31 oct 2017

La ascensión del albatros

A cien años de la Revolución de Octubre

“¡Dejen que la tormenta estalle con toda su fuerza!, graznó el albatros, mientras volaba orgulloso entre los relámpagos, irritado con el mar rugiente”, es parte de lo que anuncia “El canto del albatros”(1), un poema compuesto por Máximo Gorki en 1901. El pájaro representa al pueblo ruso de aquel entonces, de allí a que vea con esperanza la tormenta que agita el mar. Este poema pasó a ser bastante popular durante la Revolución de Octubre, de la que dicho sea de paso, conmemoramos sus cien años.

No es mucho lo que se ha realizado hasta ahora en materia de conmemoración a la Revolución Rusa. Entre las actividades que vale la pena mencionar, está la Conferencia Internacional: “A 100 años de la Revolución Bolchevique. La experiencia de los ‘socialismos reales’ y los dilemas del mundo contemporáneo”, preparada por el Instituto de Humanidades y la Facultad de Ciencias Sociales e Historia de la Universidad Diego Portales.

Aunque desprovistas de la audacia del albatros de Gorki, ciertas ponencias y conferencias ofrecieron oportunas líneas de discusión en relación a la Revolución de Octubre, que sin haber salido de los márgenes académicos, vale la pena compartir. De ese modo, aprovecho de aclarar que me referiré específicamente a la conferencia de Sheila Fitzpatrick, denominada "Was the Russian Revolution a Failure?" (¿Fue la Revolución Rusa un fracaso?), así como a la mesa redonda que llevó por título “El ‘internacionalismo proletario’, la Guerra Fría y los movimientos revolucionarios en Latinoamérica”.

“¡Dadnos más tanques!”, cartel creado por El Lissitzky en 1941, que sirvió como afiche 
de la Conferencia Internacional: A 100 años de la Revolución Bolchevique. La experiencia 
de los ‘socialismos reales’ y los dilemas del mundo contemporáneo.

Acerca de la influencia de la Revolución Rusa en Nuestra América

La Revolución Rusa, sigue siendo sin duda alguna, uno de los procesos más trascendentales del siglo XX, que contribuyó de manera decisiva al desarrollo de diversos movimientos revolucionarios en el mundo. Nuestra América no estuvo exenta de su impacto. De ahí que fuese imperativo asistir a la mesa redonda mencionada anteriormente, en donde cinco académicos(2) abordaron la compleja relación que hubo entre la Unión Soviética y América Latina, especialmente durante las primeras décadas de la Revolución de Octubre.

En línea gruesa, las ponencias coincidieron en la necesidad de superar la supuesta hegemonía “cominterniana” en el movimiento comunista latinoamericano. Aunque más de un caso pareciese confirmar un alto grado de subordinación —es cuestión de tan sólo tomar en cuenta la historia del Partido Comunista local—, lo cierto es que las experiencias tuvieron un desarrollo más bien desigual, no viéndose homogéneamente sujetas a las directrices de Moscú. 

Sabemos además, que no podríamos  concebir las particularidades de la región en materia de movimientos revolucionarios sin tratar los movimientos independentistas, indigenistas, y aquellos relacionados con la teología de la liberación, así como la conformación de una Internacional Socialista —opuesta a la influencia de Moscú—, y por supuesto, la influencia de la Revolución Cubana, que marcó el continente pasada la segunda mitad del siglo XX. No obstante, tales itinerarios merecieron apenas algunas menciones durante la mesa.

En el marco de lo heterogéneo del desarrollo de los partidos comunistas en el continente, cabe mencionar el caso brasileño, que destaca por haber sido fundado por ex-anarquistas, así como por sus conexiones militares —como es el caso de Luís Carlos Prestes—, siendo estas últimas fundamentales a la hora de fraguar la insurrección comunista de 1935. Su fracaso habría influido en el temprano anticomunismo, afianzado ya para el Golpe de Estado en Brasil de 1964.

