Corso infantil en el Apu
Wechuraba:
La danza, la niñez y otras
resistencias
Por
Ignacio Andrés.
América Leatina desde Abajo.
América Leatina desde Abajo.
Durante el pasado sábado 25 de
febrero, en el Centro Ceremonial Indígena Apu Wechuraba1 del Cerro
Blanco, se realizó un corso infantil organizado por la Coordinadora Nacional
Indianista, más conocida como CONACIN, que actualmente agrupa a diversas
agrupaciones de danza tales como Mankasaya, Kullabas, Bailes Chinos,
temascaleros, además de machis y otros.2
Siendo CONACIN un crisol de
distintas danzas, cosmovisiones, experiencias y sensibilidades políticas,
hablar de danza para ésta es hacer referencia directa a su cultura de
proveniencia, la ritualidad en la que se instala, el carácter de festividad que
desarrolla, la música, la vestimenta, y por sobre todo los y las danzantes. Es
más, podríamos decir que en cierto sentido las agrupaciones se han convertido
en ayllus3, comunidades ya no transitorias como los conjuntos
folclóricos (entendidos de manera simplista), sino más bien como comunidades de
sentido, desde la reelaboración de la solidaridad y fraternidad a través del
movimiento y los cuerpos4.
A partir de esta perspectiva –y
dentro de la apretada agenda que suele mantener el CONACIN durante el año–,
sería llevaría a cabo el corso infantil.
Pero cabe preguntarse, ¿qué es un
corso?
Un corso se distingue de otras
formas carnavalescas en tanto no posee un carácter homogéneo en el desfile,
pues no se compone sólo de bandas, como lo sería una comparsa, sino que permite
personas o agrupaciones no precisamente vinculadas a la danza, así como también
da paso a toda una variedad de atuendos (no solamente pertenecientes a
conjuntos folclóricos) tales como disfraces o caras pintadas, tal como lo sería
en esta ocasión. Además, el corso se suele realizar en época de carnaval y esta
no sería la excepción, pues habría sido previo a la Anata5 realizada
el 3, 4 y 5 de marzo en el Apu Wechuraba.
¿Por qué, entonces, un corso
infantil?
Puesto que para las agrupaciones
de danza andina reunidas en el Apu Wechuraba es común observar como las niñas y
niños suelen ser apartados de todas las presentaciones, reuniones organizativas
o múltiples instancias consideradas solemnes, serias, formales o en estricto
rigor, «adultas» en la sociedad, no siendo
precisamente tales agrupaciones la excepción. De ahí a que durante La Comadre6
del pasado jueves 23, entre las diversas intervenciones realizadas por las
compañeras, se señalase la necesidad de resolver dicha problemática, comenzando
así por el corso infantil. No obstante, según también se marcaría el énfasis en
que éste sería parte de toda una apuesta por sostener en el tiempo, orientada a
las nuevas generaciones, considerándose al corso como el primero de muchos
carnavales infantiles por realizar. Es así como durante el presente año se
realizarían al menos dos talleres de danza infantil. Por un lado la Aldea Kenay
o escuela masculina en las estaciones de otoño e invierno y por otro, la Aldea
Sayen o escuela femenina en las estaciones de primavera y verano.
En otro aspecto, la puesta en
marcha de semejante iniciativa da cuenta como la educación en torno a las
culturas propias de Nuestra América, no puede resolverse ya a través de
relaciones asimétricas en donde es el niño quien sigue y aprende, y el adulto,
quien señala y enseña, y del mismo modo, como los saberes no pueden
comprenderse sino a través del vínculo con la realidad y su subjetividad, el
hacer mismo. De forma tal que, la transformación de las relaciones sociales y
la vinculación con nuestras diversas raíces no sería ya una cuestión que
atañería tan sólo a la responsabilidad de las personas adultas, poseedoras de
conocimientos específicos o no, sino que tomaría en forma y contenido otros
saberes, sentimientos e inquietudes, los que suelen marcar el paso del ritmo
festivo que es la misma infancia, pero que se ven entorpecidos a diario por los
desabrimientos, desigualdades y contrariedades de la educación actual en Chile.
