Extractivismos
y corrupción: anatomía de una íntima relación, Editorial Quimantú (2019). Ilustración de
Cometa Ludo.
Cinco años después del último América
LeAtina desde Abajo [1] y ya en
los preparativos de una nueva jornada, no son pocas las inquietudes que se
asoman de forma previa al encuentro. Una de ellas concierne a los
extractivismos, principalmente su definición y los usos de su concepto, pues ha
sido este uno de los tema principales (sino el central) en las discusiones
realizadas hasta el momento, cuestión que no debería suponernos ninguna
sorpresa si consideramos que el América LeAtina se piensa realizar para la
primera semana de diciembre, es decir, después del Foro de Cooperación
Económica Asia-Pacífico o APEC (por realizarse el 16 y 17 de noviembre) y
durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático o COP25 [2] (del 2
al 13 de diciembre).
Considerando que hace algunos meses la
editorial Quimantú y el Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales [3] (promotores
del América LeAtina por lo demás) publicaron el libro de Extractivismos y Corrupción [4] de
Gudynas [5], es
oportuno extraer algunas definiciones de dicha obra [6], a fin
de ofrecer un insumo para las organizaciones e individualidades que son parte
de este encuentro.
Según Gudynas, “nos encontramos frente a
un extractivismo cuando ocurren tres características simultáneas: una
extracción de recursos naturales en grandes volúmenes o alta intensidad, donde
la mitad o más son exportados a los mercados globales, y lo son como materias
primas o commodities” [7].
Estos “incluyen clásicos emprendimientos como la minería a cielo abierto, la
explotación petrolera” así como también con “la agricultura (con ejemplos como
la soja, banano, caco, etc. en varios países), ganadería (es el caso de la cría
de ganado para exportar), pesquerías (como la pesca masiva para harinas que se
exportan), camaroneras, etc. Por lo tanto, hay varios modos de apropiación que
son extractivismos; es un concepto plural”.
En el caso de Chile, “desde el año 2000,
las exportaciones de materias primas siempre ha representado más del 80% del
total de las ventas al exterior, con varios años llegando al nivel del 87%,
entre 2000 y 2016; esto recuerda a los niveles del 90% propios de las décadas
de 1970 y 1980 (datos de CEPAL [8]).
Esos registros están muy próximos a lo observado en los países
hiperextractivistas (Venezuela, Ecuador y Bolivia). El cobre representó el 43%
del total de las exportaciones en 2016, siguiéndole a los pescados (6%) y pulpa
de celulosa (4%). De este modo, Chile repite un patrón de exportación basado en
recursos naturales, muy similar al de sus vecinos más allá de que los productos
involucrados sean otros”.
El autor también enfatiza que a la hora
de definir los extractivismos debemos considerar el volumen total del recurso
extraído (incluyendo además los desechos del recurso final exportado) y
considerando el impacto ambiental, considerando la destrucción propiamente tal de
la naturaleza y los efectos tóxicos producidos por agentes
físicos y químicos en el ambiente con cada proceso de extracción.
Por otro lado la inserción en el mercado
internacional es fundamental a la hora de comprender los extractivismos. Por
esta razón la minería ilegal y el cultivo de coca para el narcotráfico es
extractivismo pero la minería de rocas y arenas para la construcción, que
también posee impacto ambiental, no lo es en tanto que no se articula con la demanda internacional,
que supone la búsqueda de saciar las necesidades de consumo en otros
continentes y ante lo cual se desencadenaría un impacto socioambiental y territorial
por fuera de los límites de un problema nacional.
Gudynas reconoce los extractivismos como
glocales, es decir, que adoptan realidades locales específicas a las
necesidades globales generales del mercado. En sus propios términos, “se anclan
a sitios o de yacimientos altamente fértiles pero cuyo ritmo de extracción
depende completamente de las alzas, bajas, demanda o disponibilidad de capital
presentes en el mercado internacional, sumándose a este elemento la incapacidad
de los gobiernos nacionales”.
