18 sept 2016

Carta a José Revueltas Sánchez


Xitle, agosto – septiembre de 2016.

Estimado José Revueltas,

He sabido que murió usted con su enorme espíritu deprimido y al borde de muchas enfermedades. ¿Es cierto eso? ¿Acaso puede el más insumiso y extraordinario de los escritores libertarios deprimirse y dejarse ir? No es un juicio. Solo una duda existencial o una renuencia a creérmelo. Puedo comprender que este mundo mata de tristeza a los ejemplares más sensibles y conscienceros [sic]  de la especie humana.

Maestro, con el inmenso respeto que usted me provoca, me permito escribirle una carta, aunque al terminarla, aun no sé a dónde voy a enviársela. Usted no concebiría recibirla en algún cielo y al infierno no puedo mandarla, pues además de que no existe tal lugar en los códigos postales, sólo sus enemigos ideológicos o los envidiosos de su arte, podrían suponer que ahí se encuentra usted, pagando la culpa de haber sido un escritor tan sin agente editorial, un escritor tan lúcido, digno y original. Y la culpa de ser reconocido silenciosamente, como con freno, muy a pesar de sus críticos, copistas y detractores, como el mejor escritor del siglo XX en México. Pero bueno, el asunto es otro: ¿cómo le hago llegar mi carta señor escritor?

No creo que alguien se interese en publicarla, ya que mi nombre no figura en la sociedad contemporánea de escritores ni de becarios, y usted podría leer mi carta publicada en algún periódico de izquierda famoso, lo malo que no conozco a nadie en ese medio… chale. ¡Tengo la solución! La autonomía editorialera [sic], sí, con un libro sin registro en Amazon, ni fila de espera en Random Hause, podré ¡qué alegría! hacerle llegar a usted esta carta mediante una publicación hecha por una editorial independiente y casi inexistente (de la que por cierto formo parte). Sé que a usted el origen insípido y doméstico del libro no le va a importar (he leído que usted financió la publicación de su primera novela, Los muros de agua, en 1941), aunque espero le agrade el resultado final de la edición de este librito que ahora mismo lee. Por otro lado, sospecho que algunas de las cosas que quiero contarle no le van a producir sorpresa, dada la repetición hilarante de la barbarie. Sin embargo, siento este impulso por buscarlo, yo quiero mirar dentro de sus ojos Revueltas, constatar esa nobleza de persona que se deja adivinar tras de su trabajo… Pero bueno, sin más preámbulos balconeadores, aquí le va mi carta entonces.

Maestro Revueltas: No quisiera que estas letras se parecieran a otras de otros. Me voy enterando que montón de gente ha escrito sobre usted y sobre su obra. No quiero copiar estilos, pero no tengo uno propio. Yo pierdo todos los concursos literarios a los que mando mis escritos. A usted le robaron su opera prima aun en borrador en el tren de Guadalajara, nunca la recuperó y siguió escribiendo. Esa anécdota me alienta a no achicopalarme y seguir intentando publicar. Pienso que escribir debe llevarnos a algún lugar. Sí, como usted dijo, escribir es un acto de libertad, la escritura debe ser respetada, tomada en serio por el escritor, pero no a personal: la escritura es un don social, a nadie pertenece, es como el habla, es de todos. La escritura es un regalo del jaguar que en la piel lleva los signos primigenios. Los escritores artistas como usted, no son los que complacen, ni los que venden la literatura, ni los que distraen o entretienen, sino los que dicen aquello que es de todos porque es memoria, pero lo dicen a su manera, a según lo que les pasó en su vida. Los escritores que responden a ese oficio de artistas, son los que viven en la esfera de su historia, no en la esfera de su eguito, los que alcanzan a entender que la literatura es praxis. De tal suerte, ésta es la carta más difícil de mi vida; en tiempos de mensajes electrónicos y emoticones, escribir una carta dirigida a un cartero conocedor de todos los domicilios de la palabra, es para mí, una alta responsabilidad, aunque también es una osadía. ¿Cómo escribirle a un escritor tan poeta? ¿Qué decirle y para qué?

Tampoco quiero ser solemne. Simplemente, le escribo una carta porque me da miedo acercarme a usted y decirle de frente el mensaje que tengo que darle. Ya antes me he hecho amiga, o medio novia de otros escritores muertos, pero con usted no me atrevo, me inhibiría. Los que lo conocieron bien, dicen que usted era muy humilde o transversal en su trato con los demás. Dicen que era amigo de Pablo Neruda y que usted, por respeto, nada respondió al poeta austral, cuando este lo cuestionó por su novela Los Errores. Dicen que usted no era engreído a pesar de saber que era un genio. En eso nos identificamos usted y yo, digo, en lo igualitarios, no vaya a creer que soy una igualada en lo genial. De todos modos, no creo que me fuera yo a atrever a abordarlo a usted en alguna esquina del capítulo tres de su novela Los errores, publicada cuatro años antes de que yo naciera, en 1962. Novela que por estos días estoy leyendo con cada vez más asombro. Sus estudiosos dicen que Los errores es la mejor. También leí que a causa de la publicación de esta obra usted fue expulsado del Partido Comunista Mexicano, y eso, en todo caso, me parece un hecho fascinante, que lo desmarca de toda postura rígida, vertical, estalinista a la época, y lo define como libre pensador, luchador congruente y autocrítico, que no persiguió poder ni protagonismo. Libre pensador que cuestionó el orden de las cosas y por eso fue a parar varias veces a prisión, incluso estuvo un par de veces en las Islas Marías. Acabó en la cárcel por decir, por pensar, por apoyar a los estudiantes en el 68, por izar una bandera rojinegra en pleno Zócalo de la ciudad de México. Su sobrina, una profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, dijo en un programa acerca de su vida y obra, que, aun sin haber pasado demasiado tiempo ahí dentro, usted salió de Lecumberri vuelto un viejito.

Sin embargo, usted escribió en la cárcel y sobre la cárcel, ese lugar donde estamos encerrados como monos. Usted escribió siempre con arte y al mismo tiempo, con entendimiento de la realidad social, siempre asumiendo la responsabilidad de sus actos, sin miedos ni tibiezas acomodaticias, sin autocensura. Una actitud vital que debe reconocerse como honesta, clara y ejemplar.

De todos sus biógrafos, críticos y analistas, lo que más me ha gustado leer por erudito y sincero, es un texto de José Agustín, otro prolífico escritor mexicano, publicado en 1967, cuando usted todavía vivía. Es un ensayo titulado Epilogo… incluido en un libro de recopilación de la obra de José Revueltas, en el tomo II, y que retoma Álvaro Ruiz Abreu en su antología de textos sobre su obra, titulado Revueltas en la Hoguera, publicado, supongo que a propósito del centenario de su nacimiento, el año ante pasado, por ediciones Cal y Arena.

José Agustín, un tocayo amigo y colega suyo, en quien confío después de haber leído mientras escribía mi tesis en la Tarahumara, su gran novela, Ciudades desiertas (1982), opina que usted, junto con Cortázar, es el mejor cuentista de Latinoamérica entera y que Dormir en tierra, es sin duda el mejor libro de cuentos que se ha escrito en México. Opina también que sus novelas El luto Humano y Los errores son obras maestras de la literatura en lengua española. Yo coincido, aunque es obvio que aún no he leído toda la literatura que se ha escrito en este idioma que por herencia colonialista es nuestro idioma. Pero leer esas novelas referidas líneas arriba, es un viaje fantástico y escalofriante que no creo que ninguna traducción a otro idioma pueda traducir y que ningún lectoviajero debe perderse. Agradecí que mi lengua materna sea el español, de la que muchos años renegué, porque así puedo leer a mis anchas novelas como las suyas, y juntarlas en mi mente con la de Don Quijote, por ejemplo.

