27 sept 2023

A propósito del lanzamiento de Antonio Gramsci. Aproximaciones y (re)lecturas desde América Latina

Hace poco más de una semana fue lanzado Antonio Gramsci: aproximaciones y (re)lecturas desde América Latina en el Museo del Estallido Social[1]. Contamos con la participación del coordinador del libro, Hernán Ouviña, así como también con las apreciaciones de Verónica Huerta Forch de la Asamblea Empart[2] y Pancha Fernández Droguett, del Movimiento por el Agua y los Territorios[3] y la Escuela Campesina de Curaco de Vélez[4].



El libro, que corresponde a una edición mancomunada entre Editorial Quimantú, Muchos Mundos Ediciones[5] (Argentina) y Desde el Margen[6] (Ecuador), es en términos de Hernán, una introducción al pensamiento de Gramsci con cierta densidad conceptual, pero con vocación pedagógica y destinada a la formación política. Cuenta con numerosas ilustraciones y trece capítulos que, desde la diversidad autoral, temática y de enfoque, examinan la validez del autor sardo en tres fases de su mayúscula obra. Un primer momento que gira en torno al auge de masas, situado el denominado “bieno rojo”; un segundo de reflujo que registra los periplos de Gramsi en su período de autocrítica y replanteo acerca de un contexto donde ya no se vive un ascenso revolucionario, hasta su detención; y por último, un tercero que si bien se enmarca en la derrota dará luz a los célebres “Cuadernos de la cárcel” y no equivale a un pensamiento que reniegue de la necesidad de la ruptura ni del cuestionamiento al capitalismo como sistema.

Verónica destacó el aspecto gráfico presente en este trabajo, como también sus primeras lecturas del autor italiano para los debates de su época estudiantil, que coincidió con el período de renovación socialista y transición pactada en Chile. Estos usos y abusos de Gramsci como “teórico de los consensos” nuevamente resurgieron conforme la revuelta se debilitaba. Cerró con una cita de Josefina Torres, autora ecuatoriana presente en el libro: “Así, habitando desde los márgenes nos reconocemos los pueblos de nuestra América, del Abya Yala, de los sures subalternizados en pie de lucha, comprometidos en la construcción colectiva de “un mundo en el que quepan muchos mundos”, a veces con victorias, a veces con derrotas. Obstinados/as estamos en vivir la historia que queremos contar, y por ello Gramsci se vuelve más actual que nunca, no como recetario, no como dogma, sino como quien escucha al compañero que, desde su mirada crítica, nos permite enrumbar camino, fortalecer la voluntad y avanzar en el ser común de nuestra necesidad de liberación”

Pancha también leyó tempranamente a Gramsci a través de talleres de formación estudiantil. Allí el autor sardo demostraba una particularidad que llamó su atención: su condición de militante que conjugaba impresiones y análisis en la primera línea de los hechos. De igual manera, revisitó la revuelta y centró sus reflexiones en ámbitos como el Estado y la hegemonía, la autonomía y la nueva institucionalidad anticapitalista, la espontaneidad y el fascismo, que tan presentes están en el autor de los Quaderni.

Para Hernán la revuelta fue un parteaguas no solo en Chile, sino un hito que conmocionó a toda nuestra región. Él se encontraba en Chile al comienzo del estallido, y la proliferación de estas fuertes dinámicas asamblearias y espontáneas no fueron una cuestión azarosa.

Rememoró la crisis del 2001 en Argentina en donde hubo un interés en recuperar un Gramsci ya no derrotista, por lo cual se armó un seminario que, en paralelo a la militancia piquetera y a otras iniciativas gestadas desde abajo, sirvió de precedente para comenzar a indagar en el autor italiano y generar más espacios de formación y praxis, de estudio e investigación militante. Para ese entonces también aparecieron otras dos descomunales figuras: Rosa Luxemburgo y José Carlos Mariátegui. Tres intelectuales orgánicos con discapacidades y defectos múltiples, que coincidieron en una admirable actitud vital frente a escenarios difíciles donde no había garantía de triunfo, aunque tampoco inevitabilidad de la derrota. Algo no menor en autores cuyas obras nos sirven al momento de pensar la revolución en el presente, a nivel local y como proceso cotidiano, en una clave que Hernán caracterizó como “bifacética”: de impugnación del orden dominante y a la vez de autoafirmación de lo nuevo; en tanto crítica radical de todo lo existente y creación colectiva de la sociedad futura, aquí y ahora, desde la centralidad de lo comunitario.



La visita de Hernán también se enmarcó en la Feria del Libro Internacional de Recoleta y parte de la Escuela Latinoamericana de Formación Política Rosa Luxemburgo[7]. Como era de esperar, cuando coincidimos en algún espacio aprovechamos de conversar un poco ―principalmente sobre la actualidad chilena y argentina―, y tras su regreso a Buenos Aires nos compartió la siguiente reflexión:

Tuve la oportunidad de estar en una coyuntura muy significativa como fue de conmemoración de los 50 años del golpe. Algo que me llamó la atención y celebro es que la infinidad de actividades y eventos que se realizaron en simultáneo, no pusieron el foco exclusivamente en ese momento trágico del 11 de septiembre, sino también en el proceso previo signado por el triunfo de la Unidad Popular y en toda la experimentación social, política, educativa, económica y cultural que se vivió durante los 1000 días que duró el gobierno de Allende, que como sabemos excedió a una apuesta meramente gubernamental e incluso estatal, habilitando dinámicas de autoorganización de lo más variadas.

Exhumar aquellas iniciativas desde abajo y vinculadas con el poder popular, dotar de relevancia a las prácticas y repertorios de lucha en poblaciones, universidades y fábricas, dar cuenta y rescatar del olvido las lecturas y reflexiones que se hicieron al calor de los procesos de resistencia y de autoafirmación, en torno a los desafíos y dilemas de la transición al socialismo en aquel tiempo histórico excepcional y de enorme movilización, es algo clave para nuestro presente. Y por supuesto, también sopesar las limitaciones propias del proyecto encarnado en la Unidad Popular y balancear por qué el golpe triunfo y no tuvo casi resistencia organizada por parte del activismo y de las organizaciones de la izquierda.