Cabe señalar que se acusó la falta de estudios en relación con el anticomunismo latinoamericano, del que se aseguró, no sólo fue ampliado a partir de la propaganda liberal, sino que también a través de las propagandas nacionalista y católica, así como en el denominado “anticomunismo de izquierda”, el anarquismo, en el que se puso especial énfasis. 

Al respecto, en el plano local, se propuso reemplazar la idea de que después de la Revolución Rusa no tuvo mayor relevancia el anarquismo en Chile —idea sostenida por autores como Sergio Grez—, tomando en cuenta el notable desarrollo de los anarquismos iquiqueño, pampino y porteño, los que no permitieron ser desplazados por la “hegemonía bolchevique”. Es más, el anarquismo local permitió reabrir la amplia discusión en torno a la cuestión del poder, a partir de la experiencia soviética.

En aquel entonces, tomando en cuenta que gran parte del mundo quería conocer lo que ocurría en la URSS, se sabe que la prensa obrera nacional de la época contó con dos focos de información: el primero fue el aspecto testimonial en relación a viajes realizados a la naciente Unión Soviética. Información que fue recopilada  a partir de relatos que provinieron preponderantemente de extranjeros que habían llegado a Chile.

El segundo en tanto, fue el aspecto conmemorativo en torno a la denominada “pascua roja” —como también se le denominó en el país a la Revolución de octubre—, que a diferencia del caso anterior, provino comúnmente de organizaciones y dirigentes locales.

Por otra parte, en el caso argentino —como también ocurrió en ciertas orgánicas anarquistas en Chile—, la Revolución de Octubre fue leída en clave consejista. Hubo pues, en el país trasandino, entre el Cordobazo y el golpe de Estado de 1930, toda una efervescencia política-cultural que se vio alcanzada por la conmoción del proceso soviético, lo que quedó demostrado a través de revistas como Cuasimodo u Oriente, teniendo a referentes tales como José Ingenieros, que tomó de discípulo a un joven Aníbal Ponce, quien a su vez sería de gran influencia para Héctor Pablo Agosti, el mismo que en 1950 comenzó la primera traducción de Gramsci en español.

En otro orden de ideas, durante la mesa también se afirmó que la Revolución Rusa dotó de un rico imaginario a un amplio espectro de organizaciones revolucionarias, por fuera de la institucionalidad de los partidos comunistas, y como sabemos, lo sigue haciendo hasta el día de hoy. Ahora bien, según se enfatizó, las primeras lecturas del proceso comúnmente fueron:

1) Los soviéticos como constructores de un mundo nuevo
2) Gestión y conducción política de una sociedad socialista
3) Determinación de una concepción de socialismo

A partir de esto, también se señaló que las influencias todavía vigentes en América Latina son:

1) La concepción de imperialismo como fase superior del capitalismo
2) El partido marxista-leninista como organización de vanguardia para la revolución
3) El socialismo en tanto control estatal de los medios de producción

Este último sea quizás el modelo más “exitoso” en la región, como lo han demostrado los últimos gobiernos progresistas —el kirchnerismo en Argentina, la Bolivia de Evo, el Brasil de Lula y Dilma, el Ecuador de Correa—, los que como señala Raúl Zibechi, “han intentado definir un modelo propio de desarrollo basado en protagonismo estatal con la economía de mercado.”(3) 

Curiosamente, el mismo autor se vale de la Revolución Rusa para sacar algunas conclusiones acerca de los límites y problemas que han enfrentado otras experiencias revolucionarias posteriores, tanto en el mundo como en Nuestra América, experiencias en este caso, “progresistas”.

A modo de término, considerando que la totalidad de los expositores pertenecen a la disciplina de la Historia, no está demás exhibir las líneas de análisis que fueron propuestas para medir el impacto de la Revolución Rusa en la región, desde el campo historiográfico:

1) Historia de la intelectualidad comunista en el continente 
2) Historia institucional de los partidos comunistas y su relación con la Comintern
3) Historia de las relaciones entre la URSS y los Estados latinoamericanos 
4) Historia del anticomunismo en la región

Cartel de propaganda soviética que data de 1920, 
que hemos traducido como “¿Te inscribiste en los trabajos voluntarios?”

