiado mucho durante los años, sobre
todo porque sus cuatro hijos tienen amigos que provienen de la marginalidad, de
diversas situaciones económicas, de distinto tipo de identidad y orientación
sexual. Claramente no entienden todo. Siguen considerando el aborto como
asesinato, y no entienden que alguien no quiera ser padre. Pero ellos han
podido elegir su vida, es decir han tenido algo que la mayoría de la gente no
tiene, opciones.
En cuanto a mis amigos, el noventa por ciento de ellos está en el mundo
del arte. Si no son artistas visuales son actores, diseñadores teatrales,
músicos, humanistas, etcétera. En general pensamos bastante parecido, aunque
con detalles. Creo que toda ideología tiene sus rincones. Pero en general no es
difícil de comunicar la idea de mujer en ese contexto. Yo he cambiado de pensar
con mis amigos también.
En la Facultad de Arte de la Universidad de Chile, la marginalidad y el
elitismo conviven de una forma muy extraña. Yo sé que en otras facultades nunca
vas a ver dos personas desnudas haciendo una performance, pero sí en este
espacio. Tú ves además profesores machistas, acosadores, pero también conoces
profes súper buenos, comprometidos con lo que tú haces y con la enseñanza.
Increíblemente, no necesariamente la persona en que tú encuentras tus ideales
es el mejor formador. Por ejemplo, mi profesor de tesis era de derecha, y es
lejos uno de los mejores docentes con los que conviví en la universidad, de los
que más se involucraba de enseñanza de los estudiantes. No necesariamente lo
que se muestra hacia afuera es lo real. Acá sabemos que tenemos profesores que
son parte de la historia del arte chileno, que de hecho los estudiamos acá
mismo, pero que dejan harto que desear como formadores. ¿Qué es lo que veo
finalmente acá en la facultad? Veo desigualdad de la misma forma que la veo en
Chile. Una facultad precaria donde las modelos cagadas de frío en el invierno,
tenemos que ir a rogar para que nos pasen un galón de gas, para poder hacer
nuestra pega. Venir a trabajar y que no lleguen los estudiantes, que de repente
no lleguen los profesores. Probablemente es lo más precario que se puede dentro
de un contexto intelectual.
NIÑA (2015), Mariola Quirland
Litografía sobre papel. 27 x 21 cm
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Cuéntanos como fue tu cruce desde el análisis de modelo a posar como tal.
Primero, nos gustaría saber qué lo motivó: cuáles fueron tus expectativas y si
éstas se cumplieron. Segundo, ¿qué sientes al ser retratada por estudiantes de
arte u otras prácticas? Tercero, ¿cómo la experiencia de modelado ha influido
en tu concepción del cuerpo?
Este es el tema más bonito para mí de la entrevista. Ni siquiera recuerdo cómo llegó la motivación real para ser modelo. Yo creo que nació simplemente de la curiosidad. ¿Qué significaría enfrentarme a mí misma, sentarme sobre una tarima y sacarme la ropa? Entender como es el desnudarse en ciertos contextos. Es una pega bonita, enriquecedora.
Este es el tema más bonito para mí de la entrevista. Ni siquiera recuerdo cómo llegó la motivación real para ser modelo. Yo creo que nació simplemente de la curiosidad. ¿Qué significaría enfrentarme a mí misma, sentarme sobre una tarima y sacarme la ropa? Entender como es el desnudarse en ciertos contextos. Es una pega bonita, enriquecedora.
Yo empecé a modelar en un año súper complejo. Fue un año donde conocí lo
que era el abuso sexual. Probablemente uno de los años más duros que he tenido.
Por un lado me sentía desaparecer, me sentía vulnerable, pero donde cada vez
que venía a posar, aparecía. Aunque me doliera el cuerpo y me sintiera pésimo,
entrar en esa sala y desnudarme era establecer que yo no estaba despareciendo.
Fue para mí un proceso sanador, transformador. Cambió mi concepción de cuerpo.
Así, ahora cuando entro en un taller me transformo en un cuerpo estético, no
sólo en un cuerpo desnudo.