Analizar de manera fraterna y autocrítica los motivos de ese “desarme” de la revolución, en términos no solo político-militares sino de un pensamiento estratégico que trascienda el coyunturalismo y la mirada puramente centrada en la disputa institucional, hoy resulta más necesario que nunca. Por otro lado, me causó mucha bronca la repudiable la actitud del presidente Gabriel Boric, quien por esos días no tuvo mejor idea que reunirse con Sebastián Piñera y calificarlo como un “demócrata”. Es una afrenta a todas y todos los asesinados, encarcelados, torturados y violentados durante la revuelta. No solo el actual gobierno no ha dinamizado la liberación de los presos políticos, sino que incluso mantiene militarizado el Wallmapu y asume una parte importante de la agenda más conservadora como propia, lo que pavimenta el terreno para el crecimiento de una extrema derecha que ha tomado ya desde hace un tiempo la iniciativa política.

Creo que estamos ante un escenario de inestabilidad hegemónica y de crisis, tanto en Chile como en Argentina, donde se evidencia el fracaso de gobiernos que solo muy tenuemente podemos caracterizar como “progresistas”, ya que han terminado emulando las lógicas más perversas de continuidad y reactualización del neoliberalismo, lo que refuerza un sentido de frustración, malestar y descontento en una parte importante de la población, que es capitalizado por sectores ultraderechistas.

Frente a este contexto tan complejo, revisitar a Gramsci y a sus conceptos nos parece imprescindible, siempre y cuando ejercitemos lo que él solía denominar “traducibilidad de lenguajes”, es decir, resignificar y actualizar sus propuestas a partir de los desafíos y dilemas de nuestra realidad. Más que aplicarlo, es preciso aclimatarlo, hacerlo dialogar con las luchas y territorios que habitamos. Necesitamos un Gramsci piquetero, poblador, asambleario, anticapitalista, antipatriarcal y antiracista, no sectario ni posibilista, que articule campo y ciudad, el poder popular y el autogobierno en cada barrio o ámbito local, con la disputa contracultural y pedagógica a gran escala, que apunte a construir una nueva subjetividad emancipatoria en base al buen vivir y a la autodefensa de la vida en todas sus formas. En este sentido, creo que reinstalar el debate en torno a la necesidad del socialismo como horizonte también es urgente en Abya Yala. Eso sí: será un socialismo en el que quepan muchos socialismos.

Por Ignacio Andrés
Codigua, Melipilla, 17 de septiembre de 2023


24 ago 2023

Una nueva antología zapatista de sur a sur

Este sábado 19 de agosto fue presentado en el Museo del Estallido Social el libro “Zapatismo para el sur del mundo. Antología de textos zapatistas”. Contamos con la música de Nico Chincola y la performance de Samuel Ibarra. La presentación en su conjunto fue transmitida por Radio Plaza de la Dignidad Oficial[1].

La presentación contó con la participación de Moro Maxwell e Irma Senn (compiladores del libro), Gabriela Jiménez y Franco Ripetti por Editorial Quimantú y Gabriela Omori desde el Museo del Estallido Social. 


Esta última comenzó destacando por entre otros aspectos, la forma del libro, que se apoya en la tradición oral, de tratamiento sencillo ―que recurre al humor y la paradoja―, a pesar de las temáticas complejas que aborda. Revisó un fragmento que aborda el vínculo entre las comunidades y el movimiento zapatista con la sociedad civil, que le transportó al Chile de la revuelta, de la cual el Museo[2] funge como repositorio pero que también, como lo demuestra el propio lanzamiento, apuesta como un espacio de encuentro y memoria activa[3].

Moro se refirió a cómo la publicación se vio dilatada por diversas circunstancias, pasando de ser una contribución para una revuelta todavía vigente a un insumo para una coyuntura compleja, que funde la gestión de un gobierno socialdemócrata (que intervino como dique de contención para el propio estallido) y la conmemoración de la cincuentena del golpe de Estado. Se refirió además a algunos hitos de la lucha zapatista, como lo fueron los acuerdos de San Andrés[4] y que pudo conocer en primera persona.

Para Irma uno de los objetivos del libro es reconocer cómo el movimiento no se limita al EZLN, y conocer las múltiples y sólidas experiencias de las orgánicas indígenas y civiles, rurales y urbanas ―cuyas redes hace tiempo ya cruzaron México― que lo componen, y de las que el EZLN sirve de retaguardia. Lectura parcelada que también se da a nivel local, cuando se revisa al estallido social como un hito concentrado en el centro de la capital o lugares simbólicos en el país, invisibilizándose así las asambleas territoriales, redes de abastecimiento y otras dinámicas que aún siguen vigentes en diversos territorios.

Gabriela se remitió principalmente a su experiencia en los encuentros de mujeres y los desafíos que supone aplicar las dinámicas allí discutidas en los espacios urbanos neoliberales. Por último, Franco destacó cómo el zapatismo logra concentrar las demandas que la gran mayoría de movimientos antisistémicos, desde abajo y a la izquierda reivindica y busca materializar. Demandas presentes en siete principios: obedecer y no mandar, representar y no suplantar, bajar y no subir, servir y no servirse, convencer y no vencer, construir y no destruir, proponer y no imponer. 


También se hizo mención a la larga huelga de hambre, que por más de 100 días, sostienen los Presos Políticos Mapuche en la Cárcel de Angol[5], la cual se tornó en Huelga Seca hace unos días atrás. Se hace necesaria la contextualización de las luchas indígenas a lo largo del continente, las cuales se multiplicaron durante la década del 90, y de la cual en nuestro territorio las comunidades Mapuche en resistencia son parte de dicho proceso. La Huelga apunta a la aplicación del Convenio 169 de la OIT y el fin de la dispersión de los prisioneros políticos Mapuche, quienes fueron trasladados a diversas cárceles, luego del montaje sobre una supuesta agresión a gendarmería hace unos meses atrás.

Tras la presentación se abrieron las palabras al público asistente, las que se distinguieron por no limitarse a solo realizar preguntas a la mesa, sino que también por comentar y responder sobre la base de la experiencia de otros encuentros con el zapatismo y la praxis popular local.

