Por Ignacio Andrés
América Leatina desde Abajo
En enero de este año el Colectivo Trajín realizó
diversos talleres infantiles en la Población San Martín, Recoleta. Entre éstos
se encontraron el de Cine y teatro, Construcción Natural, Danza, Huerto,
Mapuzungún, Muralismo, Rap, Zancos y Circo, los cuales fueron llevados a cabo
principalmente entre la cancha y plaza de la calle Rawson.
Se trató de un enorme esfuerzo por parte de dicha
organización, cuyos orígenes se remontan al 2016, en donde desarrolló ciclos de
cine, una biblioteca itinerante y completadas, estas últimas a modo de
autogestión para los posteriores talleres de enero, siendo la mayoría de sus
integrantes de la misma Población o sus alrededores.
Para Trajín el principal interés es potenciar el
vínculo comunitario, compartir y aprender de los saberes populares,
fortaleciendo también los lazos afectivos en una sociedad que cada vez parece
perderlos más, o inclusive, estar en contra de ellos. Tarea nada fácil que le
da el nombre al colectivo, pues el término “trajín”, originario de
Latinoamérica, hace referencia a la actividad que lleva mucho trabajo o del
mismo modo, un movimiento considerable.
Tales atributos resaltaron durante la realización de los talleres en
la Población San Martín, siendo esto un fiel reflejo del carácter cosmopolita de
Recoleta. No se puede desconocer que esta
es la segunda comuna de Santiago que concentra la mayor cantidad de población
migrante, con alrededor de casi veinte mil personas de otra nacionalidad. De
esta forma fueron múltiples las jergas, acentos, cosmovisiones y formas de
proceder expresadas entre niñas y niños, sin discriminación ni frontera alguna,
quedando así demostrado como la única patria es la infancia, como señaló alguna
vez el poeta Rainer Maria Rilke.
De esta forma es cómo conseguiría diversos
materiales para la realización por cuenta propia. Aunque de esta autogestión
también fue parte el mismo barrio, cada vez que compró una pizza, completo,
rifa o se aportó con algún material o propuesta propia. No fueron pocas las
vecinas que aportaron con comida, materiales, ideas, con sonrisas y diversas
muestras de afecto. Por ello se enfatiza que fue la propia comunidad la que
bastó para realizar un bien para sí misma. Y lo hizo de manera autónoma. Sin
Estado, municipalidad o concejales.
Tras una larga jornada, el 29 de enero se efectuó
el cierre de los talleres. Los preparativos comenzaron temprano, de modo que a
mediodía la olla común estuvo lista, siendo ésta acompañada por una feria libre
en la misma cancha en donde se compartió el almuerzo. Posteriormente se
desarrolló el pasacalle en donde el taller de Danza se hizo presente, que se
haría de un momento para pasar por la plaza en donde se habló del proceso del
taller de Muralismo junto a su mural resultante. Luego se regresó a la cancha,
en donde se presentó la película realizada en el taller de Teatro y Cine, para
que finalmente, ya entrada la noche, se hiciese entrega de un regalo a quienes
de distinta forma participaron de la experiencia y se dieran las emotivas
palabras de despedida.
Era cuestión de sólo
observar las expresiones para tomar en cuenta de que nadie presente durante el
cierre se encontraba inconforme o triste con la experiencia de enero. Todo lo
contrario. Parecían intuir que más temprano que tarde se darían otra
bienvenida. Quien sabe de qué forma. Quizás sea trajinando algo en la Población
cómo se vuelvan a encontrar de nuevo.
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Fotografía Colectivo Trajín |
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