Don José Revueltas:

Esta mañana he ido a un café literario de San Ángel para encontrarme con usted. Lo esperé en una mesita bajo la copa de un árbol, un trueno. Leí mientras tanto tres capítulos de su novela El luto humano, que fue publicada en 1943, año en que esa novela ganó un importante concurso literario. Parece una fecha de la prehistoria, pero no es tanto tiempo hacia atrás. Una persona que haya nacido ese año del 43, ahora mismo puede estar vivita y coleando con 75 vueltas al sol. ¿Por qué escribió esa novela don José? ¿Por qué hablar del luto de unos indios mexicanos con ojos como piedras, que no saben que están muertos, que fueron asesinados en sus esperanzas de hacer una huelga y dirigir ellos sus vidas, que huyen de la muerte pero van hacia ella, que velan a su muertita en un pueblo que murió primero? Yo creo que usted era un clarividente incomprendido y pudo percatarse desde muy temprano de que los revolucionarios habían sido derrotados, que los indios, los zapatistas, los campesinos, no habían ganado la tierra ni la libertad por la que lucharon desde 1910 y finalmente serían enterrados vivos bajo las órdenes de un General. Usted miró a México como un país de muertos caminando. Lo hizo en una época en la que la Reforma Agraria parecía una política transformadora y miles de hectáreas fueron repartidas, por efecto de las políticas cardenistas, en ejidos y comunidades por casi todo el país a los pobres de este suelo. Ni siquiera había cumplido 30 años cuando usted escribió esa obra de arte que preconizaba el luto de los pueblos y de los Natividades y las Cecilias: la derrota de los trabajadores.

Lo esperé en esa mesa con el secreto deseo de que no llegara usted por mi propio bien y, los dos lo sabemos, usted no llegó nunca. Pero llegará algún día ¿cierto? Para disimular mi ansiedad tras dos cafés clavada en la lectura de su libro, guardé El luto humano y saqué de mi morral una edición de bolsillo de Pedro Páramo, de Juan Rulfo, publicado por el Fondo de Cultura Económica, librito que esa mañana me prestó Denise. Quería abanicarme un poco con él, pero me puse a leerlo. A diferencia de El luto humano, la novela de Pedro Páramo, publicada en 1954, es de lectura ligera y picante. También habla de los muertos en un país de la muerte, pero carece de la belleza o la fuerza pétrea de la escritura suya y ya ni subrayarlo, carece de la dimensión histórica del México profundo que usted retrató en sus libros con ese mismo nombre. ¿Qué pasó por su cabeza cuando una novela como Pedro Páramo, inspirada sin decirlo en El luto humano, cobró éxito y reconocimiento mundial? ¿Cómo lograr la aceptación de que las ideas son de todos, o de que ser una persona de ideas originales implica que otros se las apropien y se pretendan ellos los originales? ¿O cómo aceptar y celebrar simplemente que las ideas se contagian, que también hacen camino al andar, que el Tzompantli fue primero? Pagué mi café y quité la cafetería.

José querido,

¿Me permite queridearlo [sic]? Le escribo ahora porque hoy rescaté de unas cajas guardadas hace años en casa de mi madre, muy empolvadas, mi colección de cartas recibidas por correo durante algunos años de mi juventud. Han de ser unas 200 cartas escritas a mano, papel antiguo, con sello postal y timbres de colección algunos, mi dirección, un remitente lejano, algún novio, la era pasada. Y de pronto cada remitente que fui revisando me trajo un recuerdo de algo muy primitivo, la vida de estudiante, el trabajo de campo, la certeza veleidosa de la victoria contra el imperialismo, última premodernidad de los años ochenta’. Justo la década que usted ya no vivió, la misma década en que caducó oficialmente un animal endémico llamado Revolución Mexicana y nos volvieron neo liberales. Y me acordé de usted José, de la carta que le estoy escribiendo. Así que volví a mi escritorio.

Seguí leyendo sus libros, logré vencer los obstáculos infinitos y retomé la lectura una y otra vez. A pesar de quedar atónita y espantada y querer escapar de sus novelas, siempre regresé. Aunque en el inter requerí hacer lecturas de tipo más ligth, para sacudirme sus imágenes grotescas y cinematográficas, fue inevitable, siempre regresé a sus libros porque en ellos se encuentra uno la belleza y la conciencia combinadas. También porque me sorprende su iluminación mi querido José, su manera de mirar a México, de implicarse en los hechos, su conocimiento vivencial de la historia y su claridad de saber que lo sabe. Por eso quería escribirle esta carta, para contarle algo importante: que la Esperanza tiene otro nombre, ahora tiene un nombre secreto de combate y su plantita prendió como botón florecido por los campos y las calles. Que ya se esparce por los planetas la floración de nuestra esperancita, la misma que albergó su enorme corazón: la esperanza de los pasos congregados, la alegría del silencio que habla.

Quiero hacerle saber que descubrimos que no estamos muertos. Que despertamos de la muerte tras el llamado a la insurrección, que hubo una fecha en el calendario que marcó el símbolo de los que corazonamos [sic] y es la del 1 de enero del año de 1994 y que hubo una geografía: Chiapas, que iluminó las múltiples geografías continentales. Decirle que no es consigna ni mito que Zapata vive y que la lucha sigue. Yo todo esto quiero contarle José, que usted nunca estuvo solo. Que en este momento yo leo sus palabras y siento con usted ese dolor de sollozos eternos. Es un dolor que sigue vivo, él si más vivo que nunca ese dolor, el dolor de la tierra y de las madres, el dolor por la muerte de su semilla germinada. Entonces, fue otra fecha en el calendario: la del 26 de septiembre de 2014, en un lugar llamado Ayotzinapa. Ahí sí, mutamos. Después de esa noche, no hubo vuelta atrás, de tanto dolor, el muerto despertado que éramos, al fin resucitó.

Sí José, le vengo a comunicar con esta misiva que aquí sigue la yunta andando y que usted es uno de los fecundadores de esta actual revolución que no parece tener cuerpo definido de ningún animal conocido entre las especies como entre los alebrijes. Y sin embargo, movemos el esqueleto, estamos haciendo la revolución… claro, ahora esa palabra está desprestigiada, sobre todo desgastada, institucionalizada. Lo de hoy es algo sin nombre, aun en gestación, usted es ese ojo solitario en medio de la noche, irradiando unas ideas que hasta hoy alcanzamos a comprender y que nos dan pistas y claves para inventar la nueva palabra-práctica del porvenirahora.

Usted me dará la razón porque es capaz de sentir la naturaleza de lo auténtico, porque, según su propio verso, usted tuvo la juventud llena de voces, de relámpagos y de arterias vivas… No podemos estar equivocados, esta lucha es por la vida, no por un Estado o un poder o un cacique, sino por la vida de todo lo vivo que hay en nuestro mundo. Y aunque no estamos muertos, somos invisibles. En la guerra de hoy, la que venden y fomentan los imperios armamentistas, los enemigos son pura retórica ideológica, son tan solo parte de las películas de Hollywood y del discurso político de la cúpula de Washington, pero no son parte de los juegos reales de poder de los beliócratas [sic]. Los pueblos organizados ya no somos los enemigos del capitalismo, pero si hay un enemigo para los pueblos y ese enemigo es la guerra. Y la guerra es nuestro sistema mundo; la guerra mueve la economía y hoy, todos somos el enemigo en cierto sentido, porque participamos de la economía de guerra, aun en pequeñísima escala. Al menos una chispa capitalista incendia una molécula de aire dentro de nuestro cuerpo y nos hace creer que este estado vegetativo es la onda y vacíos y amargados, nos convertimos en enemigos de nosotros mismos.