Junto a esta publicación, la Editorial Quimantú suma otro libro concerniente a la lucha zapatista. Entre las publicaciones previas encontramos EZLN. Abajo y a la izquierda (2008)[6], Cruzando fronteras. Mujeres indígenas y feminismos desde abajo y a la izquierda (2017)[7] de Sylvia Marcos y La tierna furia. Nuevos ensayos sobre el neozapatismo mexicano (2019)[8] de Carlos Aguirre Rojas, por citar tan solo algunos. Además de abordar el proceso en varios otros títulos que revisan los movimientos sociales contemporáneos, siempre desde una mirada que acompaña a las y los protagonistas en su propia historia. Es por ello que ―y considerando que el libro fue lanzado en el Museo del Estallido Social― recomendamos la mirada colectiva presente en 18 de Octubre: primer borrador. Reflexiones desde abajo para pensar nuestro mañana[9], el cual se encuentra liberado.

A través de más de doscientas páginas, en Zapatismo para el sur del mundo revisamos la genealogía zapatista a través de su pluma, sus metáforas y dilemas que nos invitan a reflexionar. Los antecedentes del movimiento, la fundación y especial evolución que transcurre en el seno del EZLN. Diversos análisis de coyuntura, estudios de Economía Política, la Ley Revolucionaria de Mujeres, la cuestión electoral, la hidra capitalista y como no, la gira que iniciaron hace tan solo unos años y que les ha llevado por diversos centros y rincones del mundo. Todo esto desde la praxis de un movimiento que surgido hace algunas décadas atrás en el sureste mexicano no deja de reinventarse, que no se ensimisma y cuyo ancho alcance bien puede llegar a abrir nuevos surcos ―o ayudar a ensancharlos― aquí, en la Latinoamérica más meridional.

Puedes ver la transmisión de la presentación aquí: https://www.facebook.com/radioplazadeladignidadoficial/videos/1709329789535928
 

Por Ignacio Andrés
San Bernardo, Santiago de Chile, 22 de agosto de 2023

9 ago 2023

Librándonos del olvido trenzamos memoria y porvenir

A mediados de junio fue realizado el Yo me Libro del Olvido en el Espacio Recuperado Trenza La Río, ubicado en la Población Juan Antonio Ríos (JAR), Independencia. La feria, en su 22ª edición, se enmarcó en la denominada “conmemoración de los mil días de creación y 50 años de resistencias a la contrarrevolución capitalista”, caracterización otorgada por las diversas organizaciones sociales y editoriales que levantaron la jornada, las mismas que manifestaron como fundamental el resaltar “las memorias de luchas de nuestros territorios, las cuales buscaban transformar radicalmente la sociedad, haciéndole frente al olvido, a la memoria institucionalizada y mercantilizada”. 
 

El Espacio Recuperado Trenza la Rio alberga diversas organizaciones que surgieron luego de la revuelta popular de 2019. Tras varios años de funcionamiento en la calle, las organizaciones agrupadas en la Trenza decidieron luchar por un espacio. Para ello se realizó en septiembre del año pasado una toma de un abandonado colegio en propiedad del municipio. Luego de varios meses de lucha y negociaciones con el municipio, éste le otorgó una sede en el corazón de la JAR a las organizaciones de la Trenza.

Entre las orgánicas nucleadas en torno a La Trenza encontramos en el Yo me Libro al Preuniversitario Popular Yoshua Osorio, que busca reforzar a quienes rendirán la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES). Toma su nombre de Yoshua, joven renquino oriundo de la JAR que estudió en un Liceo de la Juan Antonio Rios y que fue hallado muerto en la bodega Kayser el 2019 al comienzo de la revuelta[1].

Por otro lado, también estuvo presente el Almacén Popular Rosa Elena Morales, toma su nombre de la antigua dirigenta vecinal, que durante la Unidad Popular fue encargada de la Junta de Abastecimiento y Precio de la JAR y luego asesinada por la dictadura. Queriendo rescatar la experiencia de la gestión popular del abastecimiento con alimentos, el Almacén Popular realiza compras por mayor para revender a un precio popular los alimentos de consumo diario, para así dar un suspiro a la inflación de los precios y enfrentar de manera autogestionada la colusión de las grandes cadenas de supermercados.

Asimismo, contamos con la participación del Grupo de Apoyo Justicia para Cindy Estrada. Mujer oriunda de Independencia, que fue asesinada el año 2021. Todos los indicios indican que su pareja, un funcionario de la PDI, fue el femicida. Sin embargo, la fiscalía sostiene que ella se habría suicidada con el arma institucional de su ex pareja, por lo que el Grupo de Apoyo lucha hasta el día de hoy por tener justicia para Cindy Estrada. 


Entre los lanzamientos encontramos “Zapatismo para el sur del mundo” de Editorial Quimantú, una antología que versa sobre la vigencia del movimiento nucleado en torno al EZLN, organización que resiste e irradia sus experiencias desde el sureste mexicano a diversos movimientos sociales del mundo; “Escenas Perdidas”[2] una investigación que aborda la experiencia del Departamento de Cine y Television de la Central Única de Trabajadores y los balnearios populares de la Unidad Popular así como el segundo número de la revista “Maleza Desértica”[3].

Por lo que se refiere a conversatorios hallamos “Resistencia popular en dictadura y/o 50 años de resistencia en la JAR”, “Luchas contra el extractivismo y falsas ilusiones” y “Contexto represivo: Ley Nain Retamal y ley anti tomas”[4]. Entre los talleres llevados a cabo encontramos uno de autodefensa, de lecturas contra el olvido, telar de redes, escritura autobiográfica, reparación y memorias, otro sobre poder político, emociones y herbolario y por último uno de fanzine y collage.

También se contó con una muestra fotográfica sobre la Población a cargo del proyecto Memorias de la Rio[5], que rescata las memorias y experiencias de los y las pobladoras. Esto considerando que el día del Yo me Libro coincidió con la fecha del aniversario de la JAR (15 de julio de 1946), conmemorándose así 77 años de la fundación de uno de los conjuntos habitacionales más más avanzados para la época, cuna de destacados deportistas nacionales como Francisco “Chamaco” Valdés y un importante sostén de organización durante la Unidad Popular y resistencia durante la dictadura, como lo demostró la antes mencionada Rosa Elena Morales y luego Carlos Godoy Echegoyen[6], por mencionar solo algunos nombres.

