11 sept 2017

Patricia Tagle sobre Pablo de Rokha: “escribió con lenguaje universal pero centrando su expresión y emoción poética en su pueblo”

El 18 de agosto del presente año tuvo lugar la tercera jornada de los Conversatorios Rokhianos, denominada "La importancia del clan de Rokha en las artes nacionales", instancia en la cual la expositora a cargo fue Patricia Tagle, artista visual, nieta de Pablo de Rokha y actual Directora Ejecutiva de la Fundación de Rokha, la misma a cargo de la organización de los conversatorios. A continuación reproducimos su ponencia. 

Familia de Rokha, de derecha a izquierda: Carlos de Rokha, José de Rokha, Laura de Rokha, Winétt de Rokha, Flor de Rokha, Pablo de Rokha y Pablo de Rokha (hijo). Fotografía: Fundación de Rokha.

La importancia del clan de Rokha en las artes nacionales 

Por Patricia Tagle de Rokha

Comenzaré anticipándoles de la emoción que en mí va provocando cada día el interés que despierta en las nuevas generaciones la obra del poeta Pablo de Rokha. Es como una gran explosión o un estallido de justicia, porque sus escritos, poemas y artículos fueron dejados por él como una herencia a su pueblo. 

Escuchando el sonido que le trasmitía el cosmos, escribió con lenguaje universal, pero centrando su expresión y emoción poética en su pueblo como artífice y protagonista de la tragedia que le tocaba vivir. 

Él escribe sus grandes poemas sobre la historia de guerras exterminadoras entre los hombres, por las ideologías, por la posesión de las tierras, y la culpa que le cabía a la religión por esas perturbaciones mentales. El hombre enfrentado al hombre y la crueldad con que lucha por el poder. Navegarán los barcos incitados por el descubrimiento y conquista de nuevos mundos, las especias, el oro y en definitiva, por la dominación, ante una naturaleza hostil, fría y desconocida, y en el afán de sobrevivir, va destruyendo a todo el que se opone, y es al más débil a quien se somete y se esclaviza de diversas y crueles formas. 

En relación a su país, la tragedia de Arauco, las minas de Chile, la población callampa, la erosión territorial de Chile, las escuelas primarias, nada escapa a su atención. Su afán por defender a los pobres y castigar a los poderosos parece una obsesión, completamente justificada, porque donde vaya recorriendo todo el país encuentra la miseria en contraposición a la extrema riqueza. 

¿Cuál es el origen de todo este estremecimiento que va transformando a este hombre en un guerrero de la poesía? 

Su niñez ha sido libre y feliz. Nacido en Licantén, entre el río y el mar, ha ido conociendo desde muy pequeño el mundo rural, observando el trato que se da a las pobres gentes de su pueblo. Todos abusan de su miseria e ignorancia, sin embargo él irá descubriendo el genio del pueblo a través de sus viajes desde los cinco años, cuando se hace necesario amarrarlo al caballo para sostenerlo ya que es su padre quien toma las determinaciones y su pequeño hijo debe acompañarlo dejando herida en el corazón a la madre, porque en Licantén domina un feudalismo patriarcal.

Estos viajes hacia la cordillera y hasta la frontera, los realiza su padre, como jefe de resguardos cordilleranos. Largos viajes que duran desde 4 hasta 5 meses. Su padre comanda un equipo de peones y arrieros, todos a caballo con revólver, y mulas con las alforjas cargadas con alimentos para el viaje. El camino es peligroso, se encuentran con maleantes, bandoleros y cuatreros. 

“Levántate, dice mi padre, son las 3 de la mañana, caramba la laya de hombre…” Este hombre al que se refiere don Ignacio tiene unos 7 años y ya ha realizado otros viajes junto a ese grupo, y los ayudantes de su padre lo estiman y lo respetan. “Me calzo con orgullo las botas, las espuelas, la manta y el sombrero con fiador, asegurando el puñal a la cintura”, dice Pablo. 

Ya en la adolescencia ingresa al seminario conciliar de San Pelayo en Talca. Desde el tiempo de sus viajes a la cordillera con su padre, viene soñando que “emerge una figurita deliciosamente femenina y a la cual, sin haberla visto nunca, jamás nunca, la voy ciñendo de deseos tremendos y me parece que la hubiera conocido del infinito”. 