Por otra parte, en cuanto al
curso de la actividad, el pasacalle comenzaría en la Casa Andina, espacio en donde
habitualmente se realizan ceremonias y rogativas, para posteriormente dirigirse
al Jardín Machi, en donde los infantes interactuarían con una llama7
ahí presente, cruzando junto al Temascal y llegando finalmente al escenario del
Apu Wechuraba, en donde comúnmente se suelen celebrar las presentaciones de
danza y música de mayor envergadura. Posteriormente se retornaría a la Casa
Andina para así realizar el apthapi8 y de forma paralela, los
siempre entusiastas juegos de agua.
Por último, hay que señalar el
corso infantil se llevaría a cabo en pleno conflicto con la gestión municipal
de Daniel Jadue (PC), encontrándose actualmente el CONACIN ante la inminencia
de un desalojo. Esto debido a que dos semanas luego de haberse celebrado el
Inti Raymi el año pasado, la Coordinadora sería notificada del término en el
comodato, a razón de un supuesto “incumplimiento de contrato”, puesto que el
Centro Ceremonial Apu Huechuraba no habría contado formalmente con
instalaciones de agua y luz. Paradójicamente, esto último le habría
correspondido precisamente al SIRVIU o la Municipalidad.
Ante tal situación, se hace
relevante tomar en cuenta como el CONACIN ha sostenido de manera autónoma por
más de dieciséis años el Apu Wechuraba, levantando diversas instancias tales
como carnavales, rogativas, comparticiones, talleres, etcétera, hasta el día de
hoy, autofinanciándose para todo ello.
Es por ello que el jueves 9 de
marzo se realizará una Mesa Indianista con todas las agrupaciones partícipes o
relacionadas de algún u otro modo al centro ceremonial, de la cual resultará
una propuesta de administración del cerro en su totalidad –y no una fracción
del mismo como actualmente ocurre–, desde la visión de la autogestión y
autonomía indígena.9
Fotografía: Jorge Rosales |
Fotografía: Jorge Rosales |
Fotografía: Jorge Rosales |
Fotografía: Jorge Rosales |
Fotografía: Jorge Rosales |
Fotografía: Jorge Rosales |
Fotografía: Jorge Rosales |
Fotografía: Jorge Rosales |
Notas
2. Fuente: Periódico El Recolector
3. El “ayllu” es un término de origen quechua al que suele asociársele por significado parentela, familia o linaje. Del mismo modo fue la unidad política, económica y social básica del Estado Inca, siendo conformado así por miles de familias. Los ayllus sin embargo no se conformaban por lazos puramente sanguíneos (como hoy podrían serlo las familias), sino que también por estrechos vínculos territoriales, espirituales, laborales, etcétera.
4. Santiago Jacha Marka: Danzas, cosmovisión, festividades y acción política en el espacio urbano. Compañía de Investigación y Danzas Andinas Taypi Aru. Editorial Quimantú, 2011.
5. La Anata es una festividad andina, realizada en el Apu Wechuraba […]
6. Las Comadres son fiestas provenientes de Asturias, el Pueblo Vasco y otros lugares de España, que sería adquirida durante el proceso de colonización por comunidades andinas, cosmovisión andina alcanzando diversos territorios de América Latina, aunque manteniendo la esencia de una actividad de contención, catarsis y compartición, preponderantemente femenina.
7. Actualmente la llama sigue siendo un animal fundamental para el desarrollo de la economía cotidiana, los mitos y la ciencia de las múltiples culturas relacionadas con el Altiplano andino.
8. El apthapi proviene del vocablo apthapiña, que significa “recoger de la cosecha”. Se le suele denominar así a la costumbre de compartir alimentos entre los miembros de una comunidad, amigos o familiares se conoce entre los aymaras como apthapi y es una herencia de los pueblos nativos del occidente boliviano. Tiene además el objetivo de compartir, unir a las familias y también permitir a las comunidades reconciliarse con aquellas que se encuentran distanciadas por discusiones o problemas.
9. Fuente: Periódico El Recolector
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