Cabe señalar que a pocos días de realizada la actividad, y bajo el amparo de la funesta Ley Nain, un carabinero de civil asesinó a dos jóvenes pobladores de la JAR (uno de ellos estudiante del Preuniversitario Popular Yoshua Osorio) en un supuesto acto de autodefensa. Al respecto adjuntamos la declaración de organizaciones territoriales de la JAR: https://www.instagram.com/p/Cu-ji6quNXr/?img_index=1

Bajo el título de Yo me Libro desde hace ya varios años se congregan no solo editoriales, sino que como observamos, también organizaciones sociales de diversa índole que coinciden en su lucha por una mejor sociedad. Es un espacio abierto y levantado a pulso cuyas metas más importantes suelen estar implícitas, puesto que esta jornada ―que suele suponer un proceso de amplias discusiones y diversos preparativos― funge por entre otras cosa, de excusa para el encuentro e intercambio de experiencias y procesos de organización. Esto, aunque nos cueste asumirlo, presupone una gran tarea: el mantener la comunicación y la praxis conjunta, no soltar los vínculos de afectos y política, cual delicada y firme trenza. 


Por Malte Seiwerth e Ignacio Andrés,
Santiago de Chile, 5 de agosto de 2023

Notas


[1] A un año del incendio en la bodega Kayser: Familia de Yoshua Osorio mantiene dudas sobre causa de su muerte: https://www.eldesconcierto.cl/nacional/2020/10/17/familia-de-yoshua-osorio-mantiene-dudas-sobre-causa-de-su-muerte.html

[2] Escenas perdidas. Una historia del Departamento de Cine y Television de la Central Única de Trabajadores, CUT (1970-1973): https://www.quimantu.cl/libro/escenas-perdidas/

[3] Revista Anticolonial “Maleza Desértica”. Ensayos, entrevistas, cómics, memorias y más…: https://www.instagram.com/malezadesertica/


[5] "Memorias de la Río": Reconstruir la historia de una población obrera al norte del Mapocho: https://resumen.cl/articulos/memorias-de-la-rio-reconstruir-la-historia-de-una-poblacion-obrera-al-norte-del-mapocho

[6] Carlos Gabriel Godoy Echegoyen fue miembro de una gran familia de socialistas avecindados en la JAR, actual comuna de Independencia, quienes se exiliaron a Cuba tras el Golpe de Estado. Se encontraba en Quintero (Región de Valparaíso) junto a otros jóvenes militantes del PS cuando fueron detenidos por funcionarios de Carabineros de la Comisaría de esa localidad, siendo acusados de formar parte de una escuela de guerrillas. Los jóvenes fueron interrogados y torturados y a consecuencia de ello Carlos fallece un 22 de febrero de 1985, sin que los agentes del Estado lograran extraerle información, como han destacado algunos compañeros sobrevivientes en jornadas conmemorativas: https://contrahegemoniaweb.com.ar/2020/03/06/chile-un-grito-que-exhorta-al-futuro/

12 may 2023

Letras, actos y dilemas precordilleranos

A principios de marzo del presente año se realizó la segunda versión de la Feria Independiente del Libro en Puente Alto (FILPA). Al igual que en la primera ocasión la sede fue la Plaza Elvira Matte —más conocida localmente como “La Monse” y contó con una feria editorial y gráfica, presentaciones de libros, conversatorios y diversos talleres. En un afán por superar la eventualidad y visibilizar los procesos e hitos que llevan a cabo las organizaciones sociales populares, nos hemos comunicado con parte de quienes estuvieron a cargo de la actividad para conocer más sobre su iniciativa y los balances que tienen al respecto.

¿Cómo surge FILPA?

Javier: La idea surgió, en primera instancia, en el marco de la Furia del Libro del año 2019. Martina estaba trabajando como librera en el GAM y yo en el puesto de Doble Ciencia vendiendo libros sobre Poulantzas y Althusser. Nos juntamos a tomar una bebida y comenzamos a divagar sobre la posibilidad de llevar otro tipo de publicaciones a Puente Alto. Distintas, digamos, a lo que podemos encontrar en Clavero, calle histórica para la venta de obras literarias en nuestra comuna, generalmente vinculadas a ediciones escolares y un poco menos críticas. Así nació la primera versión de la feria, en marzo de 2020.

Martina: En particular, pensamos en hacer una feria en la periferia, en este caso en Puente Alto, porque vivimos acá y planteamos una actividad para vecinos y vecinas, ya que el acceso al libro se encuentra centralizado y en nuestras comunas es mucho más limitado. De esta manera, se abre un espacio para vender y distribuir obras literarias aquí, de manera directa, con catálogos más amplios y una diversidad de publicaciones mayor, ya que las únicas formas de acceder a ello son las bibliotecas públicas y las librerías de mall, nada más.


¿Qué colectivos levantaron esta versión y la primera?

Martina: En la primera versión estuvo mucho más presente la Coordinadora Social Shishigang, en particular Matías Toledo y María Salinas, junto con otras personas que se sumaron de forma desinteresada a las gestiones. Básicamente, les pedimos ayuda para levantar la iniciativa. En lo personal, compartí la base de datos de la librería del GAM para invitar a las editoriales y desde la Coordinadora nos ayudaron muchísimo con la infraestructura: pensar el lugar, difundir, compartir los equipos de audio y conseguir toldos, mesas y sillas. En esa ocasión, hubo muchas más complicaciones e improvisación, pero lo fuimos resolviendo durante el día.

Javier: Claro, como dice Martina, la Coordinadora fue la organización que nos ayudó a sostener la primera versión de la feria en relación a su articulación y despliegue durante el mismo día. Esta situación cambió bastante con respecto a la segunda, en la cual se involucraron otras organizaciones e individualidades.