¿Fue la Revolución Rusa un fracaso?(4)

Es la interrogante que planteó Sheila Fitzpatrick(5) a partir del repaso de diversos historiadores contemporáneos, muchos de los cuales tildan la Revolución de Octubre indiscriminadamente como tal, sino es que como una tragedia. Pero la historiadora, antes de asumir una posición al respecto, propone considerar los alcances que representa un fracaso. Se pregunta de esa forma, si en este caso, el fracaso significa no haber logrado la Revolución. Y de ser así, ¿qué porcentaje de metas no logradas son iguales a un fracaso?

Para ella, hablar de fracaso suele encarnar un juicio subjetivo, tendencioso políticamente hablando, acorde a la historia que queramos contar o hayamos escogido, lo que dista de todo análisis concreto de la situación concreta, en términos de Lenin. El mismo caso suele verse, cuando por el contrario, tildamos unilateralmente a un proceso revolucionario como “exitoso”.

A esta condición ambivalente de éxito, se suma la problemática de cuándo empieza y cuándo finaliza una Revolución. En relación al “final” de la Revolución, hay quienes consideran que este se efectúa en el mismo mes de octubre (1917). Para otros en cambio, concluye con la victoria en la Guerra Civil Rusa (1917-1923). Hay para quienes la Revolución termina con la muerte de Lenin (1924). Asimismo, están los que afirman que esta cesó conforme Stalin se hizo del poder total (1927), sin desconocer a quienes consideran que la Revolución acaba con la Disolución de la Unión Soviética (1990-1991).

En lo que a Fitzpatrick respecta, la Revolución Rusa finaliza cuando la Unión Soviética ingresa a la Segunda Guerra Mundial. Pues la historiadora asegura que antes de 1941, la Revolución de Octubre era la base del régimen soviético. Sin embargo, concluida la guerra, es la victoria de la Gran Guerra Patria o Gran Guerra Patriótica la que pasa a ser el nuevo cimiento, de modo que el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) le reasigna otro lugar en la historia a la Revolución de Octubre.

Asimismo, la autora de la “La Revolución Rusa”, aprovechó de referirse a la comparación de ésta con la Revolución Francesa que los mismos bolcheviques solían favorecer, quienes habrían asimilado una revolución que manifestándose al principio de forma violenta —como lo fue la “toma del poder”—, seguía su curso a través de un “período de reconstrucción”. En el caso soviético, tal período habría sido substituido por la “revolución desde arriba” conducida por Iósif Stalin, a través de las políticas radicales de colectivización e industrialización, que como sabemos, fueron más tarde sucedidas por la Gran Purga.

No está demás comentar que de forma previa a la conferencia, la historiadora concedió una entrevista a La Tercera, que consideramos tiene significativa relevancia. Esto porque al ser consultada por estos 100 años y por cómo se perciben en Rusia, la autora señaló: “El centenario es un bochorno para el gobierno de Putin, porque no están seguros de lo que piensan acerca de la Revolución. Stalin, entendido como constructor de la nación, encaja fácilmente en el pasado utilizable, pero con Lenin y la revolución bolchevique el asunto se complica. Así las cosas, no están planeando ninguna celebración pública: sólo unas pocas conferencias académicas”(6).

Cien años han desde que aquel albatros descrito por Gorki, decidió cruzar la tormenta. Es demasiado lo podríamos agregar al respecto, pero no olvidemos que un artículo se identifica por su brevedad. Por ello, quizás lo más pertinente para terminar un minúsculo repaso por la Revolución de Octubre, sea que uno de sus propios protagonistas, nos introduzca a ella. En su colosal obra, “Historia de la Revolución Rusa”, León Trotsky expresa: 
“En los primeros meses del año 1917 reinaba todavía en Rusia la dinastía de los Romanov. Ocho meses después, estaban ya en el timón los bolcheviques, un partido casi ignorado a principios de año y cuyos jefes, en el mismo momento de subir al poder, se hallaba aún acusados de alta traición. La Historia no registra otro cambio de frente tan radical, sobre todo si se tiene en cuenta que estamos ante una nación de ciento cincuenta millones de habitantes. Es evidente que los acontecimientos de 1917, sea cual fuere el juicio que merezcan, sin dignos de ser investigados.”(7)
Notas

1. “El canto del albatros” (1901), Máximo Gorki. Disponible aquí.