Usted me dice que la tenemos difícil porque el enemigo externo ha muerto y ya no nos podemos hacer patos. Hoy, el enemigo no es más que un objeto de consumo para los noticieros del horario estelar. Hoy un nazi hace legítima campaña electoral por la presidencia gringa y el gobierno mundial le permite el desplante de venir a México a sostener reunión privada con quien atiende en Los Pinos. Que diría usted si viera que hoy el capitalismo transforma en mercancía hasta las luchas anticapitalistas, que las identidades se compran, que han clonado al pensamiento crítico y le han puesto código de barras. Qué pensaría José de que hoy, las armas y las drogas son las mercancías más lucrativas de las democracias, que los muros cotizan en la bolsa, que los fascistas se reivindican autónomos y quieren represión libre de Estado. Camarada Revueltas, en las primeras décadas del siglo XXI, o nos escapamos por entre las grietas o dejaremos de existir.

Sí que la tenemos difícil maestro, pero aquí estamos, como diría John Holloway, viviendo en un mundo que todavía no existe. Aquí estamos los muertos que aprendimos a besar, como un libro salvado del mar, parafraseando una canción de Silvio. Aquí estamos los muertosrenacidos sin más defensa que las palabras sintetizadas en la rebelión. ¡Existimos! Usted no está solo en su muerte triste José Revueltas, ya se lo dije. Aquí hay muchos ojos y palmas de mano. Nos reconocemos. La muerte está enamorada. Usted está con nosotros.

Pepe,

Espero que no te moleste si te hablo de tú. José, desde que te leo, te veo por todas partes, en el nombre y los renglones de algún poema de José Emilio Pacheco, en la primera frase de una novela chingona de Roberto Bolaño, en los relatos sobre la identidad nacional de varios escritores laureados. Los mexicanos somos revueltianos aun sin saberlo, y no solo en la literatura, también en la imaginación musical. Los escritores mexicanos y aun ciertos latinoamericanos del boom, son revueltianos, aun sin quererlo, o sin decirlo, o sin haberte leído, vaya. Descubrir esto me tranquiliza y me precipita a seguirte escribiendo tras leerte José Revueltas. Decirte que ayer pensé en llamarte, mientras caminaba yo entre magueyes, en la última frontera chilanga de comuneros de San Bernabé, en lo más alto de un cerro alto. Quiero platicarte lo que aprendí en la cumbre, que hace algunos 100 años, los familiares de los milicianos que lucharon bajo bandera zapatista en la Revolución, poblaron estas cadenas montañosas de Los Dinamos en una orilla de la ciudad de México. Muchos de esos campesinos urbanos fueron tlachiqueros y harta gente venía de lejos, buscando el buen pulque de estos comuneros. Hoy solo queda uno solo, don Chalío, el único ermitaño que raspa los magueyes y produce orgulloso la bebida de los dioses antiguos en medio de la subasta de las tierras y la privatización del agua más dulce que existía. Y quiero hacerte notar que resistencias hay y muchas, por todos los rumbos de este país. Nos van a partir la madre. Quizá lo sabemos de antemano. Pero como te decía renglones antes, la Esperancita ha crecido, imagínatela con un pasamontañas de las montañas de Chiapas. Chaparrita y muy flaca. Su mirada es definitiva, inteligente, los ojos rasgaditos. Adentro la vida. Destellan. Esos destellos del color de la tierra, nos pusieron a germinar en lejanas latitudes la posibilidad de la revuelta. ¿Cómo podríamos no ser parte del movimiento de unos poetas que nos comparten su lucha de maíz y tortillita? Sí, yo te veo entre ellos José, los zapatistas de Chiapas: humanoas lanzando versos, luces, bengalas, ideas y dignidad, cubiertos los rostros para ser vistos, destellando. Te vi y sentí deseos de seguirte y de seguirte escribiendo. Pero esto es todo. Ahora me despido José, solo me queda contarte que el otro día escuché tu voz, un pequeño reportaje que encontré con google, sobre tu hermano Silvestre, en el que en un fragmento tú lo recordabas y hablabas sobre su música. Eras tú mismo, como en las fotos icónicas de ti mismo, de lentes con grueso armazón, con el pelo lacio y larguito y la barba bicolor que acariciabas constantemente. Pero tu voz era nueva para mí que nunca antes te había escuchado con atención. Tu voz no correspondía a la imagen acústica que me había hecho de tu manera de hablar, tras buscarte delirantemente en tu manera de escribir. Supe por el tono bondadoso de tu voz, que algún día, cuando acudas al café en el que estaré leyendo tus poemas publicados post mortem, podré abordarte sin temor a interrumpir tu paso, con tal de que me dediques algunas miradas y sonrisitas como canto irrevocable.

Y bueno, para cerrar con alguna frase muy mexicana te digo: Gracias por todo maestro, por tu ejemplo, por escribir como si rezaras, por estar aquí, tú también, muerto de vida eterna, amén a tu literatura que es camino y es historia.

Con amor, Ana Potentino.


Fotografía de José Revueltas.



17 ago 2016

Cambiar el mundo desde arriba [citas y apuntes]

Portada de Cambiar el mundo desde arriba presente en la edición del 2016, Quimantú.


A tan sólo algunos días de la nueva visita de Raúl Zibechi a nuestro país, con motivo del lanzamiento de dos de sus libros Cambiar el mundo desde arriba. Los límites del progresismo y Latiendo Resistencia. Mundos nuevos y guerras de despojo, he considerado oportuno ofrecer algunos elementos para la discusión, entregando apuntes en torno al primer libro señalado. Aunque con abundantes (y extensas) citas, mi selección no reemplaza la propia lectura personal que cada quien pueda realizar, y menos aún, el diálogo colectivo.


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Raúl Zibechi es un autor uruguayo quien desde mediados de la década de los 80' ha publicado artículos en revistas y periódicos de izquierda y en diversos medios latinoamericanos. Ha recorrido gran parte de Latinoamérica, colaborando en la formación y socialización de los diversos movimientos políticos y sociales del continente. Actualmente colabora en La Jornada en México, la web Rebelión y otros medios de contrainformación.


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Decio Machado es un autor ecuatoriano quien según su propio blog, un consultor internacional en Políticas Públicas, Análisis Estratégico y Comunicación. Miembro del equipo fundador del periódico Diagonal y de la revista El Hurón, así como colaborador habitual en diversos medios de comunicación en América Latina y Europa. Investigador asociado en Sistemas Integrados de Análisis Socioeconómico, director de la Fundación Alternativas Latinoamericanas de Desarrollo Humano y Estudios Antropológicos (ALDHEA) y colaborador de Editorial Crítica & Alternativas y Editorial Desde Abajo. El Comercio le catalogaría tiempo atrás como un asesor silencioso del presidente Rafael Correa, pudiendo esto ser constatable en su mismo blog.


