El 4 de noviembre fue lanzado “La Unidad Popular y la revolución en Chile” de Mario Garcés en el Centro Cultural de España. Con el máximo de público permitido según el aforo actual, asistimos a una emotiva jornada que contó con la moderación de Silvia Aguilera[1] para una mesa conformada por Diego Aillapán Callejas[2], Cristina Moyano Barahona[3], y Julio Pinto Vallejos[4], además de la música del dúo Coulon/Azán.
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“La Unidad Popular y la revolución en Chile” es un libro cuya publicación fue prevista para el año pasado (en el marco del cincuentenario de la Unidad Popular), posponiéndose debido a la situación sanitaria. En cuanto a la presentación reciente, Aguilera comenzó destacando algunos logros del proceso chileno, presentes en las 40 medidas del programa de gobierno popular[5]: la nacionalización (o chilenización) del cobre, la estatización de la banca, la profundización de la reforma agraria y un nuevo trazado urbano que satisfizo la necesidad de vivienda[6].
Por su lado, Aillapán Callejas partió considerando el asesinato de Yordan Llempi Machacanen[7], perpetrado por infantes de marina el día anterior al lanzamiento y que tuvo lugar en la localidad de Huentelolén (Región del Biobío), actualmente bajo el estado de excepción constitucional del mal gobierno de Piñera. Luego, a propósito del libro, relató que su primer acercamiento a la Unidad Popular fueron las protestas del once de septiembre que interrumpían la cotidianeidad de los espacios de trabajo y estudio, y que más tarde, como historiador, siempre le llamó la atención la relación excepcional entre la institucionalidad y los sectores populares. En relación a la contingencia, llamó a prestar atención las tácticas de la derecha desestabilizadora que hemos visto resurgir en el último período.
Moyano reconoce que tuvo la posibilidad de revisar el borrador de libro, y con ello, constató las dificultades de lograr una panorámica general de la Unidad Popular. Lo habitual es encontrar estudios monográficos o visiones fragmentarias al respecto: análisis en torno a lo cultural, lo estrictamente político, el proceso de las tomas y lavida en poblaciones, etcétera.
El autor mira y recuerda sin que la ética ni la tragedia limite las posibilidades de análisis, y si bien ofrece un texto compuesto en prosa tradicional, lo intercala con imágenes, fotografías, testimonios y códigos QR. Al respecto, Moyano considera que hay un lente claramente identificable. “No hay imágenes que no están cargadas de intereses. [Hay] maneras en las que uno no solo decide captar la realidad, sino que guardarla para fines que seguramente nunca tuvieron como objetivo estar en este libro. La imagen nos potencia la propia imaginación histórica desde el presente. Nos transporta quizá más directamente que la prosa, a un pasado que quedó plasmado en una foto, a la que normalmente le damos mayor crédito de representación de realidad que a la propia escritura. Como fuente, como verdad de lo ocurrido, aunque metodológicamente sabemos que la imagen no nos transporta al pasado vivido ni a la realidad, sino que colabora también en su construcción”, señala.
Para Pinto, previo a esta publicación, uno de los libros que mejor ofrece una visión panóramica al respecto es el libro de Peter Winn, “Weavers of Revolution. The Yarur Workers and Chile's Road to Socialism” publicado por la Universidad de Oxford y a la que Pinto tuvo acceso en una edición en portugués y que en 2004 será traducida y publicada por Editorial LOM[8].
Hay tres capítulos en particular en los que se detiene Pinto. El primero es “Porque esta vez no se trata de cambiar a un presidente”, en particular a su subcapítulo “La cultura se expande y se diversifica de norte a sur”, que demuestra la explosión en esta área que supuso el período, un fenómeno que seguirá siendo revisitado en las décadas venideras. También “Fidel Castro visita Chile”, que el autor usa de pretexto para entender cómo era visto el proceso por uno de los líderes más importantes de la región, haciéndole justicia a un proceso lejano en forma y territorio del que transcurría en Cuba. Por último, “La revolución desde abajo”, en específico el subcapítulo “Las mujeres en la Unidad Popular”, en donde quizá más se da cuenta de los silencios e inconsistencias de un proceso que se declaraba emancipatorio.