Yo creo que dentro de esta sociedad, en la que la mayoría de las
personas conciben al cuerpo en la sexualidad o en el espacio del sexo. Al
modelar te das cuenta que el cuerpo es otra cosa, algo complejo, no es algo
puro o impuro, es mucho más que eso. Modelar cambió mis concepciones del dibujo
también, las amplió. Pasé de dibujar toda la vida a ser yo la dibujada.
Tengo que admitir que echo de menos dibujar modelos, pero me gusta ser
la que compone en estos espacios. Y hay que ser súper consciente de tu cuerpo,
aprender a modular ante las necesidades de tu cuerpo. Entonces si un día tienes
cansadas las rodillas, trabajas desde otro núcleo. Y así vas creando escena.
Sobre lo que significa trabajar con estudiantes, o con su obra, en
general es súper entretenido y estimulante. Porque te ves y no te ves. Por una
parte, te identificas en los dibujos y dices, sí ese es mi pie, así se ven mis
caderas, pero por otra parte, también dejas de verte, porque tú eres un
instrumento estético para la creación de los demás. Muchos cuando te dibujan se
retratan a sí mismos, ven en ti lo que ven de ellos. Así ves el valor de la
figura humana en el arte. Más allá de lo que se espera del arte contemporáneo,
el dibujo de figura humana es un privilegio y es un espacio de producción tan
buena, pues la fotografía, el vídeo, los recursos mediales o una maqueta no te
dan lo que te entrega un cuerpo vivo, del que puedes tomar lo que quieras para
hacer tu obra visual.
Uno aprende a sacarle provecho a los atributos de su cuerpo. Yo soy una
mujer con sobrepeso, soy caderona, tengo el poto grande, las piernas grandes,
tengo grasa en el cuerpo. ¿Qué pasa? Yo modulo a partir de esas cosas, que
aunque en ciertos sectores me pueden dar pudor, acá les tengo que sacar
provecho, porque yo no estoy acá para hacer una proposición estética banal, yo
estoy acá para propiciar la creación.
Si tengo que torcer mi cuerpo para que se note más el rollo, lo hago. Si
necesito encoger, estirar o torcer el cuerpo para exagerar, lo voy a hacer.
Porque lo grotesco es bello también. El cuerpo es algo tan difícil, compleja y
distinta de persona a persona, que el saber aprovechar tu cuerpo, con todas las
cosas que tiene, es un gran punto a favor al minuto de crear.
Entremos un poco más en detalles: ¿En qué otros espacios te desenvuelves como modelo? ¿Cuál es el diálogo con quienes te solicitan dicha labor? ¿Cómo preparas tu cuerpo para dicha labor? ¿Qué comentarios has recibido de quienes te retratan?
Tienes un abanico de cosas maravillosas y cosas muy, muy malas. Hablemos
de la instancia cronológicamente. Yo empecé a modelar en la facultad de Arte de
la Universidad de Chile en un espacio súper seguro, con Verónica Rojas, una
profesora con quien llevaba muchos años trabajando. Aunque sea cómico, los
primeros estudiantes para los que tuve posar eran mis compañeros antes.
Luego la instancia se amplió. Me tocó trabajar con otros profesores,
reemplazar otras modelos. Comenzaron a surgir ciertas incomodidades. Después de
un tiempo lo empiezas a notar. Por ejemplo, que las personas entren y salgan
del taller. Obviamente, uno entiende que sean estudiantes de arte, pero es
distintos que las personas que lo hagan sean funcionarios o externos. Yo creo
que a la gente le cuesta entender que una no es un mueble, que se cansa o que
necesita estirarse. Entonces, me ha tocado toparme tanto con estudiantes como
profesores poco empáticos. Hay cosas que por gravedad van bajando después de
una hora. Si te acalambras, necesitas elongar para recuperar la misma posición.
Cuando vuelves del recreo, es imposible ser exacto en la pose, con cada calor o
frío, tu cuerpo cambia. Además, tu memoria no es exacta. Pido que me corrijan,
pero a veces hay gente que se molesta y me impresiona que lo hagan, porque creo
que no entienden que están trabajando con un ser humano.