Mientras estudia, atormentado, por las conductas inútilmente estrictas que quebrantan su espíritu y su cuerpo, por hambre, y malos tratos, sueña con esa imagen femenina que ha de conocer y que será su único y gran amor. En relación a ello señala: “naturalmente, el seminario me fue horrible, porque el hambre llenó de horror la soledad aterradora; pero los complejos del látigo fueron la base de sangre ancestral de la angustia; naturalmente, no fue el dolor físico el que me socavó aplastándome, fue el dolor moral del castigo, el dolor moral de la tortura y la humillación sin límites, el dolor moral de las cadenas.”, señala Pablo.

Y sucede el milagro, ella es una poetisa culta y bella alegre y serena, Luisa Anabalón Sánderson que escribe con el seudónimo Juana Inés de la Cruz, le envía el primero y luego el segundo de sus libros publicados a Talca, donde Pablo de Rokha se hace cargo de los últimos negocios de cosechas, contratos ventas y vendimias de vinos, de su padre que, acorralado por acreedores y prestamistas usurarios decide partir derrotado a la capital. 

Pablo de Rokha es un gran lector, devorador de las grandes obras escritas de todos los tiempos. Trabaja en “La razón”, diario masón y ateo. Durante un período se entrega a la vida bohemia, pronto descubrirá que nada de eso lo hace feliz, así reflexiona: 

“Aturdido en los comienzos ya me corroe la soledad y la desesperación se adueña de mi persona entre estas gentes que no entiendo y no me entienden. La vida bohemia que estimo que hacemos, me parece idiota e imbéciles estos versificadores de un lenguaje sin linaje, que yo no poseo, pero que yo presiento con el corazón de la inteligencia, en aquella inquietud tremenda que me acongoja y me hace sentirme ridículo entre ridículos, e irresponsable entre irresponsables, horrorosamente irresponsables. Escribo El Alba gris y no publico nada. Además, mi formación humanística de ex católico me socava las entrañas y un poema, El Cristo nuevo, que refleja mi angustia, me expresa a medias, como en trance terrible de iluminación satánica, completamente fuera de foco para el medio tan turbio que me rodea”. A la sazón tiene 19 años.

“Yo, trágico, porque voy cruzando desesperado el estadio vital en que pretendo hablar, equivocado, sí, equivocado, más que la expresión de mi angustia en la belleza, la razón de mi angustia en la filosofía, sin comprender que así voy tallando mi estilo en las vísceras sicológicas.” 

Una vez concluidas las faenas del campo, viaja a Santiago y “atardeciendo” golpea la puerta de la casa de Luisa Victoria Anabalón Sánderson, quien será más adelante Winétt de Rokha, en la calle García Reyes #570, ubicada en Santiago.
“En este instante del Gólgota suena la puerta, porque golpean con violencia de trinchera su maderamen de barco sin agua, en la oquedad de los hogares desocupados y el cartero me da un envío: Lo que me dijo el silencio. Yo leo, hojeo interesándome, de repente me hago dueño de mi alma y mirando el retrato, le digo a Mejías: me voy a Santiago a casarme con ella.”

El padre de Luisa, el general Indalecio Anabalón, no acepta a este campesino estrafalario que quiere contraer matrimonio con su hija, a quien pretenden jóvenes de la más “alta condición social”, pero como siempre, el amor es más fuerte y destruye todas las barreras. Se casan en Santiago el 25 de octubre de 1916. 

Viaja con Winétt hacia Talca y Licantén a disfrutar su luna de miel, allá se quedan un largo tiempo. Ambos dan clases en una escuela rural, luego de trabajar para un latifundista en cuya hacienda, Pablo tiene órdenes de dar las peores raciones a los peones y de acuerdo consigo mismo, les da las mejores, les presta bueyes, no multa a nadie y cuando es interpelado por el “macho blanco” un soplón y sirviente del patrón, luego de dejarle las cosas muy claras e insultarlo por ser lo que es, le da una bofetada al tiempo que, el patán está por sacar el cuchillo. 