Alonso: Yo no estuve al comienzo de la iniciativa, en la primera versión. Fui invitado a la segunda por una compañera de militancia que también es parte de la Coordinadora Feminista 8 de Marzo, ya que vivo en Puente Alto. Soy militante del movimiento político y social Solidaridad, una organización feminista, comunista y libertaria, pero no participamos de la feria como tal, aunque sí sirvió como herramienta de difusión por redes sociales y contactos para determinadas tareas. Cabe aclarar que como colectividad nos interesa mucho apoyar estos procesos con el fin de reconstruir el poder popular autogestivo. Dentro de la feria, mi labor fue cambiando dependiendo de las necesidades de la etapa en que se encontraba el proceso. Principalmente, estuve junto a más compañeros y compañeras contactando y coordinando a los y las participantes, manejando nuestro Instagram y consiguiéndonos la infraestructura, además de las labores propias del día. 

Patricio: En lo personal, me incorporé a la primera versión hacia el final, de manera voluntaria. Ya me había inscrito para participar con Anagénesis, la editorial donde trabajo, pero me di cuenta que se necesitaba apoyo en otros aspectos y ofrecí ayuda. Me sumé a la lectura de poesía de la jornada y traté de apañar en otras labores del día, como el homenaje al poeta José Ángel Cuevas[1] y ciertas coordinaciones directas en los puestos.

En la segunda versión fue distinto, ya que trabajé con Javier y Martina desde el principio, primero pensando el marco general de la actividad y luego sumando gente al equipo de trabajo. Después distribuimos las labores y echamos a andar todo con algunos meses de anticipación. En la organización también participaron la Coordinadora Social Shishigang, la Coordinadora Feminista 8 de Marzo, Modatima y Memorias en Resistencia, además de algunas individualidades muy apañadoras. Realmente fue caleta de pega, pero al final de la jornada valió la pena el esfuerzo.

¿Cuáles eran las expectativas previas a la realización de la feria, en torno a la actual coyuntura del país, considerando por ejemplo el no tan remoto término del confinamiento y la derrota del plebiscito de salida por una nueva Constitución? 

Martina: En primer lugar, dar un nuevo uso y sentido a los espacios de nuestro territorio, en particular la plaza de la Monse (plaza Elvira Matte). En otras palabras, ocupar estos lugares regularmente y brindarles una nueva identidad, por ejemplo, para que sea el sitio donde vecinos y vecinas saben que realizamos siempre una feria.

Javier: Personalmente, mi expectativa tenía que ver con una cuestión de carácter performático, en el sentido de intervenir la Monse, una de las plazas más concurridas y populares –sobre todo después de octubre–, con libros que fueran vendidos por sus propias editoriales y, en algunos casos, sus autores y autoras. De algún modo, trasladar esa dinámica, que generalmente se da en ferias santiaguinas (pienso en Santiago Centro, Providencia y Ñuñoa), al territorio en que hemos vivido toda la vida. Me pareció, en este punto, una oportunidad de toparse con obras que no suelen mostrarse en la periferia, a pesar de que muchas veces esas mismas publicaciones hablan sobre ella.

Alonso: Me parece que las expectativas estaban influidas por el contexto en que nos encontramos. Al menos volver a reencontrarse y acompañarse, con la idea de ir sosteniéndonos y recomenzar a levantar actividades que estuvieron suspendidas por más de dos años, las cuales nos permitieron organizarnos nuevamente con quienes habitan este territorio, desarrollan oficios desde lo contracultural o con perspectiva transformadora y son afines a todo esto.

Patricio: Quizá sumaría a lo ya dicho la nula intención del municipio de levantar actividades así. Es ilustrativo en ese aspecto que estemos pensando en la 3era FILPA y la municipalidad aún no realice una primera versión de su parte. Pareciera que la cultura la entienden de forma limitada e instrumental, sólo si les sirve para algo, sin considerar lo importante que es para vecinos y vecinas contar con una feria periódica donde acceder a libros distintos, interesantes y al alcance del bolsillo. Tal como dijo Martina, en Puente Alto no hay librerías especializadas, sólo contamos con las bibliotecas públicas y lo que pillamos en el mall, por lo que urge fomentar más instancias como esta.

¿Qué destacan de esta última jornada?

Alonso: Me pareció destacable la convocatoria que se generó por parte de los colectivos que decidieron participar de la feria, como editoriales, organizaciones sociales, artistas, oficios, entre otros, lo que incluso nos puso en aprietos, porque no éramos un grupo grande ni contábamos con muchos recursos, pero estábamos convencidos y convencidas de brindar condiciones dignas a quienes quisieran sumarse. Así, se logró levantar la feria desde la autogestión, en base a mucho esfuerzo y dedicación.

Martina: En esta última jornada, especialmente, hay que considerar que fuimos muchas más personas en la organización, con un mayor diálogo grupal y apoyo mutuo en las labores. Por lo mismo, cada decisión fue mucho más conversada y se consideraron todos los puntos de vista. Esto fue más enriquecedor y consciente en su proceso, lo que marcó una notable diferencia con respecto a la versión anterior. 

Patricio: Además de lo expuesto por Alonso y Martina, me gustaría agregar la complicidad del público hacia el final de la actividad. Al principio nos tocó un calor tremendo, el día más sofocante del año hasta ese momento, pero después de las 18hrs la gente repletó la plaza. La mayoría de las editoriales se fue conforme con las ventas y el cronograma se cumplió a cabalidad, aunque un poco desordenado por algunos imprevistos. De hecho, en el cierre de la jornada, mientras algunas personas de la organización guardábamos la infraestructura básica, se proyectó un documental por parte de Memorias en Resistencia y la feria siguió con una convocatoria muy nutrida. Fue bonito y enriquecedor en varios aspectos. Así dan ganas de seguir.

Javier: Claro, comparto lo dicho por mis compañeros y compañera. En ese sentido, me parece destacable que la FILPA ahora se transformó en un colectivo de personas, representantes de una organización o no, que están dispuestas a seguir trabajando juntas y pensando la feria.


¿Cuáles son los objetivos tras la feria?

Alonso: El objetivo es continuar con una nueva versión el 2024, pero a la vez lograr actividades dentro del territorio durante el año, no sólo porque es el fin de la feria en sí misma, es decir, desplegar jornadas culturales en Puente Alto, sino también porque nos servirá de pie para la siguiente instancia. Además, queremos contar con nuestra propia infraestructura, lo que también nos permitiría apoyar a otras organizaciones y articularnos para reconstruir el tejido social.