Por último, Garcés reconoció que lo original es la construcción y la narrativa propuesta, ante la multitud de estudios previos y fuentes al respecto. Comenta que durante una conversación con Peter Winn, con quién es cercano, este le consultó si se podía establecer alguna relación entre la Unidad Popular y la revuelta de octubre. La respuesta de Garcés fue positiva, toda vez que la Unidad Popular es un proceso interrumpido en el Estado y la revuelta, una movilización en contra de este organismo y la casta política, proponiéndose por entre otros aspectos, la recuperación de la democracia y el cambio de la constitución dictatorial El estallido sería un llamado a recuperar dicha democracia. La actual crisis se resolverá, concluye Garcés según “la capacidad de la sociedad de construir un Estado que sea legítimamente democrático”.
Sin quitarle mérito al proceso de investigación, síntesis y edición, creemos reconocer algunos problemas en torno a esta publicación. Por un lado, a pesar de que se caracterizó como un libro “no para la academia o especialistas, un instrumento para la sociedad chilena”, al decir de Pinto, lo cierto es que esto contrasta con su actual valor de $39.000 CLP (49,29 USD). Aunque creemos que el resultado de la edición lo vale, en vez de ofrecer “tres libros en uno” como planteó el mismo, se podría haber optado por opciones que abaratasen su coste, una condición inexcusable al momento de acercarlo al público general.
Por otro lado, percibimos una interpretación —ya sea por clara reivindicación u omisión— en torno a la Convención Constitucional como desenlace o cristalización de la revuelta. Consideramos esto como un grave reduccionismo en el que suelen incurrir tanto el gobierno como los practicantes (parlamentarios, un sector importante de partidos políticos también extraparlamentarios y dirigentes sociales) de una práctica política que busca ser abolida.
En ningún caso se trata de renunciar al mejoramiento en las condiciones de vida de las y los trabajadores que probablemente signifique una nueva constitución, sino que, mantener la misma solo como un punto de apoyo, un eslabón si se quiere, que facilite la subversión del orden social existente. Por ello, llama la atención que el foco sea la convención sin tocar lo concerniente a la movilización popular todavía en curso —desde la protesta hasta la organización territorial y sectorial—, a pesar de la represión sistemática y el encarcelamiento, y especialmente en el lanzamiento de un libro de la Unidad Popular, la que a pesar de todas sus luces, nos demostró de diversas formas los límites de la institucionalidad.
Por Ignacio Andrés
América Leatina desde Abajo
San Bernardo, Santiago de Chile, 11 de noviembre de 2021
Notas
[1] Editora. Titulada en Pedagogía en Historia, Universidad Raúl Silva Henríquez. Cofundadora de LOM ediciones (1990). Cofundadora y subdirectora de la Revista Rocinante, publicación mensual de cultura y política (1998- 2005). Miembro de la primera red de Editores Independientes de Hispanoamérica (2000). Cofundadora de la Asociación de Editores de Chile (2001). Fuente: https://lom.cl/pages/comite-editorial
[2] Poblador de Lo Hermida y profesor de Historia. Integrante del Taller de Memorias Populares Lo Hermida (https://www.instagram.com/historiaymemoriaslohermida/) y del Núcleo de Historia Social Popular de la Universidad de Chile (https://historiasocialpopular.cl/).
[3] Licenciada en Educación en Historia y Geografía (2000) y Magíster en Historia, mención Historia de Chile (2005) por la Universidad de Santiago de Chile. Obtuvo el Doctorado en Historia, mención Historia de Chile, por la Universidad de Chile (2007) y realizó el Posdoctorado en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile (2009). Fuente: https://historia.usach.cl/cristina-moyano-barahona
[4] Premio Nacional de Historia (2016). Director del Programa de Doctorado en Historia de la Universidad de Santiago de Chile y se ha desempeñado como Académico del Departamento de Historia de esta Universidad desde la década del ochenta, ejerciendo docencia en diferentes Universidades nacionales y extranjeras. Es parte del Comité Científico de la revista Historia y del Comité Editorial de LOM, siendo el encargado de la Colección Historia de esta última editorial. Ha sido evaluador de manuscritos para la Duke University Press (2013) y la Oxford University Press (2014), y es integrante del Comité de Humanidades de la CNA desde el 2013. Fuente: https://historia.usach.cl/julio-pinto-vallejos
[6] Trazado que en Santiago y otras ciudades importantes del país que, según se señaló, en tres años de gobierno inconcluso valió la construcción de 158.628 viviendas de calidad, con un promedio anual de 52.876 casas que contrasta con el total de casas construidas bajo el gobierno de Alessandri y de Frei.
[7] https://resumen.cl/articulos/familia-de-comunero-asesinado-en-huentelolen-pinera-tiene-que-pagar-por-este-asesinato-el-culpable-es-el-estado
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