“Hijos míos —predica el padre Mateo—, hijos míos, este es un valle de lágrimas y por él va el ciervo de Dios sufriendo y llorando, todos padecen por igual, el rico y el pobre, porque la justicia del Señor quiere que haya ricos y haya pobres, pero, en el cielo, el rico y el pobre estarán juntos, resignaos pues, hijos míos…” 

La mayor parte del tiempo libre, Pablo y Winétt se entregan a la lectura de las grandes obras escritas de todos los tiempos. En ocasiones, Winétt toca el piano. En Valparaíso nace Carlos, hasta aquí sólo eran una pareja de enamorados, ahora son tres, luego serán cuatro, cinco, seis, siete, ocho y nueve hijos e hijas. Dos fallecerán a temprana edad dejando desolados a sus padres y hermanos. 

La vida de los de Rokha sigue su curso como los ríos, que no pueden detenerse, deben alimentar a sus hijos y sólo saben que su destino es escribir. Es por eso que considerando que el estilo y el carácter de Pablo de Rokha ya está generando enemigos, que se sienten humillados e insultados por las críticas a la hipocresía presente en sus obras, así como por su lenguaje claro y veraz a la hora de enrostrarlos. De esta forma termina viéndose impelido a editar sus propios libros y continúa viajando por todo el país, vendiéndolos y mandando dinero a Winétt para la alimentación de la familia. 

En sus viajes, Pablo de Rokha se relaciona con representantes de altos estamentos como militares, médicos, notarios, terratenientes y políticos. Vende sus libros que echan fuego negro a compradores que, atemorizados mientras escuchan la voz atronadora apasionada y convincente del poeta, compran el libro como quien compra una bomba a punto de estallar.

De ahí se dirigirá a comer en alguna humilde casa de comidas donde la señora Rosita, María, o Juanita, cocina las mejores “guatitas” de la región y así seguirá la huella que lo identifica con su pueblo. Con estas personas humildes se siente bien, conversa, aprende y enseña. 

En ocasiones viaja toda la familia, en largos viajes que llegan a durar un año. Entretanto van creciendo y transformándose sus hijos e hijas en jóvenes artistas. 

Carlos es poeta con estilo y alma de poeta. 

Lukó es una joven pintora. 

José es un joven pintor.

Juana Inés canta como una diosa. 

Pablo es un adolescente. 

Laura y flor son dos niñitas. 

Los hijos mayores se ocupan de vender la revista “Multitud”, mientras se entregan a sus propias creaciones, mismas que son publicadas en la revista, que dirigen su padre y su madre. Esta última realiza los envíos al exterior y escribe a intelectuales y amigos que habitan otros países. 

“En fin, las campañas democráticas de Multitud han repercutido continentalmente y yo soy invitado por las cátedras universitarias de los Estados Unidos de Norteamérica.”

“Posiblemente la publicación de Los tres —Huidobro, de Rokha y Neruda—, el gran ensayo de Mafhud Massis y la apreciación crítica más lograda de los últimos años en Chile en el terreno de la vida artística, correspondió en el terreno de la vida política a los cien editoriales de Multitud, a las sesenta o setenta conferencias de combate antifascista y a los mil artículos polémicos que publiqué en un decenio, y aquello bien sumado a la Cátedra de estética, caldeada de investigación histórica y de posición política, y a la oratoria de asamblea, rigurosa y dialécticamente bien fundada ya haya determinado el que yo, cargado de todos aquellos valores consagratorios que no se borran con babas, encima del espinazo no doblegado, posea un nombre ya prócer en Hispanoamérica, lo cual originaría la audiencia a la que me invita el Presidente Juan Antonio Ríos para decirme que el gobierno me designa en misión cultural por el continente… un día oscuro y estelar de comienzos de otoño en 1944.” 

Al llegar este crucial momento Pablo de Rokha ya ha publicado “Versos de infancia” (1916), “El folletín del diablo” (1916-1922), “Los gemidos” (1922), “Cosmogonía” (1922-1927), “U” (1927), “Satanás” (1927), “Ecuación” (1929), “Suramérica” (1927), “Escritura de Raimundo Contreras” (1929), “El canto de hoy” (1930-1932), “Canto de trinchera” (1933), “Jesucristo” (1930-1933), “Los trece” (1934-1935), “Oda a la memoria de Gorki” (1936), “Moisés” (1937), “Gran temperatura” (1937), “Imprecación a la bestia fascista” (1937), “Cinco cantos rojos” (1938), “Morfología del espanto” (1942) y “Canto al ejército rojo” (1944). 