Martina: En ese sentido, quizá el objetivo principal sea volvernos una organización más autónoma, que no dependa tanto del municipio, algún poder político en particular u otros factores externos. Eso nos permitiría mayor independencia y un diálogo más libre a la hora de articularnos. Además, sería interesante profundizar y darles protagonismo a las actividades en torno a la niñez, con un enfoque puntual en ello o con jornadas complementarias que ahonden en esa literatura también.

Javier: A mí me parece que un objetivo importante, y esto tiene que ver con el balance colectivo que hicimos de la feria, es poder convocar, sobre todo, a otras zonas de Puente Alto para una próxima versión. Y no sólo de la comuna, también pienso en La Pintana, Pirque o San José de Maipo, por ejemplo. Además, sería interesante que esta iniciativa se impregne cada vez más de las necesidades e inquietudes de nuestro propio territorio, como lo medioambiental, problema particularmente crítico en esta provincia.

Patricio: Creo que lo fundamental ya está dicho, pero no está demás agregar que resulta urgente fomentar un ecosistema literario mayor en las periferias de la región. Una feria anual es importante, pero no basta. También hacen falta librerías, talleres, editoriales, centros culturales autónomos y un circuito más grande donde vecinos y vecinas puedan acceder a obras literarias con más facilidad. No puede ser que tengamos que viajar más de una hora para optar a ello con dignidad. Si los distintos municipios han abandonado esa causa por décadas, creo que nos corresponde organizarnos más y mejor para profundizar la cultura propia en nuestros territorios. Creemos que esperar sin hacer nada no es opción y por eso pretendemos insistir con todo esto. 


Por Ignacio Andrés

San Bernardo, Santiago de Chile, 12 de mayo de 2023

 



[1] José Ángel Cuevas fue integrante del grupo América durante la década de 1960, mientras estudiaba Filosofía en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, y es hoy uno de los poetas influyentes en las nuevas generaciones de escritores. Fuente: https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-100656.html

15 mar 2023

Una remembranza fílmica y algo más

Hace algunos meses la Editorial Quimantú lanzó “Escenas perdidas: una historia del departamento de cine y televisión de la Central Única de Trabajadores, CUT (1970-1973)” de Felipe Montalva Peroni[1] en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Además del autor contamos con la participación de Mario Ramos, Isabel Mardones y Martín Farías. El presente artículo resume brevemente la jornada y se refiere a parte del libro.

Imagen 1. Fotograma de Un Verano Feliz. Recuperado de https://unveranofeliz.cl/

Durante dicha jornada, Mario, editor de Quimantú, indicó que se trata de la segunda visita por parte de la editorial al Museo de la Memoria. La primera fue con motivo del lanzamiento de Contra Bachelet y otros. Algunas historias sobre el golpe militar al interior de las Fuerzas Armadas y de Orden[2] que recoge el testimonio y destino de militares y policías leales al gobierno de la Unidad Popular. Durante esa conmovedora jornada se contó con la participación de Ernesto Galaz, excomandante de la Fuerza Aérea que tuvo que pasar cinco años en la cárcel antes de salir de país. A propósito de ello, Mario reconoce lo difícil de retratar estas historias cuyo peso histórico se entronca con lo emotivo. Agrega así que la Unidad Popular no se sostuvo en ciertos liderazgos, sino que su base estuvo compuesta de miles de protagonistas. Asimismo, que el negacionismo no compete solo a las derechas. La Concertación cumplió y el actual gobierno cumplen un importante rol al respecto.

Para Isabel Mardones[3] —coautora junto a Mónica Villarroel de Señales Contra el Olvido. Cine chileno recobrado— se trata de un sólido trabajo de investigación, a pesar de contar con un escaso material fílmico, lo que realza su valía. Son relatos cruzados por el golpe y el exilio que retratan una escena líquida, debido al intercambio de tareas y donde el rol de colectivo realizador solía subsumir a los de director, productor, guionista, montajista y otros. El producto final de Felipe es una mezcla de crónica, reflexiones personales y entrevistas.

Por su lado Martín Farías[4] destacó la estructura del texto: no es un relato lineal, está configurado a modo de escenas que se intercalan con comentarios insertos de Felipe, los que, a la usanza de Bertolt Brecht, buscan provocar una reflexión más profunda sobre lo leído. El autor tampoco cae en la habitual idealización acrítica de la Unidad Popular. Por sobre una mirada nostálgica de esta muestra muchas de sus tensiones y contradicciones. Destaca las palabras de Lito Morris: “Lo que quiero destacar de Un Verano Feliz es que es un cine que tiene como protagonista y destinatario a la clase trabajadora, partiendo del entendido que el cine ha sido y sigue siendo un quehacer de una clase media (más tirada para alta) intelectual. (…) Todo esto como preámbulo para entender lo valiosa que es porque se enmarca en el auge del gobierno popular de Salvador Allende, y su realización fluye la representación de la realidad con actores profesionales inmersos documentalmente en una realidad en desarrollo”.

Imagen 2. Fotograma de Un Verano Feliz. Recuperado de https://unveranofeliz.cl/

Escenas perdidas

El libro recoge el desarrollo del Departamento de Cine y TV de la Central Única de Trabajadores (CUT), tras ocho años de investigación en donde el autor entrevistó a algunos partícipes (y sobrevivientes) del grupo fílmico que le dio vida. Del Departamento el autor enfatiza desde el primer momento que “no está vinculado con la academia como fue el Centro Experimental de Cine de la Universidad de Chile, el Instituto Fílmico de la Escuela de Artes de la Comunicación de la Pontificia Universidad Católica o el Departamento de Cine de la Universidad Técnica del Estado (UTE). Tampoco es un grupo de personas interesadas en generar un Nuevo Cine Latinoamericano, como el Cine Club de Viña del Mar y su efímera Escuela de Cine. Mucho menos una iniciativa estatal como fue Chile Films. Más bien, se trata del brazo de una organización sindical, la más importante en aquellos años. Un brazo cultural.”

Cada una de las experiencias fílmicas citadas anteriormente son revisadas por el autor en mayor o menor grado, a través de entrevistas a quienes gestaron las mismas. El nudo no es solo su relación con el Departamento, puesto que se da cabida a una mirada retrospectiva con la Unidad Popular: sus avances, las dificultades y contradicciones del proceso, los sueños materializados y también los que quedaron violentamente suspendidos por el golpe de Estado.