2. Los académicos presentes durante las jornadas con sus respectivas ponencias fueron Santiago Aránguiz (Universidad Diego Portales): “Los constructores del mundo nuevo. Rusia soviética y el comunismo chileno”, Tania Harmer (London School of Economics): “Repensando la guerra fría en América Latina: legados e impactos de la revolución bolchevique”, Rodrigo Patto Sá Motta (Universidad Federal de Minas Gerais): “Comunismo e anticomunismo no Brasil, antigos e novos combates: 1935/1964”, Adriana Petra (Universidad Nacional de San Martín / Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas): “Reverberaciones y lecturas de la Revolución Rusa y la URSS en la cultura argentina. Desde Octubre a la Guerra Fría” y Tobías Rupprecht (Exeter University): “Ecos de la ‘Aurora’. 100 años de la Revolución en América Latina”.

3. Zibechi, Raúl (2016). Cambiar el mundo desde arriba. Los límites del progresismo. Santiago de Chile, Quimantú.

4. La conferencia de Sheila Fitzpatrick puede encontrarse aquí: Conferencia "Was the Russian Revolution a Failure?" - Audio Traducción 

5. Sheila Fitzpatrick (1941, Australia) es profesora de historia en la Universidad de Sidney, profesora emérita de la Universidad de Chicago y está especializada en la Unión Soviética. Es autora de “Historia de la Revolución Rusa”, “El equipo de Stalin”, “Lunacharski y la organización soviética de la educación y de las artes (1917-1921)”, entre otros. “Historia de la Revolución Rusa” puede ser descargado gratuitamente aquí.


7. Trotsky, León (1972). Historia de la revolución Rusa. Tomo I. Santiago de Chile, Editora Nacional Quimantú.


Por Ignacio Andrés
América Leatina desde Abajo

20 oct 2017

Población Pablo de Rokha: primeros esbozos

En vísperas del “De Rokha al sistema” —por realizarse mañana en la Población Pablo de Rokha, ubicada en la comuna de La Pintana—, consideramos importante señalar, que su preparación incluyó un taller integrado de danza tinku, cosmovisión andina y muralismo por parte de sus organizadores, así como también una micro investigación acerca de los orígenes de la Población, actualmente en curso. En el presente artículo nos referiremos a lo último.

Monumento a Pablo de Rokha ubicado en la Población del mismo nombre, inaugurado en el año 2004 por Jaime Pavez.

Tomando en cuenta que toda información recogida acerca de los orígenes de la Población, no podía provenir sino de sus propios protagonistas, se decidió entrevistar presencialmente a algunos de los primeros pobladores de Pablo de Rokha (1), lo que  suponía nos permitiría no sólo rescatar su pasado, sino también el nuestro, permitiéndonos cuestionar el presente, haciendo los primeros intentos por reconstruir un tejido social a todas luces descompuesto, y del mismo modo, buscando restaurar colectivamente una dignidad que se suponía dejada de lado.

Consideramos además que, al decir de Nicolás Acevedo, para comprender el pulso de esta época —a propósito de la coyuntura en la que se conformó la Población Pablo de Rokha y tantas otras—, habría que imaginar el bullicio incesante de un país poblado mayoritariamente por niños, en el que todo estaba por hacer: los barrios, las ciudades y las revoluciones constituían un horizonte, y no sólo un episodio más en el catastro de los dolores de la clase popular (2).

Fue así como el sábado 14 de octubre tuvimos la oportunidad  de entrevistarnos con Don José (77) , Doña Teresa (79) y Don Ramón (89), quienes han sido vecinos de la Población Pablo de Rokha  desde sus  comienzos, y que por distintas razones, no les gustarían dejar. 