Se puede comprender que a esas alturas con todos esos libros publicados, Pablo de Rokha sea ya, sin duda un poeta importante en la literatura nacional. 

En este largo viaje que emprenden, durante el cual Winett y Pablo de Rokha dan conferencias y entrevistas, leen sus poemas en diversas entidades culturales y universidades, mientras recorren diversos países de América Latina, tales como Perú, Ecuador, México, Cuba Guatemala, Costa Rica, Panamá, y Bolivia, van estableciendo relaciones de amistad y reconociendo sitios históricos sobre los cuales han estudiado. En todos esos países hay miseria, hambre y crueldad.


Norteamérica es el imperio capitalista, ahí los impacta el pueblo negro y su tragedia: “cargados de medallas y condecoraciones, los soldados negros, lanzados y utilizados contra el Eje como héroes, reciben la patada nacional, del desprecio al retorno” […] “por lo que damos la lectura de poemas en la Universidad negra de Washington, la Universidad Negra de Howard la más negra de todas las Universidades de Norteamérica”. 

En tanto H.R. Hays, profesor y editor de la Universidad de Yale, a propósito de una antología dirigida por él donde destacan César Vallejo, Jorge Luis Borges, Huidobro, de Rokha, Neruda y otros, dice de él: 

“Pablo de Rokha es el centro de tormenta de la poesía de América”. 

En Santiago, ha quedado en la casa de los padres Lukó de Rokha y su marido, el poeta Mafhud Massís, con su primer hijo Pablo Antonio, a cargo de Laura y Flor, las más pequeñas, junto a Pablo que ya es un adolescente. 

Juana Inés de Rokha se ha casado con el poeta Julio Tagle y ya tienen sus primeras dos hijas, Sonia y yo. Cuando se acerca el retorno a Chile de Pablo y Winétt de Rokha, el país ha tomado otro rumbo. Pablo corre peligro con el nuevo gobierno de Gabriel González Videla, a causa de sus posiciones políticas. Alertados, deciden quedarse en Uruguay, para esto y tratándose ya de un verdadero “clan”, mi abuelo manda a buscar a sus hijas junto a sus maridos e hijos. 

Laurita Flor y Pablo César, viajan en tren a reunirse con sus hermanos, el poeta Carlos de Rokha y el pintor José de Rokha, quienes ya llevan mucho tiempo recorriendo Argentina y Uruguay, dándose a conocer, vendiendo cuadros y libros, dictando conferencias y exponiendo sus ideas artísticas y políticas, exponiendo sus obras y dando entrevistas. 

Museos de muchas ciudades de Argentina adquirieron los cuadros de José de Rokha en aquellos prolongados viajes. Toda la familia de Rokha viaja a Uruguay. En Montevideo pasan un largo tiempo y todos adoran el lugar: sus playas, los amigos y el clima cálido para los niños que acogen. 

Pablo viaja con sus yernos. Vende libros y cuadros de Lukó y José. Pero deben partir hacia Argentina porque Pablo de Rokha ha tenido un accidente que le ha hecho daño en un pie, debe reposar y no puede trabajar con la intensidad de siempre. 

En las afueras de Buenos Aires, un gran amigo les ha facilitado su hacienda para permanecer el tiempo necesario para recuperarse totalmente. Una vez restablecido se trasladan a la ciudad de Córdoba. 

La historia de los viajes, aventuras y actividades de los artistas de Rokha se vuelve interminable y cuando se quiere dar una semblanza de esas trayectorias, entonces descubrimos que debemos detenernos, para continuar quizás, en otro momento. 

La importancia del clan de Rokha en las Artes nacionales es que, esta familia de artistas, los hijos de Pablo y Winétt de Rokha, multiplicaron la genética al casarse ellos y ellas con otros y otras artistas. Todos ellos se hicieron adultos, siguieron viajando, dejando una huella cultural imposible de borrar. 