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«Desde la revolución rusa de 1917, contamos con un siglo de experiencias revolucionarias triunfantes. Un tiempo suficiente como para sacar algunas conclusiones o para adelantar reflexiones acerca de los límites y problemas que han enfrentado estas experiencias que, en su conjunto, involucran una parte importante de la humanidad […] La primera es que las fuerzas organizadas capaces de derribar el antiguo régimen son poco apropiadas para construir la nueva sociedad. Las fuerzas revolucionarias triunfantes son organizaciones jerárquicas cuya cúspide está mayoritariamente integrada por varones, blancos, educados. Estas fuerzas son adecuadas para enfrentar y derrotar militarmente a las fuerzas de la reacción, pero no son en absoluto adecuadas para construir relaciones sociales de nuevo tipo  ya que las dos lógicas son contrapuestas». Pág. 73

«La segunda se relaciona con la inconveniencia de fusionar partido y Estado, ya que se conforma un “sistema oligárquico revolucionario” que es muy difícil desmontar. Este suele ser el primer paso para la cristalización de una nueva clase en el poder, una clase que nace del control del poder estatal y que se impone sobre la sociedad». Pág. 74

«La tercera consiste en la dificultad para desarrollar poderes de los productores, de los trabajadores y trabajadoras, poderes no estatales. Las revoluciones suelen contar en sus primeras etapas con organizaciones de masas nacidas en la base de la sociedad (soviets, comunas, comités de defensa de la revolución), que gozan de gran legitimidad y en las que participa una parte de la población”. De esta forma “existen muy pocas experiencias de autogobierno que hayan pasado el umbral del reflujo y superado la cooptación estatal. Las juntas de buen gobierno impulsadas por el zapatismo merecen un lugar destacado en la historia del autogobierno desde abajo. Hasta ahora no se han burocratizado, ni sucumbieron al Estado, ni al poder revolucionario. El hecho de que estén inspiradas en una práctica que no pretende hacerse con el aparato estatal sino que impulsa el autogobierno de los pueblos, recuperando las tradiciones indígenas, puede ser uno de los hechos que expliquen esta “anomalía”. No se ha gestado un grupo autónomo, separado de las comunidades, ya que la rotación y el deseo de que todos participen en las tareas de gobierno, se mantiene intacto. En las juntas de buen gobierno son los pueblos los que están organizados como poder». Págs. 74 y 75

«La cuarta tiene relación con las imágenes o metáforas que manejamos sobre el fin del capitalismo y la transición a un mundo nuevo […] La idea de colapso tiene una larga tradición en el movimiento socialista”. Pero el colapso por sí solo no garantiza que la sociedad que surja de sus cenizas sea mejor que la actual». Págs. 75 y76.

«La quinta, finalmente, representa un desafío de enorme magnitud: la idea de gobernar y dirigir a toda una sociedad, de hacer un cambio que incluya a todos los habitantes, supone una actitud totalitaria que implica gobernar a millones de personas y, guste o no, oprimirlas, algo que va en contra del espíritu emancipatorio”. Pues, “Si el capitalismo puede ser entendido como el despliegue ilimitado de las potencialidades humanas sin medir consecuencias, el ser capaces de limitarnos a nosotros mismos básicamente por razones éticas puede ser entendido como un modo de sofrenar impulsos irracionales que, en última instancia, nos conducen a la autodestrucción y la barbarie». Págs. 76 y 77


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«En los países llamados socialistas, la propiedad de los medios de producción es de todo el pueblo, porque es propiedad del Estado. Pero éste es controlado por un pequeño grupo que con el tiempo se convierte en una elite o una nueva burguesía». Pág. 39


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«Por el contrario, un Estado como la Comuna de París, los soviets o los comités revolucionarios, que es un instrumento de los trabajadores, ya no es un Estado propiamente porque está sujeto y por debajo de la población. Este “mandar obedeciendo” es, según Marx, un Estado en extinción. Pero si se mantiene aquel aparato estatal “por encima” de la gente común, que la domina y controla, entonces quien está al frente de ese Estado es una nueva burguesía». Pág. 60


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«Con la excepción de la revuelta zapatista a partir de 1994, todas las grandes acciones populares desembocaron en procesos electorales que llevaron al poder a dirigentes que habían participado de forma algo lateral en las revueltas (caso de Evo Morales), o habían actuado incluso en el campo opuesto al de los alzados (caso de Néstor Kirchner), siendo la excepción en este sentido la del Ecuador, en gran medida por el fracaso o traición del líder designado para encarnar las aspiraciones de los rebeldes (caso de Lucio Gutiérrez) ». Pág. 13


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«Lo que parece evidente es que la cultura política o, quizá mejor, el sentido común en las izquierdas y en los movimientos, no puede pensar en un nuevo mundo que no se referencie en el Estado, el gobierno y los partidos políticos. Esta cultura no parece haber sido erosionada por una década de levantamientos populares e indígenas, ni por el sonoro fracaso de otra década de gestiones estatales que poco han cambiado. Lo que pervive es una creencia que no puede mirar la historia de frente y sacar consecuencias». El énfasis es mío. Pág. 32


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«Entre los diversos gobiernos progresistas hubo por lo menos cuatro cuestiones en común y algunas diferencias. Esas lógicas comunes son: el fortalecimiento/ reposicionamiento de los Estados, la aplicación de políticas sociales compensatorias como eje de las nuevas gobernabilidades, el modelo extractivo de producción y exportación de commodities como base de la economía y la realización de grandes obras de infraestructura. A nuestro modo de ver, el modelo extractivo anclado en los hidrocarburos, la minería a cielo abierto y los monocultivos como la soja, ha sido la clave del éxito económico y las políticas sociales ancladas en transferencias monetarias, así como el eje de la legitimidad de los progresismos». El énfasis es mío. [Por commodities se entienden bienes con poca elaboración y que poseen poca diferenciación entre sí, y se maneja a un precio parejo, sin importar su procedencia, como el petróleo, soja, oro o plata. La nota es de la edición.]. Pág. 17


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«El economismo es una de las principales derivaciones de la centralidad atribuida a las fuerzas productivas, ya que hace aparecer la lucha de las clases sociales como producto de los vaivenes de la economía y, en segundo lugar, identifica las fuerzas productivas con los medios materiales de producción» de modo tal, que para los autores “la confianza en el crecimiento económico es en los hechos una apuesta a la hegemonía de los gestores”. Págs. 41 y 43


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«Hasta la década de 1970, había sido ampliamente aceptado el modelo de Estado de seguridad fordista caracterizado por su tendencia a la institucionalización de los conflictos de clase bajo el control estatal, insertando a la clase trabajadora como una fuerza de desarrollo capitalista mediante la estrategia de expansión de mercados. Sin embargo, será a partir de la crisis cuando la desaceleración del crecimiento hace que las cargas sociales agraven los problemas financieros del Estado protector que se implementen las teorías neoliberales de la Escuela de Chicago en la región, reduciéndose el gasto público y disminuyendo la intervención estatal sobre los mercados […] En el ámbito político, el neoliberalismo fue aplicado por la mayoría de las dictaduras militares en la región. De hecho el paradigma se había forjado anticipadamente en el Chile pinochetista bajo el asesoramiento de Friedrich Hayek (visitó Chile en noviembre de 1977 y abril de 1981) y especialmente de Milton Friedman, quien posicionaría el término “milagro de Chile” para referenciar la obra de sus discípulos en el Cono Sur. Con posterioridad, ese mismo modelo neoliberal sería institucionalizado por los gobiernos constitucionales que sucedieron a estas criminales dictaduras». Págs. 82 y 84


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«Los países del progresismo latinoamericano, en el marco de la emergencia de un nuevo orden mundial multipolar, han intentado definir un modelo propio de desarrollo basado en protagonismo estatal con la economía de mercado. Es decir, la agenda posneoliberal se intentó basar en la expansión de políticas sociales misturado con la articulación del mercado interno sin tocar la matriz de acumulación heredada del modelo neoliberal anteriormente vigente» Pág. 103


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Los casos latinoamericanos, con Brasil a la cabeza mediática, nos demuestran que “en el capitalismo la corrupción es parte intrínseca de la acumulación de capital. No existe capitalismo sin corrupción, pues en un sistema basado en la explotación de los trabajadores y, por lo tanto, no puede apelar a ninguna moral para justificarse” o táctica política, añado. El énfasis es mío. Pág. 115