Según relataron, la Población se originó a fines de la década del 60’—entre 1967 y 1969—, sobre los mismos terrenos en donde alguna hubo sitios eriazos, criaderos de cerdos, trigales, alamedas e higueras. Existe la versión pues, de que el nombre de la población se debió a que allí se ubicaba un fundo llamado Pablo de Rokha, o que inclusive, habría sido este mismo su dueño (3).

La urbanización del territorio habría sido a partir de los esfuerzos del comité Chile Construye Mediaguas, en el marco de una de las tantas “operaciones sitio” (4) que se dieron en la Región Metropolitana, mediante una “autoconstrucción” que demandaba a los recién llegados vecinos encargarse de levantar las distintas casas durante jornadas diarias de trabajo comunitario. La misma casa de Doña Teresa sirvió alguna vez de bodega, donde su madre se encargó tanto de entregar los diversos materiales que se requerían para las nuevas casas, como de llevar la cuenta de los mismos.

Para quienes prácticamente estuvieron desde el comienzo de la Población, siendo así partícipes de todas las transformaciones sociales y estructurales de ésta, es coincidente que haya sido el trabajo comunitario, fraterno y solidario presente en la autoconstrucción, uno de los aspectos que más se añora actualmente, puesto que ya no existe aquella unidad de antaño en el sector. Como enfatizó Doña Teresa, antes se era humilde en el barrio, pero había felicidad.

Luego del Golpe de Estado, la Población Pablo de Rokha, como muchas, fue allanada continuamente. Asimismo, no tardó también en emprender una resistencia contra la dictadura. Son conocidos los casos de “recuperación” de camiones de pollos en la zona. Sin embargo, uno de los sucesos de esta índole más recordados, es la fallida recuperación de un camión de calzado,  donde se obtuvieron sólo  pies derechos,  es  decir, se transportaban sólo muestras de calzado, debido a su inseparable gracia, este error se haría legendario en la Población.

En relación al nombre de la Población, y contrastando las anteriores versiones, los vecinos  apuntaron a que bien podría deberse a una gestión municipal, que en aquel entonces le habría correspondido a La Granja —puesto que La Pintana, comuna que actualmente posee la jurisdicción del sector, se conformó recién durante 1984—. Esto no es algo no casual, si tomamos en cuenta que el poeta de Licantén se quitó la vida en 1968.

Sin ánimo de encontrar una definición única o absoluta para Población, creemos que el mismo Pablo esboza una descripción, a nuestro gusto, fiel con sus características, y que debe leerse a modo de autorretrato de la misma:
“[…] La ancha belleza subconsciente, trágica, matemática, fúnebre, guía mis pasos en la oscura claridad; cruzo las épocas cantando como en un gran sueño deforme, mi verdad es la verdadera verdad […]” (5) 
Estamos de acuerdo con Nain Nomez (6), para quien no es fácil discernir hasta qué punto se diferencia en De Rokha al poeta forjador de mitos del mito propiamente tal. Siendo así, ¿por qué no concederle pues, un carácter mítico a esta Población? 

Puede que la ruta libertaria que alguna vez emprendió Pablo de Rokha junto a Lázaro Cárdenas, presidente de México en aquel entonces, tras las huellas de Emiliano Zapata, el “Atila del sur”, continúe por las calles de la Población que hoy lleva su nombre,


Notas


1. Pablo de Rokha, autor de una de las producciones poéticas más contestatarias y polémicas que emergieran en Latinoamérica a mediados del siglo XX, Pablo de Rokha —seudónimo de Carlos Díaz Loyola— nació en Licantén, Región del Maule el 17 de octubre de 1894. Recibió el Premio Nacional de Literatura en 1965 por una obra siempre fiel a una visión de mundo rupturista y receptiva a los elementos de la modernidad, pero profundamente enraizada en lo chileno. El 10 de septiembre y a los 73 años de edad, el poeta se quitó la vida. Fuente: memoria chilena http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-3636.html

2. Acevedo, Nicolás (Coordinador) (2017). Voces del siglo XX. Testimonios de protagonistas populares del siglo pasado. Santiago de Chile: Editorial Quimantú.