En el año 1951 fallece Winett, después de un largo sufrimiento que se desencadena en un cáncer terminal y todo adquiere el aspecto fantasmal del drama. Acuden sus hijos e hijas con sus hijos para acompañar a su padre, que está profundamente afectado.
En el año 1953 publica “Fuego Negro” en memoria de Winétt e “Idioma del mundo” en 1958, con el poema La gran congoja o el lenguaje inexorable, que consta de tres cantos y dedicado también a Winétt, entre otras prosas de corte social, además de otras obras publicadas, antes de su muerte y posterior a ella.

Nunca se repone de la pérdida de su mujer pero incansablemente continúa en sus viajes vendiendo libros suyos, de Winétt y Carlos, así como cuadros de José y Lukó. 

En los años sesenta recibe una invitación de la República popular China, en donde permanece seis meses junto a su hijo Pablo que lo acompaña y escribe 50 poemas dedicados al pueblo chino, que se leen traducidos en las radios del gigante asiático durante años. Pablo de Rokha, admirador del proceso social chino, ha establecido relaciones entre ellos y Chile, colaborando a establecer la Embajada China en Chile. 

Hasta aquí los hijos de los de Rokha, que se multiplicaron en hijos, nietos y bisnietos. Algunos de ellos han continuado la línea artística. 

Creo haber dado a conocer la descendencia de Pablo y Winétt de Rokha, que se amaron tanto, fueron tan amigos, compartieron tantos sueños, trabajaron y siempre juntos resistieron todos los avatares de la difícil vida del arte, en su condición de seres libres. 

Hasta aquí la historia de su descendencia. Nosotros, sus descendientes, no nos hemos desligado nunca de nuestros ancestros, porque nos conducen por las rutas profundas del alma que nos lleva a conocernos, y como la obra escrita, es la verdad poética de quienes tenían el don de expresar su mundo interior en forma tal, que las grandes tragedias personales y sociales las sufrimos, las vivimos y entendemos en un lenguaje que nos dice que así fue, y que no podía serlo de otra manera porque así es la vida y el destino, pero la forma de expresarlo es de una inmensa belleza.
“La unidad es mi estilo, pero mi estilo, es la expresión de lo que nadie conoce, por ejemplo, un león imperial que discute a Kant y usa revólver, un potro en las tinieblas, un tigre furioso porque el asno de la vecindad se le arrancó con su querida”, dice Pablo de Rokha en su libro “Morfología del espanto” recientemente publicado por Editorial Quimantú. 

Luego de estos trazos, pinceladas que recorren esta tela cargada de colores imaginarios en la historia de los artistas de mi familia tan admirados por mí, que ocupan gran parte de mi vida cotidiana, con seriedad y responsabilidad desde el día que junto con algunos amigos creamos la Fundación de Rokha. 

Al día de hoy, jóvenes artistas nacionales acuden a nosotros buscando colaboración para sus proyectos de teatro con tecnologías modernas, de danza, música y acciones callejeras, quienes han encontrado la inspiración en los poemas de Pablo de Rokha, lo que nos estimula para apoyarlos. También los estudiosos de su obra filosófica, traductores para Winétt y Carlos de Rokha en Norteamérica. 

Este año hemos presentado tres proyectos al Fondo del libro y la lectura del Ministerio de la Cultura. Esperamos con ansias que se comprenda cuán importante es la difusión de la obra de los de Rokha ya que sus lectores acusan la imposibilidad de encontrar sus obras.

El 14 de octubre se presenta en Talca y Licantén después de varios años de asistir y participar como Fundación de Rokha el Festival de Rock y poesía Pablo de Rokha. 

Cabe señalar por último, que la Editorial Quimantú y Fundación de Rokha, junto a la Biblioteca Popular San Ricardo, el Centro de Familia del Jardín Atipiri, Editorial Isi Cartonera, Talleres Libres Veintiséis de enero, presentarán el sábado 21 de octubre un festival denominado “De Rokha al sistema”, en el cual además de presentarse el libro “Estilo de msas”, contará con talleres, feria libre y editorial, pasacalles y olla común, entre diversas actividades. Todo esto en la población Pablo de Rokha, ubicada en la comuna de La Pintana.


Edición a cargo de Ignacio Andrés
América Leatina desde Abajo

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