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«Parece evidente que existe una durísima disputa entre dos sectores de la burguesía […] En esa lucha cada sector de la burguesía se apoya en distintos poderes. La novedad que aportan los gobiernos progresistas es que se apoyan en las grandes empresas originarias de cada país, en los gestores de las empresas estatales, en los partidos progresistas y en los sindicatos y otros movimientos sociales, así como cuentan con el apoyo externo de los países emergentes que integran los BRICS [Asociación comercial entre las cinco economías nacionales emergentes más importantes a nivel mundial. Nota de la edición] 175. Necesitan apelar a la movilización popular para crear las condiciones que les permitan aislar y desplazar al sector más tradicional de la burguesía, en general vinculado a la banca, el agronegocio, la minería y la especulación inmobiliaria, dependiente de las grandes multinacionales del norte y aliado incondicional de los EE. UU.» Pág. 115


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Los autores son enfáticos en el aspecto de la desigualdad. Para ellos, “la incapacidad para reducir las desigualdades agudizadas durante la era neoliberal es uno de los grandes fracasos de los gobiernos progresistas” (pág. 125). Aunque, “la represión de la dictaduras jugó un papel importante en el aumento de la desigualdad” (pág. 131), es en los gobiernos progresistas en donde se ha ido materializando un modelo cada vez más represivo a la par de sutil “[…] que conlleva el control, cada vez más estricto, sobre las personas con base en un discurso científico (técnico-jurídico-legal) que lo legitima” (pág. 146). De esta forma “la represión asume formas distintas en cada país, pero la regla es que se registra un recrudecimiento de la represión policial  de cuerpos especiales contra los movimientos sociales, la protesta colectiva y las expresiones de disidencia. Lo común en todos los países es el dominio del modelo extractivo, que genera exclusión, y la creciente reactivación de los movimientos. Lo que resulta llamativo es que bajo ciertos gobiernos progresistas, luego de algunos años en los que hubo un descenso de la represión, en cuanto la sociedad comienza a reactivarse y retorna la protesta callejera, la represión gana nuevos ribetes” (pág. 146) como lo demuestran los casos de Argentina y Brasil. Mención especial merece la tabla de datos (pág. 155) en torno a los asesinados por la represión estatal en el país trasandino, en donde se muestra un aumento considerable en los casos de “gatillo fácil”.


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«La política social sirve para consolidar el modelo de consumo del social desarrollismo, que consiste en promover la transición hacia una sociedad de consumo de masas, a través del acceso al sistema financiero. La novedad del modelo social desarrollista es la de haber instituido la lógica de la financierización en todo el sistema de protección social, ya sea mediante el acceso al mercado de crédito, ya sea vía la expansión de los planes de salud privada, crédito educativo, etcétera. Se asiste de este modo a un proceso de financierización acelerada, que se sirve del sistema de protección social para vencer la barrera de la “heterogeneidad estructural”, que frenaba en América Latina la expansión de la sociedad de mercado» Pág. 143.


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El libro se consuma con un particular llamado de atención hacia los intelectuales. Los autores subrayan que “el de intelectual no es un oficio o profesión sino tarea colectiva al servicio de sujetos colectivos en lucha. El pensamiento crítico no puede estar atado a los poderes existentes y debe desplegarse libremente, con especial vocación autocrítica, no por masoquismo sino por el interés que todo rebelde debe tener en hacer balance para ajustar sus prácticas” (pág. 164). El énfasis es mío.


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A partir de un repaso por las posiciones de la intelectualidad a través de categorías tales como la intelligentzia o el intelectual órganico, y la consecuente denuncia de distorsión en relación a la producción crítica de esta en el último tiempo, los autores coinciden “con Arturo Escobar en que “el pensamiento crítico latinoamericano es más vibrante que nunca”, pero a condición de situarlo en otros espacios y tiempos, de la mano de otros actores. Es un pensamiento colectivo que emerge en las mingas, en las fiestas comunitarias, en las cocinas comunes en los territorios de las periferias urbanas, en los mercados populares y durante los levantamientos indígenas, campesinos y negros que salpican el continente. O sea, en todo aquel espacio-territorio donde los de abajo reproducen la vida y resisten la muerte” (pág. 169). El énfasis es mío.


[…]

Entre los aspectos críticos que me parece importante remarcar, está por ejemplo, la ausencia de Chile, o su escueta mención en el libro, es un importante inconveniente a subsanar. Pues aunque Chile no ha contado con un gobierno progresista desde la misma transición pactada, jugó un rol de laboratorio para la implementación de la política represiva que tuvo un importante eco en la región, tanto en el período neoliberal posterior a las dictaduras América del Sur, como en parte de la gestión de los mismos gobiernos progresistas.

Existe una sobreabundancia de citas de autoridad provenientes de economistas, politólogos, sociólogos. A mi juicio, habría sido enriquecedor proveer estas tesis con los testimonios empíricos de los implicados en cada proceso. Del mismo modo, ellos, aunque críticos de una jerigonza que pareciese ser la norma en la producción de libros y artículos contemporáneos, la hacen abundar en ciertos pasajes del texto. En particular, la jerigonza económica.

En relación con la investigación del reasentamiento de viviendas en Río de Janeiro a razón de los Juegos Olímpicos de 2016 los autores señalan “Una conclusión es que la vivienda ha mejorado, pero los proyectos no ofrecieron nada mejor en términos de desarrollo humano”. No hay definición propuesta para lo concerniente al desarrollo humano, tampoco hay un mayor desarrollo en la concepción de desigualdad, que entendemos no es sólo material. Relacionando esto con la ausencia de testimonios de los actores, me temo que el libro es consecuente de una suerte de esquematismo, uno entre el proceso subjetivo y objetivo de la lucha de clases, frente a los cuales se optó por el segundo. Es fundamental remarcar el paralelismo entre ambos procesos. Esto se relaciona también con la contradicción entre la producción de un análisis concreto de la situación concreta [Lenin] y el proyecto mismo a construir. Es común enfrentar ambos aspectos en la contidaneidad misma del proceso de lucha, decantándose por uno u otro. O se realiza una lectura mecánica, sin dar lugar a la diversidad de interpretaciones, la pasión y la proyección a la inversa, se reduce la práctica a encuentros fortuitos sin un horizonte de articulación en los territorios.

Entendiendo que “por socialismo se entiende el período de transición entre capitalismo y comunismo” podemos analizar las varias formas en que los Estados socialistas devinieron anti transicionales, fundando un nuevo Estado fagocitando los poderes autónomos e insurgentes, sustituyendo el personal administrativo por uno nuevo, desorganizando lo articulado, distorsionando lo alguna vez proyectado y oprimiendo la otrora alternativa producción de subjetividad de una sociedad distinta. No obstante el considerar estas experiencias únicamente como errores dista de la sensatez que se requiere para la apuesta de construcción actual. Estas nos son sino valiosísimos insumos para el presente. De esta forma, además de subrayar la necesidad de profundizar en la experiencia soviética, y con esto no me refiero a reducirlo por enésima vez a la gestión de la misma en tiempos de Lenin o Stalin, sino seguirla también de forma posterior a estos hasta su declive oficial. Es sustancial romper con el oscurantismo al respecto. El mismo caso con las experiencias cubana y china, citadas en el texto.

La concepción del denominado “sectarismo” toma nuevos ribetes a partir del análisis de los autores de ciertos procesos latinoamericanos. O más que tomar pues siempre los tuvo, se develan. Ya no es sólo una conformación de sectas de curtidos disciplinados militantes, sino que al mismo tiempo se refiere al sostenimiento de un sector (como puede ser la educación popular, ecología, feminismo, sindicalismo, entre muchos otros) a través de un rechazo hacia los otros y sin perspectiva de convergencia en el proceso de lucha, una cuestión que nos compete a todos nosotros, a diferencia del primer caso.