Las definiciones elucubradas por Gudynas
guardan una estrecha relación con la de movimientos sociales más o menos
recientes (como los desarrollados en los países exportadores de petróleo en
África) al tiempo que permiten hallar prácticas extractivas de exportación en
sectores como la agricultura y la ganadería. También toman distancia de los
nuevos usos del concepto (extractivismo financiero o extractivismo
epistemológico por citar dos), que afectan la rigurosidad de los análisis y
generan incertidumbre. El autor también enfatiza que “se cae, además en
extremos donde se confunde extractivismo con capitalismo o incluso con el
desarrollo, lo que genera aún más incertezas, ya que se pierde de vista que
tanto el capitalismo como el desarrollo son mucho más que las estrategias de
aprovechamiento de los recursos naturales”.
De descartar los relativismos recién
descritos, reconoceremos que los extractivismos “no son una industria, sino que
expresan una apropiación de recursos naturales sin proceso alguno de manufacturación”
y que por otro lado, tampoco producen recursos nuevos, solo los remueven y los
venden. En definitiva, en lugar de ser una “producción” son una pérdida de
patrimonio natural.
El autor también menciona que los
extractivismos se ordenan por generación según las tecnologías utilizadas,
volúmenes acaparados y el consumo de materia, energía y agua que precisan. La
primera generación se basa preponderantemente en la fuerza humana y la segunda
supone el uso de maquinaria simple. En la tercera, actualmente predominante, se
encuentra la megaminería, las plataformas de perforación múltiple (para la
extracción de petróleo) y los monocultivos [9]. En este
caso, aunque se remueva mayor volumen de recursos naturales, se precisa también
un mayor uso de materia, energía y agua, expresándose así un rendimiento
decreciente en la extracción. Esto se ve agudizado en la cuarta generación
(como es el caso del fracking [10]), en
donde como ejemplifica Gudynas, “se necesita el equivalente a un barril de
petróleo para extraer el equivalente a un barril de crudo”.
Conforme a todo lo visto es sencillo establecer
una relación entre los extractivismos y la corrupción. Esto debido a que cada enclave extractivista requiere de
redes de conexión (carreteras, ferrovías, puertos, aeropuertos, etcétera) que
permitan la libre circulación de insumos y recursos. Es cuestión de revisar la
logística requerida por la implementación del proyecto de Iniciativa de
Integración Regional Sudamericana o IIRSA [11]. A esto
se suman los emprendimientos de apoyo o cuencas de soporte, tales como represas
de riego o hidroeléctricas.
Es importante además considerar que ni
estos ni las redes de conexión son extractivismos propiamente tales, aunque si
estén estrechamente asociados. Y la corrupción afecta a los enclaves
extractivos, redes de conexión y emprendimientos de apoyo. También lo hace en las
etapas previas (exploración y prospección) a la extracción, en la obtención de
concesiones territoriales y acceso a capitales para inversión, su articulación
con el Estado (paga de impuestos, cumplimiento de normas laborales, relación
con las comunidades), su inserción en el mercado y para consumar las fase de
abandono (en el caso de los enclaves mineros o petroleros).
Gudynas define la corrupción como el
conjunto de “prácticas ilegitimas, irregulares e incorrectas, tanto ilegales
como alegales, realizadas en ámbitos públicos como privados, por distintos
actores, quienes logran beneficios propios, aprovechando posiciones de poder,
que a su vez desencadenan perjuicios sociales y ambientales, y por lo tanto
expresan injusticias”.
Así y todo, para el autor la corrupción
“no es solo un problema con funcionarios estatales o políticos, sino que
incluye a cualquier individuo o grupo de individuos que están involucrados en
debates, decisiones y acciones colectivas”. Vale señalar la diferencia entre la
corrupción y la coerción. La primera apela a las ‘interacciones o
transacciones’, mientras que la segunda hace uso de amenazas, violencia, miedo,
etc.
Por último, consideramos que esta
concepción de corrupción, ampliada por fuera de la política gubernamental, es
fundamental no solo a la hora de revisar el arribo, desarrollo y declive del
ciclo progresista en América Latina, sino que quizás también nos sirva para
revisar nuestro propio desenvolvimiento político en el marco de las relaciones
sociales que sobrellevamos a diario.
Por Ignacio Andrés
América LeAtina desde Abajo
[2] Recomendamos revisar “La
COP25 en el país que privatizó hasta las aguas” de Andrés Kogan Valderrama (Observatorio Plurinacional de Aguas -
Chile) : https://www.rebelion.org/noticia.php?id=258503
[5] Eduardo Gudynas (Montevideo,
1960) es investigador en el Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES).
