El gran despertar; Grecia, del siglo VII al V a. C. aborda los avances de las ciudades-estado griegas en el campo del arte, de las que destaca Atenas. El antiguo arte griego, deudor en sus comienzos del arte egipcio, supondrá el equilibrio entre la adhesión a las reglas y la libertad del artista. De sus descubrimientos destaca el escorzo, el tratamiento del cuerpo en movimiento y una innovadora búsqueda de naturalidad en sus escenas.
La civilización griega fue un complejo conglomerado de diversas culturas, de las que podemos citar la cretense y la micénica, y cuya mixtura, la mayor de las veces violenta, tardó varios siglos para consumarse. Su arte se mostró hasta el siglo VII inclusive más rígido que el egipcio en varios aspectos, pero en las generaciones venideras produjeron la “mayor y más sorprendente revolución en toda la historia del arte”. Se desconoce la época exacta en que esto comienza. Los primeros templos griegos, que datan del siglo VI a. C., probablemente hayan sido el escenario privilegiado para estén proceso.
Se sabe que los artistas griegos emularon a los egipcios, pero que no se quedaron ahí. “Cada escultor griego quería saber cómo tenía él que representar un cuerpo determinado. Los egipcios basaron su arte en el conocimiento. Los griegos comenzaron a servirse de sus ojos. Una vez iniciada esta revolución, ya no se detuvo”. Le siguieron los pintores, que dejaron las convencionalidades egipcias, reteniendo la limpidez y la belleza en la distribución, pero sin hacerla excesivamente geométrica ni angulosa como los egipcios, sino que holgada y flexible.
Para Gombrich fueron los griegos también descubrieron el escorzo. Puede que muchos relacionen este recurso artístico más bien con los avances del renacimiento italiano, pero si consideramos que en gran medida los renacentistas buscaban retomar los fundamentos del arte grecorromano, esta aseveración toma pleno sentido, y de no ser esto suficiente, es cuestión de observar las esculturas y vasijas griegas, intentando recrear la ya compleja construcción de los cuerpos allí presentes.
La palabra escorzo, que proviene del término italiano scorciare y que traduciremos como acortamiento, es un método utilizado por el dibujo, la pintura y la fotografía para dar volumen y profundidad a las figuras (o partes de ésta) en la imagen. Esto en posición oblicua, es decir, puesto en planos o líneas ni solo horizontales ni solo verticales. Para conocer la historia y revisar algunos ejemplos de escorzo recomendamos revisar https://es.gallerix.ru/pedia/painting--foreshortening/.
“La gran revolución del arte griego, el descubrimiento de las formas naturales y del escorzo, tuvo lugar en la época que es, al propio tiempo, el período más extraordinario de la historia del hombre. Época en la que las ciudades griegas empiezan a interrogarse acerca de las tradiciones y leyendas antiguas y a inquirir sin prejuicios la naturaleza de las cosas, y en la que la ciencia tal como la entendemos hoy, y la filosofía, surgen entre los hombres, mientras el teatro empieza a desarrollarse, naciendo de las ceremonias celebradas en honor de Dionisos. No debemos suponer, sin embargo, que en aquellos días los artistas se contaron entre las clases intelectuales de la ciudad. Los griegos acomodados, que regían los negocios de ésta y que empleaban su tiempo en argumentar interminablemente en el ágora, y acaso también los poetas y los filósofos, consideraban en su mayoría a los pintores y escultores como gente inferior. Los artistas trabajaban con sus manos y para vivir. Permanecían en sus fundiciones cubiertos de sudor y de tizne (el humo que se pega a las sartenes, ollas y otras vasijas que han estado al fuego), se afanaban como vulgares braceros y, por consiguiente, no eran considerados miembros cabales de la sociedad griega. Sin embargo, su participación en la vida de la ciudad era infinitamente mayor que la de un artesano egipcio o asirio, porque la mayoría de las ciudades griegas, en particular Atenas, eran democracias en las cuales a esos humildes operarios despreciados por los esnobs ricos les estaba permitido, hasta cierto punto, participar en los asuntos del gobierno”.
De las obras creadas durante el período de esplendor griego, tras la victoria sobre el Imperio Persa en las guerras médicas (492 a. C.-449 a. C.), no persisten originales. Esto debido a la destrucción por parte de las sectas cristianas —antes y después del triunfo del cristianismo en la región—. Con lo que se cuenta son copias de segunda mano y algunas descripciones antiguas. Cabe señalar además que, muchos de los templos de los que hoy solo quedan sus cimientos, estaban recubiertos por intensos colores tales como rojo o azul.
La necesidad de los templos de contar con estatuas de atletas (cuya victoria era dedicada a los dioses) encargadas a los artistas, probablemente contribuyó al amplio conocimiento del cuerpo humano en movimiento. “Toda obra griega de aquel gran período muestra esta sabiduría y pericia en el reparto de las figuras, pero lo que los griegos de la época apreciaban más aún era otra cosa: la libertad recién descubierta de plasmar el cuerpo humano en cualquier posición o movimiento podía servir para reflejar la vida interior de las figuras representadas. Sabemos por uno de sus discípulos que eso fue lo que el gran filósofo Sócrates —asimismo formado como escultor— recomendaba a los artistas que hicieran. Debían representar «los movimientos del alma» mediante la observación exacta de cómo «los sentimientos afectan al cuerpo en acción».”
San Bernardo, 5 de mayo de 2021
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