3. Lo cierto es que la última residencia de Pablo de Rokha fue en La Reina, no habiendo ningún hecho que constate estas ideas.

4. La “operación sitio” fue una política de poblamiento implementada durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970), que consistió básicamente en la entrega de  créditos a pobladores para adquirir terrenos dotados de urbanización básica —es decir: letrinas, calles ripiadas, soleras, pilones de agua potable y tendido eléctrico—, siempre y cuando éstos contasen con un ahorro previo en la CORVI o Caja de Habitación en la Corporación de la Vivienda, siendo además responsables de construir sus hogares en última instancia.

5. Tomado de Los gemidos (1922), Pablo de Rokha. Editorial Multitud.

6. Nain Nomez (Talca, 1944), Es profesor de Filosofía de la Universidad de Chile, Master of Arts de Carleton University y Ph. D. en la Universidad de Toronto, Canadá. La cita hace referencia a un comentario realizado durante una conferencia titulada “La influencia de Pablo de Rokha en las letras nacionales”, que tuvo lugar el 11 de agosto del presente año, durante el Ciclo de conversatorios rokhianos.


Por Ignacio Andrés
América  Latina desde Abajo

13 oct 2017

“De Rokha al sistema”: Pablo de Rokha en la Pablo de Rokha

Luego de meses de encuentros, diálogo y talleres, este sábado 21 de octubre se realizará la actividad “De Rokha al sistema”, desde el mediodía en el Jardín Atipiri de la Población Pablo de Rokha.

Distintas organizaciones sociales, relacionadas al arte, la educación y la edición de libros,realizarán la jornada “De Rokha al sistema”, este sábado 21 de octubre desde las 12:00 horas en el Jardín Atipiri, ubicado en Padre Hurtado #13888, La Pintana, la que contará con una jornada muralista, una feria libre, editorial y organizacional, olla común, talleres gratuitos, un pasacalle poético, proyecciones, teatro, música y mucho más.

En la oportunidad, Editorial Quimantú lanzará la primera reedición del libro de Pablo de Rokha, “Estilo de masas”, publicado originalmente en 1965 y que contiene poemas tales como el célebre “Oceanía de Valparaíso”, “Los rotos chilenos” o “Tonada a la posada de Don Lucho Contardo”, entre otros, además de la “Carta perdida a Carlos de Rokha por Pablo de Rokha”, prosa dedicada a su hijo, fallecido tan sólo unos años antes de la publicación.

Como preparación del encuentro, desde agosto se realizó un taller integrado de danza tinku, cosmovisión y muralismo. Esta actividad es la primera de su tipo en la Población Pablo de Rokha, por lo que invitamos a todos y todas a formar parte de ella, pensada para toda la familia.


Editorial Quimantú



12 oct 2017

Ernesto, carne y hueso de los sueños

Con motivo del cincuentenario de la caída del Comandante Ernesto “Che” Guevara, durante la tarde del viernes 6 de octubre se realizó un homenaje en el frontis de la Casa Central de la Universidad de Chile.

Fotografía: Quimantú

La jornada conmemorativa también contó con el despliegue de un monumental lienzo desde el techo de dicha casa de estudios, en donde también se aprovechó de distribuir gratuitamente miles de ejemplares de “El socialismo y el hombre en Cuba” —aquella célebre carta escrita durante 1965 por el Che y dirigida hacia Carlos Quijano, en aquel entonces director del semanario uruguayo Marcha— a los asistentes y transeúntes presentes, ejemplares que hasta el día de hoy, siguen siendo distribuidos por entre distintas escuelas y universidades, lugares de trabajo y organizaciones sociales, tanto en la Región Metropolitana como en otras regiones.

En total, se imprimieron 10.000 ejemplares de “El socialismo y el hombre en Cuba”, siendo todo esto producto de un esfuerzo mancomunado de semanas, que de manera autónoma y autogestionada, fue desarrollado a pulso por diversas organizaciones territoriales, estudiantiles así como vinculadas al ámbito editorial popular.