Aparte, muchas veces cuando tú llegas a un espacio nuevo, nadie te dice
nada, sobre todo cuando haces reemplazo. Por lo general tú conversas con la
modelo que reemplazas, de si requieren poses cortas o largas por ejemplo, pero
en general el profesor no suele comunicarse mucho contigo. Otra situación
adversa es la climatización y el orden de las salas. Tú llegas y te encuentras
con colchonetas sucias, llenas de tierra. A mí me han picado bichos. Una vez
tuve una reacción alérgica en plena clase, se me enronchó todo el pecho y el
brazo. A veces los profesores se ponen creativos e incluyen elementos en la
composición. Una vez, propusieron como fondo una tabla. En el descanso, yo
estaba apoyada sobre ésta y de repente una chica me dice, sabes que hay una araña
ahí. Va y la mata, y me empiezo a fijar que la madera estaba llena de arañas.
Son situaciones que impactan, porque te das cuenta que gente no concientiza que
tú estás en una situación vulnerable, desnuda.
También trabajar para particulares es otro tema. Porque cuando después
uno se pregunta cuánto debería cobrar, porque es un trabajo. Aprender a modular
esas cosas es complejo. También está el tema de los ambientes, con algunos que
te gustan más que otros. Todas las clases tienen perfiles. Hay clases en las
que tú debes ir a cambiarte a un camerino, volver con una bata y desvestirte en
la tarima, mientras que hay otros espacios que son de mayor confianza en donde
tú te puedes desvestir frente al otro, porque es parte de la experiencia
visual. Me ha tocado vivir situaciones súper incómodas. En un taller particular
en el que trabajé, un asistente que debe haber tenido unos cuarenta años, se
puso a grabar en la sala, y yo, tendida ahí, con mis piernas abiertas,
mostrando mis tres almas. A eso se suma la cantidad de gente que ha sacado
fotografías sin pedir permiso.
Pero lejos la experiencia más desagradable fue en la Universidad Diego
Portales. Si acá vemos poca participación en general, ahí la cuestión es
alarmante. Por ejemplo, tienes un semestre con una clase de pintura a la semana
y hay estudiantes que van tres veces en el semestre, otros que se van y dejan
la puerta abierta. Se generan corrientes y una ahí, muerta de frío. Luego te
das cuenta que los a los Departamentos o a la administración no les importa.
Cuando yo llegué a trabajar, no tenía idea cuánto me iban a pagar. Estuve un
mes hinchando por el tema de las platas, y finalmente lo que me dijeron fue que
ellos hacen el presupuesto anual el último semestre de cada año. Entonces,
habían presupuestado un modelo para el año, y éramos cinco trabajando, de modo
que el sueldo destinado a uno se tuvo que repartir entre todos los que
estábamos trabajando.
Tú te das cuenta de que la gente no te respeta, que tú eres propiedad de
la universidad o algo así. Es complejo aprender a trabajar con esos límites. Yo
puedo entender a personas que estando fuera de la esfera del arte pregunten si
a una modelo le pagan, pero si un estudiante de arte lo hace, me preocupa,
¿cómo no van a entender que es un oficio? Es como no entender que la
prostitución es un oficio. Una vez, una estudiante de la Diego Portales me
preguntó si yo alguna vez había tenido un trío, a pito de nada. Yo tuve que
hablar con ella, para saber si me lo había preguntado porque trabajaba desnuda,
y así era.
Hay cosas bacanes sí. Me refiero a trabajar en el mismo espacio dónde tú
estudiaste, compartir con los profesores, con estudiantes que les encanta
aprender y participar. En resumen, es una pega en la que tú tienes que querer
harto los espacios donde trabajas, porque la paga es mala y las condiciones
básicas, de repente no están. Pero cuando trabajas con la gente correcta, es
maravillosa.
No hago grandes preparaciones. Para ser modelo no necesitas
preparaciones físicas, aparte de control y respiración o entender lo que tú
puedes hacer o no. Yo por ejemplo estoy consciente de que tengo una zona
pélvica muy fuerte, y que de ahí puedo modular muchas cosas, porque tengo
caderas grandes y puedo generar un montón de posiciones. Pero por el contrario,
tengo rodillas súper débiles. Entonces si hago posturas de pie o arrodillada,
sé que duraré menos. Lo otro, por lo menos para mí, dado que todos los modelos
tienen técnicas distintas, es que para poder mantener una posición, me
concentro en la respiración, cuento y establezco un ritmo. Yo antes de empezar
a trabajar como modelo, practiqué y conocí mi cuerpo. Me desnudé en mi pieza,
supe lo que podía hacer y lo que no, buscando técnicas que me ayudaran a
mantener las poses. Por ejemplo, es imposible que posando una hora no se te
acalambren los músculos. Entonces uno aprende a contraer los músculos sin que
se note, así como tomar constantes para concentrarte, ciertos puntos en la
pared, pensar en algo como una canción, manteniendo así el equilibrio. Pero más
que nada es autoconocimiento de tu cuerpo.