A propósito del Departamento, también indica: “Es signo de la época. Entender el cine como una herramienta. Los soviéticos lo hicieron rápidamente. El nazismo también. Ingleses y estadounidenses harían lo suyo, además”. Durante esta convulsa época en América Latina “hubo planteos programáticos. En Argentina, los casos de Fernando Birri y la Escuela de Cine Documental de Santa Fe, o el ‘Tercer Cine’ de Octavio Gettino y Pino Solanas. También lo desarrollado por el grupo Cine de la Base, con Raymundo Gleizer, militante del PRT-ERP […]. En Brasil, el Cinema Novo y la ‘Estética del Hambre’ de Glauber Rocha. En Bolivia, Jorge Sanjinés y el grupo Uyama. En Cuba, Luis García Espinosa y su desafiante proclama ‘Por un Cine Imperfecto’. Los cineastas chilenos no se quedaron atrás. Estuvieron las miradas de Aldo Francia, Raúl Ruiz, Miguel Littín y el Manifiesto de Cineastas de la UP”.

Al sumario anterior se suma un breve examen de “Ventana sindical”, programa televisivo de la CUT que apostó por abordar la compleja contingencia política del país, y con ello, una problemática más que vigente: la disputa de los medios de comunicación, manejados en su grueso por una minoría reaccionaria.

Asimismo, contamos con la revisión del Nuevo Teatro Popular, nacido de la comisión de teatro de la CUT junto a la UTE y que tomó su nombre del Teatre National Populaire francés. Su impronta estuvo fuertemente influenciada por Bertolt Brecht y su “concepción del teatro como herramienta de cuestionamiento social”. El grupo conformado en su mayor parte por actores jóvenes y comprometidos interpretará —con la dirección del ruso Alexander Sacha Manlay— a lo largo del país la obra La maldición de la palabra de Manuel Garrido, obrero que formó parte división de comunicaciones del Instituto de Desarrollo Agropecuario y también produjo como artista multifacético: dibujante, titiritero y como también se aprecia, dramaturgo. Esta obra tendrá una versión fílmica homónima, el único largometraje del Departamento, aunque su cinta no sobrevivirá a la dictadura como tampoco lo harán muchos negativos y copias de otros filmes. No obstante, La Maldición de la Palabra será montada en plena dictadura por el Taller 666[5], bajo la dirección de Nelson Brodt.

También se repasa la visita del cantante y actor estadounidense Dean Reed a Chile, cuyo compromiso político le acercó a la Unidad Popular e inclusive rodó para la CUT. Tras un fallido estreno la cinta original se perdió aunque se rescataron algunas imágenes que el norteamericano se llevó a la República Democrática Alemana, donde se radicó hasta sus últimos. Parte de este material puede verse en los documentales An American Rebel (1985) y Der Rote Elvis (2006).

Junto a todo lo anterior, se comenta la participación de Chile en el Festival de Cine Documental de Leipzig, inaugurado con A Valparaíso de Joris Ivens y cuya proyección estuvo a cargo de Chris Marker[6]. A esta película se le sumarán varias de suelo nacional, las que obtendrán diversos reconocimientos. A lo largo de los años en dicho certamen se exhibieron Banderas del Pueblo (Sergio Bravo), Aquí vivieron (Pedro Chaskel y Héctor Ríos), Desnutrición infantil (Álvaro Ramírez), Venceremos (Pedro Chaskel y Ríos), Brigada Ramona Parra (Álvaro Ramírez), Reportaje a Lota (Diego Bonacina y José Román), Descomedidos y Chascones (Carlos Flores Delpino), El sueldo de Chile (Hernando Balmaceda), Pintando con el pueblo (Leonardo Céspedes), No es hora de llorar (Pedro Chaskel y Luis Alberto Sanz), Dean Reed (José Román), Entre ponerle y no ponerle (Héctor Ríos), la película animada Pulpomomios de Chile (Antonio Ottone y Osky), El desafío (José Román y Bonacina), entre otras.  Son proyectadas también la película documental Un verano feliz de Alejandro Segovia, Una Universidad sirve a Chile, realizada por el departamento de la Universidad Técnica del Estado. Y Encuentro, realizada por el Departamento de Cine de la CUT.

Un verano feliz es la que servirá de base para la investigación del autor. Retrata una experiencia de balneario popular, como coloquialmente se le denominó a las Villas de Turismo Social que materializaron una de las medidas del gobierno de Allende, quien se referirá a esto en su primer mensaje al Congreso Pleno cuando en el inciso sobre la Política de turismo sostiene que “es necesario que el turismo se despoje de su carácter de actividad elitaria, a la cual han tenido acceso, hasta antes del Gobierno de la Unidad Popular, solo las minorías con capacidad económica suficiente para poder pagar un turismo de lujo y sin contenido social”[7].

Junto a este filme, sobre las Villas también se realizaron los cortometrajes El derecho al descanso (1970), producido por la Oficina de Información y Radiodifusión de la Presidencia (OIR) y dirigida por Adolfo Silva, Balnearios populares (1972) de Luigi Hernández, ambas disponibles en internet.

La Villa de turismo social seleccionada para Un verano feliz fue la que tomó el nombre de Carlos Cortés Díaz, un obrero, dirigente sindical de la construcción y minería, quien ejercía como ministro de Vivienda y Urbanismo para el momento de su deceso en 1971. Se levantó en un predio de cercano a las Rocas de Santo Domingo, cerca de la ciudad costera de San Antonio.

Imagen 3. Portada del libro. Recuperado de https://www.quimantu.cl/libro/escenas-perdidas/

Cabe destacar que el mismo 11 de septiembre de 1973 los militares invadieron la Villa. Como una cruel paradoja de la barbarie humana el recinto es transformado primero en una escuela de adiestramiento para la DINA[8] y luego en un centro de detención, tortura y asesinato. En simultáneo el recinto servirá de esparcimiento para los comandos represivos de la dictadura y sus familias.