Por Ignacio Andrés Pardo Vásquez

10 ago 2016

En relación con el CompARTE POR LA HUMANIDAD

Crónica personal del CompArte

Por Claudia Molinari. Agosto del 2016.

No sé si empezar por el principio o por el final. Les voy a contar mi versión del CompArte. Los compas, siempre tan lúcidos y trabajadores, ahora se han vuelto artistas y fue muy hermoso su fruto, cultivo del arte, del que nos dieron una probadita. Fue un ejercicio auto reflexivo impresionante, lo que los zapatistas compartieron con los espectadores. Mucho que aprender, caminar y resistir queda todavía.

El EZLN convocó a un festival para compartir actos y obras artísticas, que tuvo lugar del 23 al 30 de julio de este año que corre, año 16 del posapocalipsis now. Nos dimos cita cientos de artistas de México y de muchas partes del mundo. La onda ocurrió en el CIDECI de San Cristóbal de Las Casas y en el Caracol de Oventik, en Los Altos de Chiapas. Hubo mucha música, teatro, danza, poesía, libros, cine documental y experimental, gráfica, bordado, talleres rete variados, desde tango hasta cómo hacer libros, unos mil quinientos actos se inscribieron al festival. Recuerdo lo bonito del tono de los Coros de Acteal, de un cantante de Córdoba, un documental sobre Siria, del colectivo Página Negra, la presentación de la editorial Quimantú de Chile, la película Extracto de maguey, de Denise Cazés y a Juan Villoro leyendo a un escritor de la frontera bien chingón, En el principio, fue José Alfredo Jiménez, rezaba su evangelio y brotaba la risa del auditorio. Y conforme pasaron los días, el festival fue cobrando fama en los andadores y cafés de San Cristóbal y mucha más gente fue llegando para visitar y acudir al “evento”, hasta que el último día hubo colas largas en la calle no pavimentada de las orillas de la colonia Maravilla, de gente que debía registrarse para lograr entrar a la Universidad de la Tierra a averiguar de qué iba ese CompArte.



La vibra de los artistas estaba chida, aunque no faltaron los cuates engreídos que pretendieron tener un escenario de lucha para su ego, digo, para su arte de revolucionarios indispensables que cotizan en La Condesa o en Bohedo, la mayoría de la gente quería aprender y compartir algo y había mucha comunicación horizontal. Y no se diga, cuando los zapatistas mostraron sus números artísticos, los invitados urbanos tuvimos frente a nosotros un despliegue de originalidad y talento poca madre, aunque, me parece que no todos los asistentes pudieron verlo, pues no pocos, andaban en la playa y solo cazaban fotos tras sus lentes ciegas. Pero, les decía, la atmósfera era agradable y sonrisiva, en el festival, el cielo siempre terminaba por escampar la tierra y los soles radiaron por esas fechas. De tal suerte, los poetas invisibles, nos sentíamos como peces en el agua. El agua dulce que de pronto se amargaba, con los coletazos de la realidad terrestre.

Mientras duró el CompArte, ocurrieron tres gravísimos acontecimientos en Los Altos de Chiapas: Primero, un día después de que varios colectivos y artistas que estaban ya en San Cristóbal, esperando el inicio del festival, acudieron al campamento de maestros en la carretera, para apoyar su causa (es decir la derogación de la Reforma Educativa), ocurrió un desalojo del plantón de los maestros de la CNTE, ordenado por el gobierno, con paramilitares y policías, , en la carretera de paga que de San Cristóbal sale a Tuxtla. Esa misma tarde del 20 de julio, los maestros recuperaron y montaron de nuevo el bloqueo carretero, sobre sus tiendas incendiadas y destruidas, al tiempo en que un grupo de gente no identificada pero todos ellos muy jóvenes con los rostros cubiertos, incluso niños de los que venden chicles en las calles, entraron de manera colérica al edificio que fuera hasta hace pocos años, la presidencia municipal de San Cristóbal, en pleno centro de la ciudad. Prendieron fuego a los canceles de madera que resguardaban el edificio en restauración y construcción de un museo al parecer privado, provocando gran pira que se dejaba ver a varias cuadras desde el andador de Santo Domingo. Me llamó la atención que estos jóvenes izaron una bandera rojinegra y tocaron la campana en lo alto del edificio, como un símbolo de la incipiente victoria. Nadie se atrevió a impedir esa espontánea muestra de rabia.

Luego escuché y leí que según los que hicieron los destrozos en el ex palacio, fueron un grupo de choque, provocadores, pero no. Esa tarde salimos por el pan y presenciamos la historia. Nos dimos cuenta que eran chavos del pueblo los que hablaban con fuego en ese momento y que la revuelta nacional podía comenzar ya en cualquier chico rato. Ese día ahí quedó, en un instante de rebelión, una fiesta fugaz de coraje y frustración de los chavos que no ven un futuro para ellos en la educación privada, y que resisten al deterioro de la vida pública de México. Esa tarde grité a un costado de catedral, tres veces: ¡Revolución! Luego hablé un poco con doña Berta Nava, que de pronto y con sorpresa descubrí ahí parada, muy cerca de donde me encontraba contemplando, igual de estupefacta que ella, la segunda toma simbólica del municipio de San Cristóbal de Las Casas, después de 1994. Dejo constancia. No me despedí de Bertha, porque un ruido estrepitoso salió del edificio tomado y todos salimos corriendo, lo que fue un susto nomás, seguramente adentro, algo se desplomó…

El tercer acontecimiento político paralelo al CompArte, ocurrió en el municipio de San Juan Chamula y fue el asesinato de su presidente municipal y al menos cuatro personas más, la mañana del 23 de julio. Un hecho insólito, aunque previsible, algo atroz, resultado de la injerencia y compra de votos de los partidos políticos en Chiapas, que trae como una consecuencia, la necesidad del K de la militarización a mediano plazo de la región donde se asienta uno de los caracoles zapatistas y la división entre personas y pueblos. A pesar de tanta marea, el festival CampArte terminó con éxito y feliz. Los zapatistas pueden sentirse muy contentos de lo bien que les salió y de lo chingón que estuvo.

Sin embargo, a pesar de los ejercicios de paz y libertad, como el CompArte, la situación de confrontación y violencia sigue tensando en este país. No se diga la grosera demanda a gente bien picuda, como el Dr. Aguayo y la periodista Carmen Arirtegui, por pensar y comunicar la situación de nuestro país. La tormenta ha comenzado. Los compas lo saben, ellos habían planeado ir todos a San Cristóbal para el festival, pero al final decidieron no ir y brindar los recursos ahorrados para el viaje y la estancia en Jovel, a los maestros en lucha de Chiapas. Supongo que estamos en alerta roja, pero muchos (incluidos ellos, los convocantes zapatistas) logramos llegar a celebrar y a inventar un acto poético y político que nos transfiguró, nos conmovió y nos llenó de energía dichosa, trascendente y levantisca… ¡Natetera ba compañer@s!