¿Hay diferencia entre el modelaje de hombres y mujeres? No he compartido
lo suficiente con hombres para decirlo. Eso sí, conozco pocos hombres que sean
tan flexibles corporalmente y sé que cómo mujer tenemos una relación distinta
con nuestro cuerpo. Antes me encantaba dibujar modelos hombres porque eran
escasos. A mí, como artista, como mujer, es más interesante retratar un cuerpo
femenino, precisamente porque está más cuestionado que el masculino.
LA DESAPARECIDA (detalle), 2018. Mariola Quirland
Carboncillo sobre trupán. 150 x 110 cm
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Consideramos indispensable la relación del medio productivo (sea de arte o cualquier otra) con el medio político-social, ya sea a nivel crítico prepositivo, de diálogo o cómo intervención directa. Hace algunos meses, en el marco de la denominada “marea feminista”, observamos diversos usos del cuerpo en las jornadas de movilización, lo que se desmarcó de los recorridos y agitación convencionales. Desde tu experiencia de mujer, artista y modelo, ¿cómo te posicionas ante el tratamiento del cuerpo en las movilizaciones sociales, tal como la anteriormente mencionada o en general del último tiempo en Chile?
Es un tema interesante, porque el significado de que una mujer marche
con los senos al aire ha estado casi al mismo nivel del debate sobre el aborto.
En general, aunque me hubiese gustado mucho participar de la movilización, yo
me considero feminista, no pude hacerlo de forma activa por temas de
trabajo y tiempo. Es súper interesante el fenómeno que se genera a partir del
desnudo parcial en las marchas, justamente porque percibes dos cosas. Primero,
hay un esfuerzo gigantesco por desmitificar la idea del desnudo femenino y qué
es lo que significa. Segundo, que la mayoría de la gente no tiene la capacidad
para leerlo, no tiene las herramientas para desglosar lo qué significa. A mí lo
que más me impresiona es la cantidad de declaraciones diciendo algo así como
“si es por eso, marchemos con la tula al aire”. ¿Sabes por qué me impresiona?
Porque lo senos, primero que nada, no son un órgano sexual. Segundo, porque
aunque sean una zona erógena, esto no los hace sexualizables en cualquier
contexto. Tú te das cuenta de que para la gente el desnudo tiene cabida
solamente en la sexualidad, en el porno, en la publicidad, pero si es para algo
de motivo no sexual, causa escándalo. Yo creo que aunque las mujeres hubiesen
marchado mostrando la vagina, no es homologable a hacerlo mostrando el pene,
pues las connotaciones culturales son totalmente distintas. Es decir, la gran
mayoría de las mujeres hemos sufrido el abuso sexual o en algunos casos
violación, lo cual convierte al pene en un arma.
Lo otro es la exaltación que produjo a las mujeres conservadoras la
intervención de las yeguas con cola. La indignación fue incluso más que con la
de los senos al aire. ¿Por qué? Qué una mujer marche a poto pelao y con pelo,
es lo peor. Produjo rechazo, que es lo que se buscaba. ¿Por qué las yeguas?
¿Por qué el pelo en el poto? ¿Por qué mujeres desnudas les muestran la cola a
los pacos?
No sé cómo habrá sido en otras épocas, porque no las viví. Sabemos que
la alfabetización a mayor cantidad de personas, pero lo hace de manera pobre si
las personas no pueden desglosar lo que claramente son intervenciones
artísticas. “Uh, esto es denigrante”. No hay reflexión, simplemente rechazo.
Será difícil transmitir un mensaje si la gente no quiere educarse para entender
que hay detrás de estas manifestaciones. Hay una creencia de que esto es sólo
ruido o se hace para molestar. A mí me pareció brillante por todo el conflicto
que generó. Es la diferencia entre el porno y el erotismo.