La iniciativa busca potenciar y multiplicar los espacios reflexivos y discusión en torno a las diversas experiencias revolucionarias de las que fue parte el Che durante en su vida rebelde, heroica, digna y más vigente que nunca.

Puesto que hacer de una carta, uno de los mensajes más vibrantes hacia la humanidad que se hayan escrito durante el último tiempo, y que hasta el día de hoy, éste mantenga pleno sentido y vigencia, es una de las tantas obras de quien, siendo un auténtico patrimonio de Nuestra América, con su ejemplo de arrojo y valentía, se hizo universal para los pueblos pobres del mundo.

No obstante, cabe dar cuenta de lo paradójico que es realizar una jornada conmemorativa con motivo de su caída, puesto que como cualquier jornada de ese carácter en las que tanto encuentra su razón de ser la izquierda local actualmente, asumámoslo, se podría haber terminado rindiéndole culto a una idealización del Che, o finalmente, en medio de una cínica nostalgia, desentendernos de una reflexión crítica, profunda y prepositiva en torno a la enorme obra del Che, así como también y consecuentemente, en relación a nuestros propios procesos de encuentro, organización y construcción.

Consideramos pues, que aquel reconocido primer plano con la boina militar de la estrella y mirada perdida, ha silenciado aquel muchacho que alguna vez hizo creer a su familia que se matricularía de ingeniero, pero que, finalmente, optó por Medicina; ha relegado también la riqueza de sus incertidumbres durante el viaje en motocicleta por América Latina, ha desconocido su ayuda humanitaria en Guatemala, que le llevó inclusive a figurar entre los condenados a muerte; ha ocultado las ricas experiencias durante sus desempeños como presidente en el Banco Nacional de Cuba o luego, como Ministro de Industrias, en donde como era de esperar, hizo constantes críticas prepositivas al proceso del que era parte, las que todavía muestran notable validez.

Del mismo modo, puede que el mismo primer plano puede que haya disimulado aquel dramático momento en donde le enrostró a toda la izquierda internacional su cruel indiferencia durante la guerra que azotó al valeroso pueblo de Vietnam, pues como expresó, no se trataba sólo de desearle éxitos al agredido, sino de correr la misma suerte; acompañarlo a la muerte o a la victoria.

¿Acaso ésta interpelación no toma especial fuerza el día de hoy en Nuestra América y el mundo?

Sin haber agotado las tantas coyunturas de las que el Che nos dejó lecciones, creemos a fin de cuentas que aquella descuidada apreciación de su obra, niega explícitamente el valor de su heterodoxo itinerario, no sólo como como Comandante, sino particularmente como Ernesto. A saber, omite que amó y fue amado, que río, lloró, como también en más de alguna ocasión pudo haber tropezado, hechos consustanciales del cotidiano para todos los hombres y las mujeres, especialmente para quienes consignan su vida a la Revolución.

De esta manera, nos preguntamos cómo es posible tan sólo conmemorarle, habiendo tanto por hacer y quedándonos tanto por tomar en cuenta de sus heroicas gestas, de aquellos incontables sueños hechos carne y huesos. Consideramos entonces, que el genuino homenaje no puede realizarse a través de hechos eventuales ni mucho menos, sino que constantemente a través de nuestra práctica cotidiana.

Cabe señalar por último, que realizado el homenaje, al día siguiente la prensa oficial tan reaccionaria como de costumbre no tardó en denostarlo, enfatizando el hecho de haber sido una actividad no autorizada por el plantel de la Casa de estudios, y  que además, su misma Federación de Estudiantes se desmarcaba del hecho. Al respecto, no está demás decir que un homenaje para alguien como el Che, no requiere de autorización alguna. Asimismo, como alguna vez bien señaló Eduardo Galeano, sabemos que cuanto más insultan, manipulan o traicionan al Che, más nace. A saber, él es el más nacedor de todos. 


Una de las fotografías que circuló por diversos medios de prensa oficiales.

Por Ignacio Andrés
América Leatina desde Abajo