El cierre del CompArte fue espectacular, un concierto muy divertido y en momentos muy combativo, que comenzó como a las 3 de la tarde del sábado 30, con varios cantantes y grupos, algunos muy buenos, como los de Makila 69, de Guatemala; interesante un grupo de jóvenes roqueras zapatistas, cuya banda se llama Autonomía y Resistencia, que cantaron una sola canción de la que recuerdo el coro que decía: “sin mujer no hay revolución”. El maestro Oscar Chávez cantó también un par de canciones, entre ellas la más famosa de Los Caifanes (la película…), arropado por la banda de Panteón Rococó, que se aventó un conciertazo, con alma y corazón, además cantaron un par de rolas con Roco Pachucote, que le puso más cándela al ambiente. Panteón Rococó fue el grupo que cerró el festival CompArte, todos lo esperábamos desde la mañana, además cayó un chingo de gente de Sancris y ese día llegaron montón de chavos zapatistas al CIDECI; fue imposible evitarlo, a pesar de tanta vibra carnalesca, se armó el slam, una marea de jóvenes en éxtasis brincando. Igual y estaban advertidos por el doctor Shenka que si alguien caía, lo levantaran y a seguirle, ay si, que si mejor un meneíto de fraternidad religiosa. En un momento de este concierto las voces de Zapata Vive deben haber llegado como eco hasta Siria. Los Tercios Compas batallaron muchísimo para proteger a su camarógrafo en medio del slam, nos cuidamos, si, y la risa loca. Este hiperactivo cierre cumplió su función de rito cósmico, de paso, siempre de paso. Todos los que participamos, quedamos como células en su templo de cuerpo extasiado, átomos unidos por la música, la causa, la buena onda! Según lo programado, el concierto terminó sobre las 10 de la noche y todos pa su taza. Sin alcohol y sin drogas, cuadrándonos a los compas. Afuera, en la calle, se sentía un viento frio, desos que arrastran un poco de bosque en su soplido. Caminamos varias cuadras, alguien nos dio raite, un poeta coleto, que dice que entró a la presentación de la editorial y le gustó. Me pregunté, qué harían después de trabajar sobre el escenario y bajo las luces los de Panteón Rococó, cenarían con el Comandante Tacho o se reventarían gustosos, o vámonos a dormir. Llegamos temprano a casa y nos dormimos todos bien contentos y bienvibrados, cansados pero satisfechos por los éxitos obtenidos. La fiesta del barrio de Mexicanos sonó toda la noche tras la ventana…

Dos días después, el lunes 1 de agosto, los de Panteón quedaron atrapados en el bloque al aeropuerto, realizado por los maestros de la Coordinadora y no llegaron a tiempo para tomar su vuelo a la ciudad de México. Lo supimos por la noche, buscando información sobre el hecho, que solo encontramos en Radio Pozol, incluso habían entrevistado a uno de los miembros de la famosa banda chilanga, que decía pues ni modo, ahora nos tocó a nosotros...

Nosotros también teníamos un vuelo que tomar ese día, el festival terminó el sábado y el domingo aprovechamos para ver a unas amigas de Amatenango, hicimos el equipaje por la noche. Estábamos desayunando cuando llegó el taxista con una hora de anticipación por nosotros. Yo salgo a ver por qué tan temprano con mermelada en los labios. Total que el chofer me dice que todos los accesos al aeropuerto están bloqueados por los maestros desde las 6 de la mañana (chispas y yo ni en cuenta), pero, que él conoce un camino que no está tapado, lo malo que es tardado, hay que dar mucha vuelta, que habría que salir ya y que por no menos de mil pesos… ¡Tómala con leche! No tengo esa cantidad, así que ahí termina nuestro contrato, le agradezco haberme avisado, respondo. El tiempo se aceleró a partir de ese momento. Regresé a nuestra casita alquilada para la ocasión y apuré a la tribu de invisibles con la que viajé, debíamos partir cuanto antes en dirección a Tuxtla Gutiérrez, para intentar allá conseguir un taxi que nos llevase, de perdida a donde estaba el bloqueo, para intentar entrar caminando al aeropuerto, tras vencer un par de kilómetros bajo el sol de plomo de los valles centrales de Chiapas, a 37 grados centígrados. No me preocupaban los maestros, quienes con toda seguridad permitirían el paso a pie y ayudarían con las maletas, sino los granaderos y el contratiempo y nuestro niño pequeño que no debe tomar calor. Incertidumbre y poquísimo dinero, ese era, en todo caso, el verdadero problema, la falta mía de dinero, que ya solo tenía 500 pesos, y eso porque me prestaron, lo indispensable para llegar al aeropuerto y tomar el vuelo de regreso a la ciudad monstruo. Ni un solo taxi en Ciudad Real quería llevar pasajeros al aeropuerto. Atravesamos la pequeña urbe con mochilas y maletas, ningún exceso de peso, solo viajamos con lo que nuestro cuerpo pueda cargar. Tomamos un camión Avisa, la línea de los más pobres, donde viajan trabajadores e indígenas, que por lo mismo es más lento y va haciendo paradas insólitas por la carretera. Dentro del camión en un asiento trasero, yo iba sintiendo el aire frio por la ventanilla abierta y disfrutando secretamente el verde paisaje, preparando mi mente para la vida fuera de guion. En esas, Denise me propuso que en vez de ir hasta Tuxtla, nos bajáramos antes, donde la carretera entronca con el camino al aeropuerto que queda a unos veinte kilómetros, y ya ahí, arreglárnosla para conseguir un raite, un taxi, una combi o lo que pasara. Nos la jugamos. Va. Nos bajamos. Apenas se siente el golpe del calor matinal, no aun acabando de bajar del camión de viejo modelo, con las maletas hacia el puente, pasa un taxi rojo de los del aeropuerto, cuyo taxista nos interpela: ¿Van al aeropuerto? Los llevo ¿Nos dejará en el bloqueo? No, directo hasta allá, pero por caminos ejidales, así que vamos a tardar una hora, o poco más, ¿Cuánto?  Trescientos pesos ¡Hecho!



De pronto y rápidamente estábamos en un taxi oficial, barato y en caminos vecinales de tierra, en dirección a la mismísima puerta del aeropuerto internacional de Tuxtla Gutiérrez… ¿Cómo pasó?, ¿Qué sincronía de nuestras vidas llevó a que un taxi nos encontrara a nosotros y nos montara en un minuto? ¿Suerte, mexicanismos, el rezo de un arcángel, coincidencias armónicas, estadística, fuerzas de la memoria cuidando nuestros pasos, la huella de un jaguar en mis pisadas, los zapatistas y doña Bertha riéndose con nosotros, simple posibilidad histórica, la simple necesidad de chambear de un taxista? Leí en La Jornada que mil quinientas personas fueron afectadas con el dichoso bloqueo, desde el avión pudimos ver la larga fila de autos y camiones atrapados sobre la carretera. Y pensar que el recorrido previo a abordar el jet había sido infrarrealista, como de acto poético. El taxista condujo amablemente por veredas de terracería, pasamos incluso por enfrente de su casa, y nos presentó a su esposa y sus dos niñas. Claro, él era nativo de este pueblo sobre el cual se construyó el nuevo aeropuerto de Chiapas en 2005, por eso él conocía ese camino ahora secreto y solitario, porque de ser ejidatario pasó a ser taxista concesionado del aeropuerto. Atravesamos por encima del Río Santo Domingo y fuimos bordeando literalmente los terrenos del aeropuerto, que incluye no sé cuántas hectáreas y que colinda con el panteón humilde, solitario, como abandonado, que perece aplastado por la frontera de las pistas aéreas del futuro. Pasamos varias curvitas hasta llegar a un túnel, literalmente, un borde al lado del drenaje, por el que apenas si cupimos con el carro, y milagrosamente, aparecimos del otro lado. Hasta la puerta nos dejó el taxista, que dijo que él de todos modos tenía que llegar a su base y a quien agradecimos y bendecimos antes de despedirnos. Lo más cómico, aun me quedaban cien pesos en la cartera. La terminal estaba semi vacía, con militares y algunos policías resguardando sus interiores. Llaman las bocinas a abordar. Adiós Chiapas, suerte a los maestros y a los pasajeros en tránsito, que no llegaron al abordaje, suspendidos por la desobediencia civil de un movimiento contra la privatización de la educación en México, ¡suerte! ¡Hasta Siempre Zapatistas!