Desde hace más de una década sigue la problemática de los extractivismos en
América del Sur en la investigación, capacitación y acompañamiento a
movimientos sociales. Es investigador asociado en la Universidad de California,
Davis, y fue el primer latinoamericano en recibir la cátedra Arne Naess en
ambiente y justicia global de la Universidad de Oslo. Entre sus últimos libros
se cuentan “Extractivismos: ecología, economía y política de un modo de
entender el desarrollo y la Naturaleza” y “Derechos de la Naturaleza y
Políticas Ambientales”, todos ellos publicados en distintas ediciones en varios
países. Extraído de Extractivismos y
Corrupción. Anatomía de una íntima relación (2018), Editorial Quimantú.
[6] A modo de enriquecer nuestra
lectura en el tema, recomendamos otros breves artículos: “A mayor
extractivismo, menor democracia” de Maristella Svampa (https://movimientom4.org/2015/09/maristella-svampa-a-mayor-extractivismo-menor-democracia/),
“Maristella Svampa: Megaminería, extractivismo y patriarcado” de Melissa Zenobi
(https://www.lahaine.org/mundo.php/maristella-svampa-megamineria-extractivi)
y “Extractivismo Urbano. Debates para
una construcción colectiva de las ciudades” de Emilce Heredia Chaz (http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1853-36552018000100009)
[7] Por
commodities entendemos bienes con poca elaboración y que poseen poca
diferenciación entre sí, y se maneja a un precio parejo, sin importar su
procedencia, como el petróleo, soja, oro o plata. Cambiar
el mundo desde arriba. Los límites del progresismo, Raúl Zibechi, Editorial
Quimantú (2016). Cabe destacar que para Zibechi, el modelo extractivo de
producción y exportación de commodities como base de la economía es uno de las
cuatro características que comparten los gobiernos progresistas, a tal punto
que considera al modelo extractivo anclado en los hidrocarburos, la minería a
cielo abierto y los monocultivos como la soja, como la clave del éxito
económico y las políticas sociales ancladas en transferencias monetarias, así
como el eje de la legitimidad de los progresismos en la región. Recomendamos
también revisar las Diez tesis urgentes
sobre el nuevo extractivismo de Gudynas, donde estudia las principales
características del modelo bajo los gobiernos progresistas: http://ambiental.net/2009/12/nuevo-extractivismo-progresista-diez-tesis-urgentes/
[8]
La CEPAL
o Comisión Económica para América Latina y el Caribe es una de las cinco
Comisiones Regionales de las Naciones Unidas y su sede está en Santiago de
Chile. Se fundó para contribuir al desarrollo económico de América Latina,
coordinar las acciones encaminadas a su promoción y reforzar las relaciones
económicas de los países entre sí y con las demás naciones del mundo.
Posteriormente, su labor se amplió a los países del Caribe y se incorporó el
objetivo de promover el desarrollo social. Fuente: https://www.ecured.cu/CEPAL
[9] Los monocultivos son
plantaciones de gran extensión con árboles u otro tipo de plantas de una sola
especie, en donde se utilizan los mismos métodos de fertilización, control de
pestes y producción. Las plantaciones más frecuentes son: la caña de azúcar,
los cereales, el algodón y el árbol de pino. Este sistema puede alcanzar en un
corto tiempo el máximo de producción agrícola y se emplea por lo general donde
existe la escasez de mano de obra. Presenta una serie de desventajas en el
ámbito ecológico y de la biodiversidad ya que causa el desgaste de los
nutrientes del suelo, erosionándolo, reemplazando los bosques naturales,
alterando el ciclo hidrológico de la zona, disminuyendo la producción de
alimentos para las comunidades colidantes y deteriorando el paisaje, por solo
mencionar algunos aspectos. Extraído de https://conceptodefinicion.de/monocultivos/
[10]
El
fracking o fracturación hidráulica es una técnica que posibilita o aumenta la
extracción de gas y petróleo del subsuelo. Para mayor información recomendamos
leer el siguiente artículo: https://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/10/131017_ciencia_especial_fracking_abc_am
[11] “¿Sabes lo que es el IIRSA –
“Iniciativa de Integración Regional Sudamericana” y sus Implicancias para los
territorios?”: http://www.mapuexpress.org/?p=274
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