En los noventa, en pleno curso de transición pactada, varios terrenos ocupados por el Ejército (para las prácticas señaladas anteriormente) fueron vendidos a particulares. Y el predio en las Rocas de Santo Domingo en cuestión probablemente hubiese tenido un destino similar de no ser por el enorme esfuerzo de la Fundación por la Memoria de San Antonio. A pesar de todos los obstáculos puestos por la institucionalidad castrense, finalmente se pudo lograr que el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) declarara el predio como Sitio de Memoria. Una mínima cuota de justicia para un esfuerzo mayúsculo, cuyo valor resalta más conforme reconocemos el manto de impunidad que cubre a la gran mayoría de perpetradores de crímenes de lesa humanidad (y sus cómplices) que operaron en la antigua Villa de turismo social Carlos Cortés, así como también los diversos beneficios que poseen los pocos que cumplen una pena efectiva. Lo anterior tampoco cierra el campo de disputa sobre la memoria.

A modo de conclusión, aunque la producción cultural en la Unidad Popular goza de un amplio reconocimiento a nivel local e internacional, creemos que este es insuficiente al momento de abordar el grueso abanico de hitos e iniciativas concretadas o no durante en el proceso. Sospechamos que esto quizá se deba al hábito heredado de centralizar ciertos referentes que, muy de seguro en contra de la voluntad y obra de estos mismos, terminaron eclipsando a otros igualmente necesarios para configurar una mirada profunda del período. Por ello es nuestra responsabilidad indagar por entre estas labores omitidas, lo que de cierta manera nos permitirá medir la real dimensión de inestimables gestas como las del Departamento de Cine y TV de la Central Única de Trabajadores, entregándoles su merecido lugar en la historia viva, que sigue a la espera de su aplicación en la praxis emancipatoria del presente.

Por Ignacio Andrés
San Bernardo, Santiago de Chile, 7 de marzo de 2023

 


[1] Periodista y realizador audiovisual. Ha escrito para medios de Chile, México y Argentina. Dirigió los documentales Txageltü (2018) y Últimas Escenas (2021). Recibió el premio Periodismo y Memoria en 2018, otorgado por el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. En 2020, su investigación sobre el Departamento de Cine y TV de la Central Única de Trabajadores (CUT) recibió la Mención Honrosa en el premio Escrituras de la Memoria. En 2021, junto a Daniela Segovia Vásquez, coordinó el rescate y restauración de la película Un Verano Feliz, de Alejandro Segovia (1972). De tal proceso emergió, además, el cortometraje Encontrados de un Verano. En 2022, realizó la serie documental Lugares de memorias/ Memorias de Lugares sobre la experiencia de los balnearios populares durante el gobierno de la UP, en el litoral de la región de Valparaíso. El autor considera que dichas faenas son engranajes de un mecanismo mayor, aún por perfeccionar. Fuente: Escenas perdidas: una historia del departamento de cine y televisión de la Central Única de Trabajadores, CUT (1970-1973)

[3] Periodista de la Universidad Católica. Con una beca del gobierno alemán (DAAD) estuvo un año en la Escuela de Cine y TV de München, Alemania (1987-1988). Desde 2003 es la encargada de la Cinemateca del Goethe Institut de Santiago. Colaboró en la publicación de la Cineteca Nacional Imágenes de Chile en el mundo (2008) para ubicar acervo audiovisual chileno en archivos germanos. Ha sido jurado en varios festivales de cine en Chile y en Alemania. Fuente: https://lafuga.cl/autor/isabel-mardones/437

[4] Doctor en Música por la Universidad de Edimburgo, Escocia, Máster en Documental Creativo de la Universidad Autónoma de Barcelona, Magíster en Musicología por la Universidad de Chile y Profesor de Educación Musical de la UMCE. Su investigación se centra en los vínculos de la música con el cine y el teatro con énfasis en aspectos de identidad y política. Actualmente trabajo como investigador postdoctoral en el Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile. Fuente: https://martinfarias.cl/

[6] Uno de los cineastas más importantes del siglo XX. Dueño de una poética muy personal y cuya cinematografía se desarrolla en torno al ensayo y la reflexión sobre la imagen. Realizó películas fundamentales del cine moderno como “La Jetée” (1962) o “Sans Soleil” (1983). Chris Marker es quien escribe el texto de la película “A Valparaíso” que el cineasta holandés filmase en Chile y que montara en Francia. Es ahí cuando comienza una ambigua relación con Chile, que le significa visitar el país como parte del equipo de filmación de “Estado de Sitio”, thriller político que realiza el cineasta Costa Gavras con el apoyo de la Unidad Popular. Marker sería también uno de los financistas de la película “La Batalla de Chile” de Patricio Guzmán, la que debió terminarse fuera del país tras la llegada de los militares al poder en 1973, y que es considerado hasta el día de hoy el documental más importante producido en el país. En 2012 se estrena “Marker 72” del cineasta Miguel Ángel Vidaurre, documental sobre la enigmática visita del cineasta en los años setenta al país. Fuente: http://cinetecavirtual.uchile.cl/cineteca/index.php/Detail/entities/57

[7] VII. - POLITICA DE TURISMO INTRODUCCION ... - Salvador Allende. Fuente: https://www.yumpu.com/es/document/view/25967818/vii-politica-de-turismo-introduccion-salvador-allende

[8] La violación sistemática de los derechos humanos se llevó a cabo a través de los órganos estatales ya existentes (Fuerzas Armadas, Carabineros de Chile, Policía de Investigaciones), mientras que otros fueron creados especialmente para tal efecto, como fue el caso de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA, 1974-1977), Comando Conjunto (1975-1977) y Central Nacional de Informaciones (CNI, 1977-1990, sucesora de la DINA). Entre 1974 a 1977, la DINA, al mando del coronel Manuel Contreras, actuó en forma selectiva y sistemática atacando a los dirigentes de los partidos políticos de izquierda que se encontraban en la clandestinidad, lo que elevó la cifra de detenidos desaparecidos a 1.102 en 1977. Desde 1978 en adelante, la represión tomaría cauces más institucionalizados, manteniéndose la violación sistemática de los derechos humanos hasta el fin del régimen militar, como una forma de reprimir los movimientos políticos y sociales que protestaban por el retorno a la democracia. Fuente: https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-92415.html