Como empecé por el final, me falta contar que el Colectivo Espejo Somos compartió un acto literario y regaló a los asistentes, varios ejemplares de libros que hemos publicado como editorial, en un performance poético, que tuvo lugar el día 26 de julio, a las 16:30 horas, en el Salón del Seminario, en la Universidad de la Tierra. Participamos: el poeta invisible, Xun Betán, Denise Cazés, el dibujante Filo y Claudia Molinari. La fecha decía 26, día 26, un número que dispara la alarma de la memoria del nuevo tiempo y suena la palabra Ayotzinapa. Dedicamos ese acto poético a doña Bertha Nava, nuestra invitada de honor, para quien leímos el poema Canto irrevocable, del maestro José Revueltas. Escritor, esté último, que no podía faltar a tan importante reunión de artistas revolucionarios y al que evoqué para que nos iluminara con su tierna luz de verdades duras y dolorosas como piedras de rio, y Revueltas estuvo con nosotros, se hizo notar, más de unos ojos se iluminaron al mencionar su nombre y dejamos de sentirnos solos.

Xun leyó en tsotsil y en español, varios poemas suyos, algunos publicados en el libro Poetas invisibles Experimento de transculturación poética, del año 2014. Denise leyó su Crónica poética sobre La escuelita zapatista, incluida en el mismo libro y el poeta invisible, con su máscara de espiral y de luchador, declamó el Manifiesto de la Liga de Eskritores Ensayistas, del 2014. Luego presentamos el libro Semillalibro Sbek´vun La teoría sobre la Hidra y cómo destruirla construyendo la autonomía (notas sobre el seminario zapatista), que publicamos el año pasado y abordamos sobre todo el tema de la traducción de conceptos teóricos y la relación con la lucha de los compas, ya que se trata de un libro bilingüe (español-tsotsil), que expone la idea zapatista de la lucha, explayamos como ejemplo, el concepto de autonomía.

El performance poético estuvo interesante y los escuchas hicieron muchas preguntas, luego, los libros volaron y algunos camaradas nos los truequearon por otros libros y postales padrísimos que ellos hicieron. Este fue el objetivo, plantear un posicionamiento estético y político, hacer poesía y divulgar la teoría sobre la Hidra y nuestra humilde aportación al leerescribir sobre el asunto al producir este librito, que aunque con pequeños errores, es una edición artística y creativa, que aborda un tema necesario y de actualidad, con herramientas sofisticadas y complejas. Agradecemos a todos los que acudieron a nuestro performance, y muy especialmente a los responsables de la organización, jóvenes adherentes de la Sexta y al Dr. Raymundo con la gente del CIDECI, que apoyaron logísticamente la realización del festival y lograron llevarlo a buen puerto. ¡Felicidades!

Queda por resaltar la participación de los artistas zapatistas, quienes se presentaron el viernes 29 en el Caracol de Oventik. 



Hasta ahí llegamos los invisibles, pasados algunos minutos después del horario de la cita, las 10 de la mañana. El maíz está jiloteando y huele a elotito el campo. Para llegar, tomamos un colectivo en el mercado, la ruta Bochil La Tijera. Municipios de Chamula y San Andrés Larráinzar, paisaje de tintes verdes y aire ligero de montañas, milpas crecidas por todos lados, cruces y capillitas. Una hora de camino y ya estamos en frente. Se extiende una fila larga de personas afuera de la puerta del Caracol, hay que registrarse e identificarse para entrar. Mientras hacemos la cola conversamos con una chica brasileña y una mujer porteña, de Buenos Aires, quien nos dijo que fue desaparecida durante la dictadura. A dónde van los desaparecidos, no le pregunté... Lamentamos los retrocesos en el Cono Sur con tipos como Macri y Temer, comentamos algo sobre qué pasó en Chamula, sobre la misma compartición. Al fin pasamos el filtro del registro y la credencial, entramos por la rampa empinada de cerrito pavimentado al Caracol; todos los zapatistas, llevan el rostro cubierto. Nos dispersamos. Ya no las volvimos a topar. Es preciso guardar silencio para escuchar, en el fondo de la curva está al micrófono el Sub Comandante Moisés. Decidimos ir a sentarnos cerca. Hay poca sombra, el terreno es un plano de monte, hay encinos, al fondo un escenario del tamaño de una cancha, o aún más grande, un cinturón humano lo rodea, la milicia zapatista, decenas de muchachos parados, que permanecieron la jornada entera ahí, bajo el sol y luego bajo la lluvia, con su pasamontañas y su uniforme; a mí, ellos me impresionaron con su disciplina, una actitud que deja ver el convencimiento de su causa comunitaria: saber que deben proteger a los suyos, real y simbólicamente, los tenía ahí inmóviles. Volvemos a la voz, el sub comandante Moi llama al pueblo de México para organizarnos y luchar para tener un nuestro sistema de gobierno propio, si no, nos va a pasar a llevar la tormenta, dijo. Una vez terminado este discurso inaugural, ocurrió la presentación, uno a uno, de todos los grupos y personas de los colectivos zapatistas. Hubo canciones, declamaciones de versos de su autoría, teatro, danzas, artes gráficas, fueron siete horas seguidas de presentaciones de números artísticos de quienes se declararon orgullosamente zapatistas, y que provenías de varias regiones, como Rubén Jaramillo, Salvador, Pancho Villa. 



A mí me gustaron todos los números, procuré poner atención a cada uno, pero lograrlo requería también de concentración y respeto. Una pieza de baile representaba un monstruo, la Hidra, con muchas cabezas, bestia a la que los danzantes derrotan y finalmente queman, otra danza simbolizaba el ciclo de la milpa. Una puesta en escena representó el momento en que los gobiernos se pusieron de acuerdo para desarrollar el paramilitarismo en Chiapas y cómo la gente del municipio de Chenalhó, les impidió establecerse ahí a los militares, presuntos salvadores de los pueblos. Todo el arte zapatista es auto referencial, los espectadores aprendimos de historia, del origen de los zapatistas, del maltrato en las fincas, de la resistencia de hoy, de cómo eran antes los abuelos, de cómo son hoy las mujeres, de qué tan claro lo tienen las comunidades zapatistas, quiénes son, qué quisieran ser. En su arte, los zapatistas se están buscando, se están construyendo, se están respondiendo sobre la existencia, sobre antes y sobre mañana. El asunto terminó con baile general, sonrisas y miraditas otra vez. Con gran admiración les agradezco este bello acto poético y su invitación a participar y compartir, nunca tuvo más contenido esta palabra. Ahora sabemos que tendremos que dar nuestra vida, si queremos y respetamos a nuestra vida, porque nuestros versos comienzan siempre con interrogantes, a pesar de tener la certeza de venir desde la oscura historia a inventar la autonomía corazón del pueblo, y saber que el mismo corazón nos late y que seguiremos adelante compañeros… De hecho, el CompArte no ha terminado, falta lo que falta… todavía están programados cuatro encuentros más en los Caracoles de Francisco Barrios, La Garrucha, Morelia y La Realidad, para este mes de agosto. El arte es la herramienta para entender e inventar los mundos que habitamos, para conocernos y cuestionarnos, para transmutar el dolor en belleza. Para transgredir fronteras y retar a la muerte.

Poetas y poetos de todos los países, ¡Uníos!



Por Claudia Molinari. Versión original aquí. Fotografías por Ignacio Pardo Vásquez.