Ahora, por otra parte, tienes comentarios como los de Jocelyn-Holt. Él
da vuelta el asunto. Logra hacer una reflexión, de tipo humanista, pero lo da
vuelta y lo ridiculiza, insistiendo en el machismo y el estándar de la belleza,
y lo que es la belleza de la mujer, que es súper importante. Es tragicómico
porque algo entiende y aun así se burla, acrecentando su morbosidad.
Me tocó discutir hace un par de días con una persona que vinculaba el
movimiento feminista con el asesinato del profesor de Villa Alemana, como si
tuviera alguna relación más allá del hecho de que hay una mujer en el caso. Eso
es misoginia, más que cualquier otra cosa. Porque femicidios ocurren todos los
días, varias veces al día, pero claro, cuando muere un hombre, queda la cagá.
Se ha hecho un show mediático tremendo. El otro día viendo los matinales quedé
pa’ dentro. Esto no lo ves con todas las mujeres que están muriendo. Es una
sensación de impotencia súper grande, porque nadie está diciendo que no se haga
justicia a este caballero, que nada malo había hecho en la vida y fue asesinado
de manera cruel y macabra, pero una como mujer tiene la posibilidad de morir así
todos los días y por motivaciones que están normalizadas, lo hace más terrible
todavía. A mí me impacta, en el caso de Argentina, lo de Nahir Galarza, que no
pasó un año y le dieron cadena perpetua. Un hombre hace lo que hizo ella y al
loco le dan cinco años. Yo creo que hay una necesidad de autodefensa urgente.
Está mal partido el queque.
自害 /JIGAI, 2017. Mariola Quirland
Grafito sobre papel. 27,5 x 17,5 cm
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¿Consideras que existen requisitos particulares en los cuerpos de quienes desean ser modelos? Con todo el tiempo que llevas desenvolviéndote como artista y modelo, ¿qué aspectos nos aconsejas considerar a la hora de relacionarnos con el cuerpo?
No creo que haya mayores requisitos para ser modelo que el
autoconocimiento. Es algo desgastante, a veces te sentirás vulnerable. Tendrás
que ir a trabajar cuando estés en la más tristes de las tristes, enferma de la
guata, tendrás que someterte al ambiente. Prepararte mentalmente para poner
límites. Creo que lejos lo más importante es darse tiempo de practicar, saber
qué factores de tu cuerpo son los que propician la posibilidad de un mejor
desempeño. Las posturas que uno hace tienen que estar conectadas a algo. Nunca
hacer poses con los brazos al aire porque no lo vas a lograr, por pura
gravedad. Si tú lo quieres hacer, necesitarás un palo con el que te puedas
sostener. La gravedad es lo más real que existe haciendo esta pega. Existe la
ficción de que estas poses de reposo que te enseñan son cómodas, pero cuando
las haces te das cuenta de que son completamente insostenibles, porque son
poses de transición. O la idea de la espalda plana, que no existe, porque las
piernas te irán tirando y curvando la espalda.
Eso es lo que he aprendido, porque todos cuando empezamos a posar la
cagamos. Pasan veinte minutos y tú dices “la cagué”. En ese tiempo, y esa es
una talla que tenemos con las otras modelos de acá, tú cachaste si la cagaste o
no. Porque hay un límite de tiempo, donde la pose pasa de mantenerte a ti, a tú
mantener la pose. No puedes estar más de cuarenta y cinco minutos seguidos
porque si no te van a fallar las rodillas.
Yo creo que hay que dejar de entender el cuerpo en función de la
estética normada, porque no sirve si no tiene un fin que sea el autocuidado y
la salud de uno mismo. Explorar, mirarte el cuerpo desnudo. En verdad, uno de
los primeros ejercicios sería tomar un espejo y mirarse desnudo. Recorrer cada
rinconcito del cuerpo. Siempre que uno habla de cuerpo suena súper hippie,
porque es cómo si uno lo estuviera haciendo de la pachamama, pero es real, hay
una necesidad urgente de entender que el cuerpo no es un juguete, que uno le
debe cariño, respeto y reconocimiento, sin prejuicios. Aparte que la idea de lo
bello está súper malversada.
Entrevista realizada por Ignacio Andrés
América Leatina desde Abajo